Provocador, megalómano, chulo, agresivo y brillante. El autor de novelas tan conocidas como «L. A. confidential» o «Trilogía americana» acumula críticas por su carácter y elogios por su obra. Lo primero le da igual; lo segundo lo da por hecho. Hablamos con él al publicar su segunda autobiografía. Entenderá por qué detesta la corrección política.

«Invoqué la maldición hace 50 años», escribe James Ellroy en la primera línea de sus nuevas memorias. A la caza de la mujer. Fue el día que su madre, Jean Hilliker, le propinó un guantazo y él le deseó la muerte. Tres semanas después, ella yacía asesinada en una cuneta de Los Ángeles. Él tenía diez años. No recuerda haber llorado, pero sí haber memorizado cada palabra del informe policial. Así nació la truculenta travesía de James Ellroy por un enfermizo universo de crímenes, sexualidad atormentada y mujeres. Pero supo sacar partido a sus obsesiones convirtiéndose, según su propia falta de modestia, en el mejor escritor de novela negra gracias a libros como La dalia negra, L. A. confidential, las obras de su Trilogía americana o Mis rincones oscuros, su primera biografía.

La cita con el escritor es en un café del angelino barrio de Hancock Park, donde creció. La música clásica atruena en el interior y James Ellroy, alto, algo desgarbado y vestido con camisa de rayas y chaleco, se inclina sobre su taza de café sentado en una mesa. Tiene fama de arisco y ególatra, pero se muestra educado, amable y dicharachero, aunque advierte que no quiere hablar de su controvertida ideología política. Está aquí para hablar de mujeres. Enmarcando su rostro con las manos, habla igual que escribe: con frases cortas, pequeñas sentencias telegráficas que componen un discurso intencionadamente exhibicionista. Y apenas cambia el gesto: duro, serio y dejando el contador de las sonrisas prácticamente a cero.

XLSemanal. Esta es su segunda biografía. ¿Qué se había dejado en el tintero en la anterior?

James Ellroy. La génesis de este libro está relacionada con la disolución de mi matrimonio con Helen Knode, que sigue siendo mi mejor amiga, y la destructiva y traumática relación que mantuve con una mujer llamada Joan. Cuando se terminó, me pasaba los días sentado en la oscuridad esperando su llamada y preguntándome cuándo se desvanecería mi impulso romántico y sexual. Me di cuenta de que el tema dominante de mi vida y de mi obra no es el crimen ni la historia americana ni Los Ángeles; siempre han sido las mujeres.

XL. El libro termina con final feliz. Dice que ha encontrado a la mujer de su vida

J.E. Terminé el libro cuando Erika Schickel y yo llevábamos diez meses juntos. Muchos críticos le advirtieron. ‘Corre, este tío está loco. Aparecerá otra pelirroja y se irá detrás’. Pero eso no pasará. La conocí cuando estaba escribiendo el libro. No era una obsesión, era más que un flechazo y vi que era recíproco. Pero ella tenía dos hijas y estaba infelizmente casada con un hombre estupendo que ahora es amigo mío. Tuvo el coraje de dejar su matrimonio y ahora, de una forma algo extraña, tengo dos hijas.

XL. ¿Qué tal le va ejerciendo de figura paterna

J.E. Nos está llevando un tiempo Ha destrozado todas mis ideas preconcebidas. Yo nunca quise hijos, siempre soñé con tener hijas porque las mujeres son más de fiar que los hombres. No han sido las mujeres quienes han llevado al mundo a la destrucción. Siempre he sentido ese extraño feminismo de derechas A la mayor le estoy enseñando a conducir y a la pequeña le voy a enseñar boxeo. Yo no pretendo ser su padre, pero he logrado que ellas se preocupen por mí y les dejo que me den caña. Con otros hombres soy muy competitivo, asertivo y no aguanto chorradas. Pero las mujeres, los niños y los animales me pueden tocar los cojones y no pasa nada. A mis 62 años, tengo una familia. Nunca la había tenido antes. Ahora, cada uno tenemos nuestra casa y eso me deja tiempo para estar solo, que es algo que necesito. Pero creo que algún día nos casaremos.

XL. Dice que Erika tiene un gran parecido con su madre. Es fácil sacar conclusiones freudianas.

J.E. Sí, de todas las mujeres de mi vida, Erika es la que más se parece a mi madre. es alta, pelirroja y tiene los ojos verdes. Y eso me parece gracioso

XL. En el libro repasa su relación con las mujeres para entender el trauma que le causó el asesinato de su madre. ¿A qué conclusión ha llegado?

J.E. He aprendido hasta qué extremo la maldición Hilliker [su apellido materno] me ha formado como persona y cómo la conjunción del espíritu de mi madre y descubrir la música clásica y a Beethoven me hicieron el escritor que soy mucho más que cualquier libro que haya leído jamás.

XL. ¿Alguna vez se pregunta quién sería usted hoy si ella no hubiese sido asesinada?

J.E. Sí y no. Es bastante pueril pensar en eso, porque no me lleva del punto A al B. Por eso, prefiero no pensarlo. Entiendo su muerte como un momento capital de mi vida y pienso que ella me abrió un universo de crímenes, historia social y violencia misógina. Siempre me sorprende cuando la gente no entiende el romance en la sexualidad humana como la cosa más grande de este mundo, que piensen que el dinero o el poder es lo más importante. Por eso, me alucina cuando le dicen a Erika: «¿Cómo puedes estar con un tipo como él? ¡Es republicano!». ¿Es que no entienden que somos mucho más que eso?

XL. Entonces, a pesar de su imagen de mujeriego y depredador, ¿resulta que es usted un romántico?

J.E. Sí. Para mí, el sexo siempre ha tenido una mística especial ligada a la idea de la monogamia. Si una mujer me atraía sexualmente, trataba de amarla y de buscar algo espiritual en ella. Y así fue también el cortejo con Erika, que tuvo lugar en este café.

XL. Dice que el eje de su obra son las mujeres. ¿Por qué las encuentra tan fascinantes?

J.E. Tiene que ver con la biología de la sexualidad, el misterio de la existencia de Dios, la posibilidad de conocer a otro ser humano y conectar física y espiritualmente de un modo que cambiará a ambos.

XL. Pero siempre lo han tachado de misógino. ¿Cómo se explica esa paradoja?

J.E. Mi ternura me ha ayudado a compensar mis instintos más violentos. Y los tengo, créame. Siempre me he metido en líos y me gusta pelear. Incluso a mi edad podría pegar a cualquier hombre. Pero con las mujeres nunca he tenido otra intención que el amor. Soy así. Nunca he perseguido una versión barata del sexo. Siempre he tenido más sentimientos, más pasión y más ternura de la que he sabido manejar. Pero la gente me ve como un hombre americano heterosexual, fuerte, confiado en sí mismo y seguramente piensan que amo a George Bush. Quieren que la patología gane.

XL. Por cómo lo dice, me da la impresión de que no encaja muy bien las críticas

J.E. Me importa una mierda lo que digan. No me importa nada

XL. Antes me decía que le molesta tener que hablar de política. ¿Por qué?

J.E. No me molesta, pero hace poco un periodista español me preguntó directamente si era un fascista. ¡Fascista! Como si yo fuera colega de Franco o me gustara matar judíos. La derecha y la izquierda no tienen el mismo significado para nosotros. En América, solo aceptamos diferentes versiones del centro. Yo voté a Obama porque creo que McCain está loco y va contra mis principios tener un psicópata en la Casa Blanca. Creo que fue un gran gesto por parte de América elegir a un presidente negro. Pero es un presidente de segunda, que por cierto no ha cerrado Guantánamo ni terminado con la guerra de Irak.

XL. Creo que tiene diseñado un meticuloso plan sobre las obras que escribirá durante el resto de su carrera. ¿Cree que su mejor novela está aún por llegar?

J.E. Sí, sí, sí. Eso creo. Sin duda. El objetivo de mi obra es recrear la historia americana del siglo XX a través de la ficción. Es un gran reto narrativo para mí.

XL. ¿Escribe pensando en su lector o es el resultado de un monólogo interno?

J.E. Yo escribo para mí mismo y para Dios y escribo por devoción a las mujeres. Escribo sobre lo que creo que es la verdad sobre el trabajo policial y la historia de Los Ángeles.

XL. ¿Qué ha aprendido de la naturaleza humana escribiendo sobre crímenes?

J.E. Estamos gobernados por la pasión, por los sueños de grandeza, la sexualidad Nacer en la pobreza no te da derecho a robar, violar o matar. La gente no quiere escuchar que somos responsables de nuestros propios actos.

XL. ¿Qué consejo le daría a un joven aspirante a escritor?

J.E. Que vaya a ver menos películas y lea menos libros. Si tienes 30 años y llevas leyendo más de 20, o tienes un estilo propio o no. No hay una fórmula mágica.

XL. Lo acusan de provocador y nihilista. ¿Qué dice en su defensa?

J.E. Soy una persona con mucha confianza en mí mismo. Tengo una enorme obra que me avala. He escrito libros cada vez más ambiciosos y hay un consenso de la crítica que lo confirma. En este país estamos acostumbrados a autocompadecernos, autoflagelarnos, a usar la ironía Si dices que eres jodidamente bueno en lo que haces, todo el mundo piensa que eres gilipollas. Y no lo soy. Trato a la gente con muchísimo respeto y cariño.

XL. Pero se ha comparado usted con su amadísimo Beethoven

J.E. Hay algo megalomaniaco en mí. Es la combinación de ser un gran orador, ser un hombre alto y fuerte, tener confianza Si te quieres identificar con un artista, por qué no vas a compararte con el que es el mejor artista de la historia. ¿Qué te cuesta? Nada. Por eso lo hago.

XL. También lo han llamado, por activa y por pasiva, racista y homófobo.

J.E. Mira, soy muy religioso y siento que Dios está conmigo en la habitación muchas veces. Y cuando dices eso y arrastras una reputación de depredador de mujeres, la gente piensa que eres un fundamentalista que quiere quemar libros, dar palizas a homosexuales y linchar negros. Y, simplemente, no es verdad. No está respaldado por ningún hecho.

XL. ¿De dónde vienen tantos malentendidos?

J.E. Detrás de todo eso está la corrección política. Cuando creas personajes como los míos, que tienen actitudes homófobas o racistas, la gente asume que esa es tu propia voz. La corrección política determina que cualquier divergencia de la sensibilidad liberal es un respaldo a esas actitudes. Hay gente que no discierne entre conservadurismo y fascismo, mientras que yo admito las diferencias entre liberalismo, socialismo y comunismo. Hay una gran diferencia entre hacer una estúpida broma acerca de los drag queens o los negros y darle una paliza a un negro o a un homosexual. Y la gente no lo entiende. Pero ya no espero lógica de nadie.

XL. La muerte es una constante en su vida y en su obra. ¿Piensa mucho en ella?

J.E. Creo en el cielo, y eso es un alivio. Pero tengo una salud increíblemente buena. Mis análisis de sangre son los de un tío de 30 años. No quiero pensar en eso. Lo único que me jode es no tener pelo. Mi agente, que tiene setenta y pico años y una mata de pelo increíble, me dice. ¿Quieres pelo? ¡Cómprate una peluca! . Pero soy demasiado conocido para eso. n

  • Siendo adolescente, estuvo enganchado al alcohol y a los inhaladores y cometió pequeños robos. Llegó a dormir en la calle y pasó por la cárcel.
  • Escribió sus primeras novelas mientras trabajaba como caddie de golf.
  • Votó a George Bush porque odiaba a Clinton. Y ha votado a Obama porque «McCain está loco» , pero cree que es «un presidente de segunda».
  • No le interesa en absoluto la tecnología. No tiene móvil ni ordenador. Sigue escribiendo sus libros a mano.

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