Siempre picó alto: quería ser presidente de Francia. Estaba muy cerca. Ser director del Fondo Monetario Internacional lo había lanzado hacia el Elíseo. Los franceses consideraban a DSK irresistible e intocable. Ya no lo es. La denuncia de una camarera mandó sus aspiraciones y su aura al basurero. Mujeriego empedernido, nos adentramos en el lado oscuro del hombre que pudo «reinar»Por C.L [Este artículo fue publicado el 31 de julio de 2011]

Los terremotos siempre han sacudido su vida. Y cuanto más ascendía, más era él mismo el origen de esa aitación.

La historia de Dominique Strauss-Kahn comenzó con un terremoto de magnitud 5,7 que destruyó el centro de Agadir, en Marruecos. Más de 12.000 personas perdieron la vida. Su familia, que vivía en la cuarta planta de un edificio moderno, salió indemne. Pero el padre, un abogado especialista en cuestiones fiscales, perdió de golpe su clientela y su fortuna. Para su hijo mayor, Dominique, los días felices de las meriendas despreocupadas en la playa con su niñera alemana habían acabado. Para Dominique Strauss (el apellido Kahn, el de su otro abuelo, lo unió ya de adulto), la infancia acabó aquella noche de 1960: «A partir de ahí fui uno de los mayores», le dijo tiempo después a su madre.

Domi, como lo llamaban sus padres, tenía 10 años la primera vez que el mundo se derrumbó a su alrededor. La última sacudida le ha llegado con 62. El 14 de mayo salió desnudo de la ducha, se encontró con una empleada de hotel de 32 años, una guineana media cabeza más alta que él, y desencadenó un terremoto político y judicial.

Nada más registrarse en el hotel, Strauss-Khan propuso a dos empleadas que le hicieran una visita en su ‘suite’, se negaron

La polémica sobre aquellos 20 minutos en la suite presidencial del hotel Sofitel de Nueva York ha adquirido los rasgos de un conflicto cultural: la pretendida decadencia francesa contra la hipotética mojigatería estadounidense. Probablemente nunca se sepa qué ocurrió. Solo se sabe que se encontraron restos de esperma de DSK en la moqueta, la pared y la blusa de ella. ¿Qué demuestra? «Que mi representada fue violada», afirma Kenneth Thompson, el abogado de la guineana. Nada, dicen los de DSK, no hay pruebas de que el acto no fuera consentido.

A comienzos de mayo de 2011, DSK se encontraba en su cénit. Como director gerente del Fondo Monetario Internacional, ganaba 495.000 dólares al año libres de impuestos; una fortuna, pero podría ganar eso al mes si trabajara para un banco de inversión. Desde esas alturas, sin embargo, planeaba asaltar la Presidencia francesa. Las encuestas lo situaban por delante de Nicolas Sarkozy. Los franceses recordaban su pragmatismo como ministro de Economía. El antiguo «comunista a media jornada», como él mismo se definía y que perteneció hasta 1972 a la izquierda radical, se transformó en un socialdemócrata moderado.

Pero a comienzos de mayo de 2011 seguía dudando si postularse o no y los franceses se preguntaban por qué. ¿Quizá porque hay dos DSK, el economista y el salvaje, el hombre que encuentra excitante las fronteras de lo permitido, ese hombre del que la actriz Danièle Evenise dijo en la radio: «¿Quién no ha sido acorralada alguna vez por él?». Aunque, por otro lado, ¿no es cierto que las mujeres también lo persiguen? En la biografía oficial de DSK (Michael Taubmann, Le Roman vrai de Dominique Strauss-Kahn, Editions du Mement), Véronique Bensaïd, antigua colaboradora durante sus años en el Ministerio de Economía, afirma que a su jefe «lo perseguían más de lo que él perseguía». Ella vio a varias mujeres dispuestas a hacer cualquier cosa por tener una relación con él. Por París circulan mil historias sobre visitas a un conocido club de intercambio de parejas, fotos comprometedoras…  ¿Intuía DSK que sus rivales planeaban atacarlo con un escándalo organizado? De vez en cuando, el Elíseo filtra a la prensa algún episodio turbio, como el de aquel control policial en una zona frecuentada por prostitutas en el que DSK fue sorprendido en una «situación lamentable».

En Francia, la privacidad está más protegida que en cualquier otro país de Europa. Los franceses son mucho más permisivos consigo mismos y con sus famosos. Especialmente, con las aventuras de quienes los gobiernan. Un antiguo ministro de Giscard d’Estaing dijo de él que era «el único presidente del mundo del que se sabía dónde no dormía»…, en el palacio del Elíseo, evidentemente. Toda Francia sonrió cuando se supo que el presidente se había chocado contra un camión a las cinco de la mañana, cuando conducía de vuelta a casa tras una noche de amor. Y cuando Lady Di murió en París, nadie pudo hallar a Jacques Chirac, ni su chófer sabía con qué dama había desaparecido.Bernadette, la esposa de Chirac, tuvo que acompañar sola el ataúd.

Cuando, en 2007, la joven escritora Tristane Banon contó en la televisión cómo forcejeó con un excitado DSK, no pasó nada. Un año después, una compañera de partido declaró que no querría «estar sola con él en una habitación cerrada». En 2010 se publicó un libro en el que se citaban todas sus aventuras con pelos y señales. ¿Qué pasó? Nada.

Anne Sinclair: «Todo el mundo sabe que estas cosas pueden pasar en un matrimonio. Es agua pasada. Nos amamos como el primer día».

Cuando a su mujer, Anne Sinclair, se le preguntó en 2006 si le dolía que se considerase a su marido un seductor en serie, respondió, altiva: «No, estoy orgullosa. Para un político, seducir es importante» . También se mantuvo firme cuando, un año después, el ya director del FMI comenzó una aventura con una colaboradora. El asunto casi le costó el puesto. La colaboradora afirmó que había accedido a sus presiones, porque pensó: «Si lo hago, estoy perdida, y si no lo hago, también». Para ella, DSK era un «hombre con un problema» y «quizá no sea el indicado para dirigir una organización en la que trabajan mujeres». Anne Sinclair le quitó hierro al asunto: «Todo el mundo sabe que estas cosas pueden pasar en un matrimonio. Es agua pasada. Nos amamos como el primer día».

Rep.85464 Paris/France Sept.4th, 2011 NON EXCLUSIVE almost four monts after have been arrested in New York, Dominique Strauss Khan is back in France with his wife Anne Sinclair. Anne Sinclair ;Dominique Strauss-Kahn  

La antigua periodista televisiva Anne Sinclair, que nació en julio de 1948 en Nueva York, es nieta de Paul Rosenberg, uno de los galeristas más famosos de entreguerras. Cuando la multimillonaria se casó con el ministro Strauss-Khan, en 1991, ella era una estrella de la televisión francesa muy querida. El ministro socialista ascendió socialmente de su mano. La pareja está casada en régimen de separación de bienes, pero viven como príncipes, con casas en París, Washington y Marrakech. El escándalo llegó en mayo, cuando los paparazis los sorprendieron en un Porsche Panamera. Era de su asesor de prensa, pero la foto se consideró una prueba de que DSK había perdido el contacto con el suelo.

El viernes 13 de mayo, DSK voló a Nueva York; allí, en la Universidad de Columbia, estudia la hija nacida de su segundo matrimonio. Por la noche se registró en el hotel Sofitel. Le hicieron descuento: ocupó por 800 dólares la suite presidencial del piso 28, cuando su precio es de 3000 la noche. DSK pertenece al consorcio francés Accord, sus dueños se encuentran, desde un punto de vista político, próximos a Sarkozy. Nada más registrarse, le preguntó a dos empleadas si le harían una visita a su suite; ambas se negaron. Más tarde comió con una joven, que lo acompañó a su habitación. La cámara del vestíbulo los muestra tomando el ascensor a la 1.20 de la mañana. La mujer abandonó el hotel a las 3.10. Ha rehusado hacer declaraciones.

«El poder es el afrodisiaco más potente», -dijo Henry Kissinger. «Y si no lo es, siempre queda la industria farmacéutica», añadió el presidente francés en una cumbre del G-7, según se afirma en el libro Sexus politicus, que airea las costumbres amatorias de la élite francesa. «Con la nueva píldora se puede hacer el amor cuatro veces en un fin de semana», comentó un admirado Chirac al grupo de colegas presidentes.»¿Cuatro veces?» El italiano SilvioBerlusconi empezó a reírse: «¡Entonces es un calmante!».

El sábado, a las 9.24 de la mañana, DSK pidió el desayuno. Para una persona. A las 12.00, la limpiadora Nafisatu Diallo abrió la puerta de su suite. Lo que ocurrió a continuación no está claro. Los abogados de DSK insisten en que el sexo fue consentido. No dicen nada sobre si fue pagado o por gusto.

Resulta difícil de creer que una atractiva mujer de 32 años le haga una felación a un hombre de 62 años solo por diversión. Además, ella no sabía quién era… ¿O sí? Dos semanas antes, DSK le contó a un redactor de Libération cómo tendría que ser el escenario perfecto con el que alguien podría aprovechar su debilidad por las mujeres. ¿No es imaginable que una mujer recibiera 500.000 euros o un millón a cambio de afirmar que él la había violado en un aparcamiento ?

La versión de la limpiadora es diferente. Según afirma, a eso de las 12.00 entró en la suite, que creía vacía. Empezó a limpiar, cuando del baño salió un hombre desnudo. Quiso salir, pero él la arrojó sobre la cama para obligarla a practicar sexo oral. Logró liberarse, pero él la volvió a atrapar, le metió la mano por debajo de la falda y le practicó tocamientos. Se escapó otra vez y llegó al baño, donde cayó al suelo. Él la obligó de nuevo a practicar sexo oral, esta vez lo logró porque la sujetó del pelo «y controlaba su cabeza con violencia», según se lee en el informe del hospital.

«La señora Diallo llegó en estado de shock. No sabía bien quién la había atacado», afirma Susan Xenarios, la directora de un centro para víctimas de abusos. Esta mujer fundó el centro después de haber sido violada ella misma y no encuentra extraño que la limpiadora no denunciara el suceso inmediatamente, pues ella también siguió trabajando con total normalidad. Diallo fue primero a la suite contigua, luego se encontró con su superior en el pasillo. Muy alterada, le contó lo sucedido. A continuación, ambos se dirigieron a la suite 2806. Eran las 12.26.

Camino del aeropuerto reparó en que se había dejado su móvil del FMI, era el más importante. Estaba convencido de que los demás estaban pinchados

DSK ya había abandonado la habitación, hizo el check-out a las 12.28. Iba con prisa. La cámara del vestíbulo lo muestra saliendo del hotel con restos de pasta de dientes en los labios. Tomó un taxi. Había quedado a la una para comer con su hija, luego iba a París, tenía una plaza reservada en primera clase. La hora de salida del vuelo AF 023 era las 16.45.

Strauss-Kahn llegó a las 12.45 al restaurante donde ya lo esperaba su hija. Tomaron pescado y vino blanco. A las 14.15, DSK se subió a un taxi y, de camino al aeropuerto, reparó en que se había dejado el móvil, puesto a su disposición por el FMI. Es su teléfono más importante, está protegido, es el único que usa en París porque está convencido de que Guéant, el ministro del Interior de Sarkozy, ha ordenado pinchar sus otros teléfonos. ¿Paranoia? Su preocupación no es del todo injustificada, en la capital del amor todo el mundo ha escuchado a los demás. Chirac supo por las llamadas de teléfono que su rival, el presidente Giscard, le regaló a su amante un juego de ropa de cama de seda de una marca de lujo. ¿Y qué hizo Chirac? Pues le regaló a su amante, una periodista, ropa de cama de la misma marca.

A las 15.29, cuando DSK llamó al Sofitel para pedir que buscaran su teléfono, la Policía ya estaba en el hotel. El detective John Mongiello oyó la conversación y le ordenó decir al empleado que le enviarían el móvil al aeropuerto. Lo que hizo fue mandar a dos agentes que detuvieron a DSK a las 16.40 junto a la puerta 4 del aeropuerto, poco antes de la salida del avión.

El teléfono sonó en el palacio del Elíseo antes de que DSK llegara a la comisaría de Manhattan. Era medianoche en París cuando René-Georges Querry, el director de seguridad de Sofitel y antes mando de la Policía francesa, llamó a su amigo Ange Manzini, el coordinador de los servicios secretos del presidente. Al principio no lo creyó. «¿Estás seguro?». Sarkozy fue informado del asunto a eso de las dos. Hasta la fecha, el presidente Sarkozy se ha mantenido al margen. ¿Por qué debería atacar si su rival más peligroso se sabotea a sí mismo?

El hecho de que el palacio del Elíseo fuese informado directamente a través del Sofitel hizo que la teoría de la conspiración empezara a crecer en París. Se recordó, por ejemplo, que el jefe de la Policía de Nueva York, Ray Kelly, es amigo de Sarkozy. La socialista Michèle Sabban no fue la única que habló de «complot» y atentado político. Pierre Chevènement, antiguo ministro del Interior, también afirmó que todo le recordaba al caso Dreyfus, el oficial judío a quien «casi todo el mundo tuvo al principio por culpable (de ser un espía alemán) y luego tuvieron que pasar años antes de que lo declararan inocente». Chevènement no descartaba «ninguna hipótesis», añadía que sabía que existen oscuros semilleros donde se gestan este tipo de casos.

Conocer, política, Strauss-Khan, Dillion

DSK fue interrogado en comisaría. A las 2.15 era detenido formalmente. El domingo, hasta el propio Cyrus Vance, el ambicioso fiscal de Manhattan, creía que el caso era claro. La víctima había señalado a DSK en una ronda de identificación.

Pasadas 24 horas de su interrogatorio, DSK tuvo que sufrir el llamado perp walk, muy habitual en EE.UU., y que consiste en mostrar a la prensa al acusado con las manos esposadas a la espalda para que no se pueda tapar el rostro. La imagen que ofreció DSK espantó a sus amigos en Francia.

Las declaraciones de la limpiadora parecían creíbles y los médicos atestiguaron hematomas en la zona genital y una herida en el hombro. El fiscal llevó al sospechoso ante el tribunal el mismo lunes. Estaba seguro de lo que hacía.

La jueza Melissa Jackson abrió el caso a las 12.06; apenas 30 minutos después tanto ella como el jurado se mostraron convencidos de que había que dictar una orden de cárcel contra DSK. El acusado salió esposado de la sala. Pocas veces un poderoso cae en tan poco tiempo: de una suite a una celda individual y sometido a vigilancia las 24 horas por riesgo de suicidio. En la prensa ya no se hablaba de si era culpable o no, sino de si había que condenarlo a 25 o a 75 años. La mujer que lo acusó, por su parte, era presentada como una Virgen María venida de la selva, una musulmana devota, madre soltera, que recibió asilo político en 2006 porque en su país no solo le practicarían la mutilación genital, sino que sería sometida a una violación colectiva.

La prensa sensacionalista cambió de la noche a la mañana. El día antes, DSK era «un cerdo». Al día siguiente, ella era «una puta»

El jueves 19 de mayo, un gran jurado abrió proceso contra DSK. Tras seis días fue puesto en libertad bajo fianza. Se sucedieron seis semanas de sospechoso silencio y el viernes 1 de julio el fiscal Vance mantuvo una reunión por sorpresa con el tribunal y se produjo un nuevo terremoto. La acusación se tambaleó, el fiscal Vance admitió la existencia de dudas sobre la credibilidad de la testigo, que había mentido a los investigadores. Por ejemplo, no esperó en el pasillo, tal y como declaró bajo juramento ante el gran jurado, sino que siguió limpiando después del suceso. Su declaración para la solicitud de asilo la había aprendido de memoria escuchándola de una casete y las violaciones masivas en Guinea eran pura invención. Además, había incluido en su declaración de la renta al hijo de una amiga y mentido sobre sus ingresos para conseguir una casa barata; en su cuenta corriente había entradas y salidas de grandes sumas de dinero. Lo peor: una conversación telefónica que, presuntamente, mantuvo el día siguiente a los hechos con un amigo encarcelado en Arizona por tráfico de drogas. en un idioma africano, el fulbé, habría dicho:»Tranquilo, el tipo tiene mucho dinero. Sé lo que hago».

La prensa sensacionalista neoyorquina cambió de la noche a la mañana. El día anterior, DSK era un cerdo en el New York Post; al día siguiente, la limpiadora era una puta. La criminóloga Alafair Burke afirma: «Una testigo con defectos es habitual en los crímenes sexuales, las víctimas no son perfectas». Harry OReilly, un comisario de policía jubilado que en los años 70 dirigió una unidad especial para víctimas de violencia sexual en Nueva York, insiste en que es frecuente que las víctimas tengan un trasfondo dudoso y que se contradigan. Pero, añade, «los investigadores deben establecer si el crimen ha tenido lugar y no dejarse influir por la historia de la mujer, incluso en el caso de que salgan mentiras a la luz. Es discutible que esto último haya sido así.

La máxima de a quien ha mentido una vez nadie lo cree, aunque diga la verdad es un mandamiento en los tribunales de EE.UU». Es cierto que el fiscal seguía sosteniendo la acusación, pero DSK fue puesto en libertad poco después y solo se le retuvo el pasaporte. Aquella misma noche salió a cenar con su mujer y unos amigos. Pidió pappardelle con trufas, un plato de cien euros.

La alegría fue tan grande entre los amigos de DSK en París que algunos volvieron a verlo de nuevo en la carrera presidencial. La revista Le Point escribió en portada: «¡La resurrección!». La realidad es que dos tercios de los franceses ya no lo consideran apto para ser candidato. Pero el dividido Partido Socialista parece haber perdido definitivamente el norte tras este «río de mierda», en palabras de un portavoz.

A DSK puede pasarle como a O.J. Simpson, que fue declarado inocente por el jurado, pero tuvo que pagar 33.5 millones de indemnización

No son pocos los que hablan de DSK como de un mesías, el único capaz de librarlos de Sarko. Pero la acusación sigue en pie en EE.UU. y también la amenaza de un juicio civil en el que ya no habrá que convencer «sin ningún género de duda» de la culpabilidad del acusado a un jurado formado por 12 ciudadanos. Ahora serían únicamente jueces quienes estudiarían la validez de las pruebas. A DSK podría sucederle lo mismo que a O. J. Simpson, declarado inocente en un proceso penal, pero encontrado culpable en el juicio civil de haber asesinado a su mujer y a un amigo de ella y condenado a pagar una indemnización de 33,5 millones de dólares.

Aunque saliera indemne, en París le espera otro escándalo: la escritora y periodista Tristane Bannon ha presentado una denuncia por intento de violación, respondida a su vez por el abogado de DSK con una demanda por calumnias.

Esta joven mujer de apariencia vulnerable habla en sus novelas autobiográficas sobre la rabia nacida de su caótica infancia. Su padre, Gabriel Bannon, hombre de negocios y asesor del líder palestino fallecido Yasir Arafat, nunca mantuvo contacto con ella; su madre, la diputada socialista Anne Mansouret, apenas tenía tiempo para ella y fue durante un tiempo amante de DSK. Su primera novela, Olvidé matarla, está dedicada a su cuidadora; en el capítulo 13 de la tercera, Trapecista, describe un presunto intento de violación.

La escritora ya habló de esta experiencia en 2007 durante un coloquio en televisión; los hechos tuvieron lugar en 2003, cuando tenía 23 años y se preparaba para entrevistar a DSK. «Es un chimpancé en celo. Estábamos en un apartamento totalmente vacío, solo había un televisor y una cama grande. Puse la grabadora. Me pidió que le cogiera la mano, porque lo que tenía que confesar era muy íntimo, yo accedí. Después de la mano vino el brazo; luego, algo más; entonces le dije que parara. Todo terminó de forma muy violenta, porque yo le repetí claramente que no, que no. Luchamos en el suelo, le di bofetadas y hasta patadas, pero él rompió mi sujetador y trató de bajarme los vaqueros. Entonces me marché y él me envió un SMS enseguida: ‘¿La he asustado?’. Mientras peleábamos, le dije algo de ‘violación’, para meterle miedo, pero no se asustó, estaba acostumbrado».

Su madre le desaconsejó que presentase una denuncia. Hoy se arrepiente: «No quería someterla a más presión, pero minusvaloré el trauma que había sufrido. «Aquello fue, sin lugar a dudas, un intento de violación». Pero no está tan claro que el juez lo vea así, ni siquiera que admita la denuncia, pues el plazo de prescripción para el delito sexual expiró en 2006.

Puede que muchos franceses lamenten que «el espacio erótico entre los sexos se haya vuelto mucho más americano», como lo expresa la profesora de Filología Barbara Vinken. Algo más puritano, algo más transparente. Pero el hombre al que hasta hace poco los franceses habrían elegido como presidente, el hombre que era sinónimo de sexo y poder, hoy ya no tiene opciones de llegar al Elíseo. Eso también es una revolución francesa.

Le roman vrai de Dominique Strauss-Khan, de Michel Taubman, editado por Editions du moment

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