Pasará a la historia como el periodista que tumbó al presidente Nixon al destapar el «caso Watergate». Desde entonces, no ha dejado de escarbar en las zonas oscuras del poder. Woodward es, probablemente, el hombre con mejores fuentes del periodismo mundial. Nadie mejor que él para hablar de Obama, Afganistán o el futuro de su profesión.

Por no tener experiencia, The Washington Post rechazó contratarlo en 1970. Un año después, tras curtirse en un semanario de barrio, entró al Post.

PrivadísimoSu padre, Alfred, fue juez y una influencia capital en su educación. Bob estudió Historia y Literatura Inglesa en Yale gracias a una beca.Ha escrito libros sobre Nixon, Clinton, Bush padre e hijo, la justicia de su país, Alan Greenspan, Obama o el actor John Belushi.Se graduó en 1965 y sirvió cinco años como oficial de comunicaciones en la Marina de EE.UU.

Con apenas 30 años, en 1973, Bob Woodward ya había ganado un premio Pulitzer. Él es el gran periodista norteamericano. Toda una leyenda. A la espera de que salga su próximo libro en España, «Las guerras de Obama», nos recibe en su casa de Washington.

XLSemanal. Usted asegura que su número de teléfono figura en la guía, para que cualquier posible fuente pueda ponerse en contacto con usted. ¿Cómo se las apaña para que se le abran tantas puertas y que tantos altos cargos quieran «confesarse» con usted?Bob Woodward. Al contrario que todos esos periodistas que twittean, bloguean y actualizan su artículo ocho veces al día, me tomo mi tiempo. Visito los lugares donde se desarrolla la historia, me entrevisto con gente durante cuatro o cinco horas. Un interlocutor me cuenta una reunión. Un segundo añade algo. Encuentro a un tercero que dispone de documentos. Conviene tener una base escrita. Después contacto con los demás para que confirmen, invaliden, desarrollen o den su propia versión. Regreso a ver a los primeros, con todo lo que sé La historia se construye poco a poco. Uno de los hombres de confianza de Obama se rio en mis narices cuando empecé mi último libro [Las guerras de Obama, inédito en España]. No va a sacar mucho por aquí . Al final, me leyó sus notas secretas. El sistema se abre si ya dispones de mucha información.XL. Sus interlocutores han de tener ganas de hablar B.W. Nunca utilizo el chantaje. Estaría acabado si lo hiciera. Es más, siempre los aviso. Trabajo en tal asunto y dispongo de notas en las que se cuenta que ha dicho ciertas cosas . A la gente le gusta hablar. ¡Gracias a Dios! A condición de que se los tome en serio, llegues a la cita bien informado y no tomes partido. A veces hay que ser pegajoso, siempre amable, pero correoso y no dudar en acudir a su casa después de la cena. Aún no están en la cama, a no ser que se llame George W. Bush. En su entorno se relajan. Para mi último libro sobre Bush, un general se negaba a recibirme, a pesar de mis llamadas, mis e-mails y las gestiones de intermediarios. Me presenté en la puerta de su casa a las 20.15. Abrió, nervioso, me miró y dijo. Entre . Me fui tres horas después con las respuestas. La verdad se consigue por la noche. El día favorece la mentira.XL. ¿Lo único que piden es mantenerse en el anonimato?B.W. Es normal, aunque me hace gracia la expresión off the record. Como si bastara decir eso para bloquear una información. Encuentras a alguien que te la confirme y ya está. La dueña de The Washington Post, Katharine Graham, organizaba con frecuencia cenas en las que siempre anunciaba. Todo lo que se diga aquí es off the record . Yo lo respetaba, hasta que una mañana me citó en su casa para decirme que el secretario de Defensa había contado cosas apasionantes. Espera que te lea las notas que tomé . Era información importante que solo tuve que confirmar. Por eso siempre bromeaba con ella sobre este precepto de no utilizar off, a menos que sean jugosos, claro.XL. ¿Qué piensa de WikiLeaks?B.W. Primero. es una locura divulgar documentos sin comprobar que no haya personas en riesgo de muerte. La publicación del nombre de un jefe de aldea informador del Ejército puede provocar su asesinato. Es irresponsable soltar toda esa información. En segundo lugar, se ha exagerado la operación. Se dijo. Los documentos secretos más excepcionales jamás publicados . ¡Falso! No explican cómo se adoptan las más importantes decisiones del Gobierno. Esas decisiones se toman en la Casa Blanca, no en las embajadas. XL. La cantidad de documentos y su difusión internacional ¿no son un momento clave en la historia del periodismo?B.W. No. Nada comparable con los documentos del Pentágono publicados por The New York Times en 1971 sobre la guerra de Vietnam. No se ha publicado ninguna información capaz de inquietar a la Casa Blanca.XL. Usted, en su libro, publica nombres, códigos, confidencias, informes de reuniones ultrasecretas B.W. Son elementos mucho más sensibles que los de WikiLeaks. Hay quien ha pedido mi detención.XL. Su libro ha sido aplaudido en todas partes. Por el contrario, Julian Assange [responsable de WikiLeaks] podría ser juzgado y extraditado; ha sido amenazado de muerte Hay una gran diferencia de trato, ¿no cree?B.W. Yo no publico cosas a granel, desde luego. Pero no puedo hablar de Assange, no conozco el tema ni sus motivaciones. En cualquier caso, no deberíamos temer la verdad. Durante el Watergate, la gente decía. ¡Dios mío! No deberíamos saber todo esto. Socavará la Presidencia y minará la confianza en el Gobierno . Nixon dimitió, y las cosas mejoraron. Deberíamos ser más exigentes. Antes de publicar Las guerras de Obama, mostré a los de Inteligencia los diez puntos que consideraba más sensibles. Voy a publicar estas diez cosas, y lo haré así . Pusieron el grito en el cielo. ¡No se puede divulgar el código de los vehículos aéreos no tripulados! . No me dieron razones convincentes y el código está en el libro. Con el punto 10, sin embargo, se mostraron muy firmes, subrayaron la posibilidad de exponer a gente al riesgo de muerte y no publiqué la información.XL. ¿Ha cambiado en algo la Casa Blanca con Obama?B.W. Obama como Bush o Clinton protege su empleo. Prevalece la cultura del secreto, no importa quién sea el presidente. Han trabajado cada minuto de cada día para llegar ahí. Y los periodistas, por supuesto, solo causan problemas. Abogo por la apertura y el derecho a saber. Las democracias mueren por la oscuridad y la mayoría de los secretos son inútiles. Pero Obama es especialmente prudente y cerrado.XL. Pues lo recibió al final de su investigación.B.W. Sí, durante hora y cuarto. Le había remitido lo hice anteriormente con Bush 16 páginas sobre su manera de proceder en el asunto afgano. Esto es lo que sé. ¿Me lo confirma? Al contrario que Bush, que se dejó entrevistar durante horas Entre en mi mente. Me viene bien, es exactamente lo que quiero , Obama respondió con la boca pequeña, no hubo forma de crear intimidad, fue un muro. Por otro lado, sabía que tenía frases suyas de reuniones muy secretas y, en vez de esquivar o negar, contestó honestamente. Eso sí, limitándose a mis datos. Solo se animó al final al hablar de la guerra. La odia y me remitió a su discurso del Nobel, cuando la describió como una manifestación de la locura humana. Es un hombre dividido.XL. Usted también debe de estarlo entre la lealtad a su editor, que espera de su libro jugosas revelaciones, y a su periódico, The Washington Post, que desearía la primicia B.W. El acuerdo es claro. Preparo un libro con testimonios, documentos, escenas y conversaciones que permitirá mejor que cualquier artículo saber quién es y cómo funciona Obama, pero si consigo un documento capital que, cuando salga el libro, habrá perdido su actualidad, es para el Post.XL. ¿La violación de la vida privada forma parte de sus preocupaciones?B.W. Tratándose de un presidente o de un posible candidato a la Casa Blanca, no existe la vida privada.XL. ¿Cree que la prensa fue injusta con Clinton al hacer de su aventura con una becaria un asunto de Estado?B.W. Clinton es el presidente que nos dio paz y prosperidad ocho años. Dos conceptos muy maltratados actualmente. Su fallo fue mentir bajo juramento.XL. Aun así, toda esa tormenta mediática sobre un asunto privado B.W. Mire, Clinton se puso en peligro a sí mismo al mentir a la justicia y desencadenar un proceso infernal. Quizá hubo excesos. Tal vez en tiempo de guerra habríamos limitado la cobertura del asunto. Pero un presidente nos debe la verdad.XL. La guerra de Irak se declaró con mentiras sobre las armas de destrucción masiva. El periodismo de su país y usted fallaron gravemente en este asunto, ¿no cree?B.W. Sí, y es terrible. Tres fuentes me habían dicho que las pruebas sobre la existencia de esas armas eran más débiles de lo que se pretendía en aquel momento. Debería haberles dado más importancia, escarbar, rebuscar, pelear. Exigir algo sólido. Siempre me arrepentiré de no haberlo hecho. Me equivoqué. ¿Recuerda aquella época? El Congreso, todos los líderes políticos, John Kerry, Hillary Clinton, todos lo aseguraban. Sí, Sadam es una amenaza . Y yo, que poseía más información que la mayoría y contaba con bastante tiempo, tenía la responsabilidad de ponerlo todo en tela de juicio. No hicimos nuestro trabajo de periodistas.XL. La guerra en Irak tuvo consecuencias mucho más dramáticas que los engaños y las mentiras de Nixon.B.W. Es verdad. Pero era más fácil desenmascarar a Nixon, que había mentido claramente, que a Bush, que estaba convencido de que había que deshacerse de Sadam, encarnación del mal , y que teníamos el deber de liberar a los pueblos . Habríamos tenido que demostrar la inexistencia de las armas. No es fácil demostrar una negación.XL. ¿Será la historia más severa con Bush que con Nixon?B.W. Seguramente.XL. ¿Ayudan las memorias de Bush a entender qué pasó?B.W. No. Repasa los sucesos bajo un ángulo personal. Esto es lo que pensaba en aquella época . Astuto, pero no aporta información. Por otro lado, las memorias de Rumsfeld, su secretario de Defensa, son una farsa. Un rechazo escandaloso de su responsabilidad. Lamentable.XL. ¿Qué sabe de Carl Bernstein, su compañero de investigaciones en el asunto del Watergate?B.W. Bien. Vive en Nueva York, escribe de vez en cuando para Vanity Fair y prepara una película sobre el Congreso.XL. El Watergate dio al periodismo una imagen gloriosa al servicio de la democracia. ¿Qué queda de todo aquello?B.W. Hay una gran desconfianza hacia los periodistas. Cada vez somos menos y el mundo es más peligroso y frágil que nunca. Necesitaríamos periodistas que se tomen el tiempo de investigar y profundizar en un tema. Ahora pasa lo contrario.XL. Pero hay más medios, canales informativos, Internet B.W. Como existió una burbuja de nuevas tecnologías y otra inmobiliaria, hay una burbuja de la información que acabará explotando. Con tantos blogs, tweets y rumores, la gente cree estar informada, pero es falso. Basta con ver esos supuestos debates televisados. Es la cultura del ¡rápido! ¡Y en directo! . Es todo un falso suspense. La gente está pendiente de la pantalla, o incluso del teléfono, para escuchar informaciones carentes de contexto y significado. Las televisiones ofrecen un diluvio de palabras sin sustancia. Esta mañana, me llamaron de una cadena informativa para pedirme que fuese a hablar del Consejo de Seguridad de la ONU. Contesté que nunca he investigado este tema. No tiene importancia , me respondieron. Es desolador.XL. Es un diagnóstico pesimista.B.W. El sistema vive obsesionado por la velocidad y la obligación de responder a una supuesta impaciencia del público, cuando lo que necesita este mundo complejo es un periodismo de calidad, que exige trabajo y profundidad. No se puede hacer un reportaje por teléfono o navegando por Internet. La información revelada en el Watergate no se habría encontrado en la web. Garganta Profunda [seudónimo del informador de Woodward en el asunto del Watergate] no tendría cuenta en Facebook. Nuestras fuentes eran humanas. Hubo que buscarlas, convencerlas y sonsacarles cada dato.XL. Pero, transmitida por Internet, ¿no habría levantado reacciones de apoyo, suscitado otras revelaciones y desembocado más deprisa en la dimisión de Nixon?B.W. No lo creo. Habría bloqueado toda la investigación. Cuando te precipitas, te pierdes lo esencial. Nosotros podíamos trabajar semanas en una investigación. Aunque hubiera que aguantar las presiones de Ben Bradley, nuestro redactor jefe, que se impacientaba y amenazaba con meternos la cabeza en un cubo de agua. Pero sabía la importancia de publicar cada cosa a su debido tiempo.XL. Todos los diarios ven hoy su futuro amenazado B.W. La lápida del presidente de Google debería decir. He matado a los periódicos . Google les ha quitado buena parte de sus ingresos. Hace falta el dinero de la publicidad para enviar reporteros a Oriente Medio o a investigar la crisis financiera. Me preocupa el marasmo de la prensa. Echaremos de menos algo esencial. Y le aseguro que las consecuencias serán trágicas. Dará igual que los dueños de Google o de Facebook digan. ¡Uy! , al descubrir que el sistema está destruido y que sus buscadores ya no tienen razón de ser. Puede que entiendan entonces que deben invertir sus miles de millones para poner de nuevo en funcionamiento el sistema de información. Imagine que, dentro de 50 años, se haya impuesto un Facebook News como la gran empresa de información del siglo XXI y que Mark Zuckerberg, su dueño, haya aceptado el reto de la investigación, la profundidad, la claridad y la honestidad. No es imposible. n

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