Sabías que…
Hay más olores que palabras
Percibimos unos 10.000 olores, muchos más de los que podríamos nombrar, una pobreza de expresión ya presente en el término «oler», que alude tanto a la acción de captar un aroma como al hecho de que algo o alguien lo desprenda.
El fenómeno Chanel «comenzó» en Oriente
Ya en el Antiguo Egipto se usaban plantas aromáticas y resinas en los cultos divinos para purificar ambientes. Se atribuye al médico árabe Avicena la invención del destilado a partir de alcohol etílico. Con él nacen los verdaderos perfumes.
Los olores de ayer eran más fuertes
Hasta el siglo XVIII, en un ambiente de insalubridad y hedor generalizados, predominaban las fragancias fuertes: almizcle y ámbar: miedo a los miasmas y la asociación entre el mal olor y las enfermedades impulsó la recogida de basuras y el diseño del alcantarillado.
El olor corporal sólo era de las clases bajas
En el siglo XIX, el gusto evolucionó hacia fragancias más ligeras, y el olor corporal, antes asumido, se convirtió en señal de pobreza. La nariz pasó a ser un órgano de estratificación social y el perfume, un potenciador de la personalidad.
También existe la discapacidad olfativa
Un dos por ciento de la población padece anosmia: la incapacidad de percibir olores puede responder a un traumatismo craneoencefálico o a un tumor, entre otras causas. Los afectados ven reducidas sus sensaciones placenteras y son más vulnerables al no poder oler el gas, el humo o algunas sustancias tóxicas.
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