¡Hemos «terminator»!
Su infidelidad con la empleada de hogar y su hijo ilegítimo le van a costar a Arnold Schwarzenegger la friolera de doscientos millones de dólares, la mitad de su fortuna. Su mujer, Maria Schriver, va a por todas. El biógrafo de los Kennedy, Edward klein, desvela las interioridades del divorcio del siglo. Por Edward Klein / Fotos: Cordon Press
En los 1300 metros cuadrados de la residencia de una de las parejas más famosas de Hollywood resuenan los gritos. Es enero y Maria Shriver, descendiente de la familia Kennedy, vocifera a su marido, Arnold Schwarzenegger: «¡Sé lo tuyo con Patty!».
Patty es el apodo de Mildred Patricia Baena, una buena mujer rechoncha y cincuentona, empleada de los Schwarzenegger durante más de dos décadas. «¿Lo mío con Patty? ¿De qué hablas?», contesta Arnold, impasible. «¡Has tenido un hijo con ella!». Arnold ni siquiera trata de negarlo. «Tampoco hay que montar un drama», responde, mientras aparta a Maria con un gesto.
«¿Que no hay que montar un drama?», le espeta ella. Suena el móvil y él responde. Maria trata de quitarle el teléfono, pero el gigante levanta el aparato por encima de la cabeza, volviéndolo inalcanzable, y cuelga. Ella le da una patada en la tibia y una bofetada, pero solo consigue la risa burlona de su adversario.
«Cada vez que le gusta una mujer tiene que meterle mano, incluso delante de Maria», aseguraba un allegado de la familia varios días después de la discusión. Ella nunca ha querido ver sus infidelidades. En 2003, durante la campaña electoral de Arnold a gobernador de California, apoyó a su marido, acusado de acoso sexual por 15 mujeres. Gracias a ella, salió elegido. Hay que recordar que sacrificó una carrera brillante de periodista televisiva para acompañar a Arnold en su ascenso político y no lo habría hecho de no estar convencida de su rectitud.
Años atrás, Maria había observado gestos íntimos de su marido hacia Patty, pero prefirió dejarlo pasar. De hecho, lo borró de su memoria hasta que otra de sus empleadas le desveló, a lágrima viva, la aventura de su marido. Entonces, sus sospechas se convirtieron en obsesión. ¿Era posible que el hombre con quien llevaba casada 25 años hubiera caído tan bajo como para engañarla con la interna?
Arnold ha mantenido a Baena y la ayudó a comprar una casa de cuatro habitaciones, valorada en 268.000 euros
Aunque en un principio Maria, ferviente católica y madre de cuatro hijos (Katherine, de 21; Christina, de 19; Patrick, de 17, y Christopher, de 13), no se planteaba el divorcio, tampoco podía quitarse de la cabeza la aventura de Arnold con la asistenta. Durante meses se dedicó a vaciarle los bolsillos y a buscar pruebas, sin éxito. Después se lo contó a sus cuatro hermanos (Anthony, Bobby, Mark y Timothy), pero todos adoraban a su cuñado. No les cabía duda de que Arnold jamás había mantenido una relación continua con otra mujer. Sin embargo, el pasado mes de enero, cuando Schwarzy dejó el cargo de gobernador y ella enterró a su padre, víctima del alzhéimer, la misma empleada que le había narrado las aventuras de Terminator con Patty Baena volvió a la carga. Esta vez, sus revelaciones eran aún más increíbles: aseguraba haber sorprendido a Arnold y Patty discutiendo sobre su hijo en común. «¿Su hijo? ¿Qué hijo?», quiso saber María. «El señor tiene un hijo con Patty», le aseguró la empleada. Y María decidió enfrentarse a Arnold presa de cólera. «¡Cálmate!», gritaba él.
En plena discusión, el austriaco lanzó un comentario sarcástico sobre el senador Edward Kennedy, el tío favorito de María. «Tu tío Teddy hizo cosas peores. No se contentó con un hijo ilegítimo, ¡tuvo uno en cada puerto!». «Aquello enloqueció a Maria», declara un allegado. Ella nunca ha querido admitir que Teddy fuera un mujeriego. Para ella, todas aquellas historias sobre él eran una exageración. Quería profundamente a su tío. Ante aquellas palabras, Maria cogió una botella y quiso asestarle un golpe en la cabeza, pero él la evitó por poco. La pelea degeneró tanto que Maria empezó a perder el aliento y casi se desmaya. Alarmado por el cariz del enfrentamiento, un miembro del personal telefoneó a la Policía, pero Arnold volvió a llamar enseguida para anularlo: no tenía ganas de que un agente apareciera.
Arnold Schwarzenegger y Maria Shriver en una ‘premier’
Cuando ella recuperó la calma, le exigió que abandonara el domicilio conyugal, aunque al final fue ella quien hizo las maletas y se refugió, junto con sus cuatro hijos, en la casa de su hermano Bobby, en la vecina Santa Mónica (de la que es alcalde) antes de trasladarse a un hotel. Los padres y amigos que la han visitado coinciden en que va a la deriva y está al borde de una depresión nerviosa. Pero lo peor no había llegado aún. En las semanas siguientes, para ocultar la infidelidad, la pareja anunció su separación sin precisar los motivos, aunque a principios de mayo, cuando la prensa estaba a punto de desvelar la aventura, Arnold publicó un comunicado en el que anunciaba la existencia de su hijo ilegítimo. Lo más sorprendente del caso es que Patty Baena y su mujer habían estado embarazadas al mismo tiempo. El hijo ilegítimo, de 13 años, nació varios días antes que Christopher, el benjamín de Maria. Arnold ha mantenido a Baena desde entonces y la ayudó a comprar una casa de cuatro habitaciones, valorada en 268.000 euros, en un barrio residencial a varias horas en coche de su vivienda.
Sus hijos legítimos no parecen dispuestos a perdonar al actor. Patrick escribió en Twitter: «A veces tenemos la impresión de ser una mierda»
Arnold trata de minimizar los daños con excusas y asegura que su separación de Maria es temporal. «Nos queremos mucho y hemos tenido la suerte de tener cuatro hijos maravillosos. Vamos a ocuparnos de la situación día a día». Sin embargo, sus hijos no parecen dispuestos a perdonarlo. Patrick, aún en edad escolar, escribió en Twitter: «A veces tenemos la impresión de ser una mierda. Nos gustaría ser normales, nada más, aunque eso no impide que siga queriendo a mi familia hasta el fin de mis días». Hace poco ha cambiado su nombre en Internet de Patrick Schwarzenegger a Patrick Shriver y su hermana mayor, Katherine, ha hecho lo mismo.
Arnold siempre ha sabido levantarse. En 1986, aquel culturista austriaco sin un duro dio un braguetazo con una hija de la aristocracia política americana. Después, eclipsó a su mujer y conquistó el cine, los negocios y la política. Hoy, su fortuna ronda los 400 millones de dólares. Maria ya ha contratado a una abogada matrimonialista con fama de dura de roer. La prensa habla del divorcio del siglo.