Acaba de cumplir 80 años y vive retirado de la vida pública. Sin embargo, durante años el arzobispo Desmond Tutu se alzó como uno de los grandes héroes de la lucha contra el «apartheid» en Sudáfrica. Encarcelado Nelson Mandela, el Nobel de la Paz de 1984 asumió el mando con valentía. un libro rinde ahora homenaje al hombre que nunca quiso reinar.

Siempre negó ser un líder en la lucha por los derechos de los negros en Sudáfrica. Nuestros verdaderos líderes están en la cárcel o el exilio , repetía.

Desmond Tutu creía que su misión personal era cumplir su mandato como pastor de la Iglesia cristiana y seguir los deseos de Dios. hacer que su pueblo consiguiera la liberación absoluta. Pero lo cierto es que Tutu fue un líder de especial importancia durante la terrible época del apartheid, porque llenó el vacío dejado por aquellos silenciados durante la época en que Sudáfrica estuvo regida por sus dos mandatarios más tiránicos. B. J. Vorster, en los años 60 y 70, y P. W. Botha, en los 80. Tutu se vio forzado a asumir tan difícil papel tras su regreso a Sudáfrica en 1975 como deán de la catedral de Santa María, en Johannesburgo, después de haber estado trabajando para el Consejo Mundial de las Iglesias en Gran Bretaña. Los jóvenes negros sudafricanos se sentían por entonces más frustrados que nunca. Al año siguiente se dio la tragedia en el gran barrio de Soweto cuando la Policía mató a 23 estudiantes. La carnicería originó una nueva oleada de protestas, con el resultado final de más de 600 muertos. Millares de personas resultaron heridas y unas 30.000 fueron detenidas, interrogadas y muchas veces torturadas por la Policía de seguridad. La revuelta fue sofocada finalmente, pero supuso el punto de no retorno en la lucha por la liberación de los negros. Tutu ocupó lo mejor que pudo el vacío en el liderazgo de los oprimidos, con empuje y valentía, hasta que el sucesor de Botha, el nuevo presidente F. W. de Klerk, asombró al mundo entero en 1990 al anular la prohibición de los movimientos políticos negros y anunciar la próxima puesta en libertad de Nelson Mandela. Durante esos 15 años tormentosos, Tutu se vio obligado a hacer maravillas en la cuerda floja. tenía que hablar como un radical para no perder la credibilidad entre los negros al tiempo que corría el riesgo de ser percibido como un peligroso revolucionario por el Gobierno de los blancos. Tutu tenía claro que la violencia no era el camino. Yo nunca voy a decirle a nadie que empuñe una pistola, pero pienso rezar por aquel que empuñe el arma , dijo cierta vez. Aborrecía la violencia hasta tal punto que más de una vez se interpuso, con un valor físico impresionante, en el camino de las turbas de militantes decididos a castigar de la peor forma posible a individuos tenidos por confidentes policiales, colaboracionistas o cooptados por el sistema. En un momento dado amenazó con irse del país para siempre si no cesaban los asesinatos. La defensa por parte de Tutu de medidas no violentas, como las sanciones económicas y la no inversión en Sudáfrica, hizo que su existencia en el país se volviera todavía más difícil. Sus propuestas provocaron reacciones muy airadas, incluso dolorosas para él, en el seno de su propia Iglesia anglicana y entre sus partidarios blancos de izquierdas. Recibió llamadas telefónicas insultantes y amenazas de muerte durante varios años. Las paredes de su casa estaban cubiertas de groseras pintadas. Lo más irónico es que la sañuda persecución por parte de los mandatarios blancos hizo que Tutu recuperase el prestigio entre los negros, a pesar de sus propuestas moderadas. Siguió defendiendo su postura hasta que sus principios fueron recogidos en la nueva Constitución del país, y su sueño de una nación ungida por Dios con los colores del arcoíris se convirtió en el lema popular de la nueva Sudáfrica. Cuando Mandela y los demás líderes negros por fin fueron excarcelados, Tutu se mantuvo fiel a la palabra dada, abandonó el protagonismo político y se convirtió en presidente de la Comisión Nacional para la Verdad y la Reconciliación. El suyo fue un triunfo personal que lo llevó a ser laureado con el premio Nobel y a convertirse en la conciencia moral de la nueva Sudáfrica. üNomalizo Leah Shenxane, esposa de Tutu.La primera impresión que tuve de él fue la del hijo engreído del director del colegio. Yo tenía 13 años y él era un par de años mayor. Había tenido tuberculosis y, tras una larga convalecencia, su familia le consentía todos los caprichos. Pero a mí me gustaba. Parecía un buen chico. Era muy reflexivo, todo un caballero y en el colegio siempre lo había encontrado guapísimo. Empezamos a salir después de que yo me pusiera a estudiar Pedagogía. Lo más raro de su propuesta de matrimonio fue Bueno, sencillamente dijo. Verás. Mis padres quieren que me case de una vez . ¡Pues vaya! , pensé yo. Y pasamos a hablar de otros temas. Más tarde le escribí desde la universidad. Creo que voy a ayudarte a ser un buen hijo y obedecer a tus padres . üThandeka Tutu-Gxashe, segunda hija de Tutu. Mamá era quien mantenía la disciplina en el hogar y había quien la apodaba la bruja mala , cosa que no le hacía ninguna gracia. Se veía obligada a ese papel por culpa de mi padre, que nos lo permitía todo. Si por la noche teníamos una pesadilla, llamábamos a papá, quien venía al momento, nos tranquilizaba y conseguía que volviéramos a dormir. Nunca, eso sí, nos llevó a su dormitorio, pues no quería interrumpir el sueño de mi madre. Él la anteponía por encima de todo. Cuando lo pienso, me doy cuenta de que no fue un hombre típico de su generación. Me bañaba y asumía muchas responsabilidades a la hora de cuidarnos. No me gustaba mucho que me bañase, la verdad. Tiene la mano derecha parcialmente paralizada por la polio que sufrió de niño, así que siente que te hace daño al cogerte del brazo. Prefería que me bañase mi madre, pero el hecho es que se implicaba de un modo poco frecuente en nuestra sociedad. üTutu, sobre sus días en Londres en los años 60.A veces parábamos a un policía y le preguntábamos por una dirección, aunque ya supiéramos el camino. Nos maravillaba escuchar a un policía blanco dirigirse a nosotros con cortesía, tratándonos de señor y señora.üTutu habla de su madre, Aletta. Nunca cocinaba lo justo para su familia. Mi padre se indignaba por preparar esas comilonas enormes, pero ella seguí cocinando con la idea de que alguien se presentaría de improviso a la hora de cenar. Creo que todos en nuestro barrio lo sabían, pues siempre había quien se presentaba justo cuando mi madre iba a servir la cena. Y ella, encantada. La quería muchísimo. Muchas veces mi padre bebía de más y la maltrataba. Yo me ponía furioso. De haber sido más fuerte, me habría enfrentado con él a puñetazos.üCarta a Pieter Botha, 1976. Señor, le escribo porque tengo el creciente miedo de que, si no se toman medidas drásticas pronto, en Sudáfrica vamos a sufrir violencia y derramamiento de sangre. Cada pueblo tiene sus límites. Temo con espanto que alcancemos pronto un punto de no retorno, que los acontecimientos se nos escapen de las manos, que nada pueda evitar que alcancen una dimensión sangrienta, lo que es demasiado horroroso para aceptarlo , por citar sus propias palabras, señor. üCarta de Pieter Botha a Tutu, 1988. Debe usted a todos los cristianos una explicación sobre su adscripción precisa. Tiene que responder a la pregunta de si actúa usted en representación del reino de Dios o del reino prometido por el ANC y el SCAP (partido comunista). Si se trata del segundo caso, dígalo con claridad y no se esconda tras las estructuras y los ropajes de la Iglesia cristiana, pues el cristianismo y el marxismo son opuestos irreconciliables. üTutu, en un discurso de 1987. Se dice que un hombre negro cierta vez reprochó a Dios el hecho de que lo hubiera creado negro. ¿Qué clase de color es este que me has dado, oscuro y feo a más no poder? Por no hablar de mi pelo lanudo y de esta narizota chata que me has puesto de un manotazo en medio del rostro . Cuando terminó de quejarse, un vozarrón imponente contestó. Hijo mío, te he situado en mi propio jardín del Edén, en África. ¿Puedes imaginar lo que sería de ti si tuvieras la piel más clara bajo el maravilloso, fuerte sol africano? ¿Y cómo podrías oler los primorosos aromas de mis magníficos jardines si tuvieras una naricilla insignificante? Y si tuvieras el pelo liso y largo, ¿cómo te las arreglarías para correr como una gacela por mis tupidos bosques africanos . El hombre negro entonces apuntó. Dios mío, ¿puedo decirte una cosa? . Sí , respondió Dios. Y el negro dijo. Pues que vivo en Filadelfia .üTutu vota por primera vez, abril de 1994.

El momento ansiado durante tanto tiempo al fin se ha hecho realidad. doblé la papeleta electoral y voté en la urna. ¡Bien! , exclamé. La sensación ha sido mareante, como enamorarse de alguien. El cielo de pronto refulgía más azul y bonito. Veía a las personas bajo una nueva luz. Todas eran más hermosas. Se habían transfigurado. Yo mismo me sentía transfigurado. Era como un sueño.üAung San Suu Kyi, líder opositora birmana. Oí decir que me llamaba su pin-up (chica de calendario). Es muy bonito por su parte, así que le envié una bonita fotografía mía. La gente me pregunta con frecuencia quiénes son mis héroes. Siempre repito que el más grande es Desmond Tutu. üRichard Branson, magnate. Una de las experiencias más divertidas de mi vida fue, con ayuda de Peter Gabriel, enseñar al arzobispo a nadar. Es un hombre muy alto y le costaba mantener el control de su cuerpo en el agua, pero estaba decidido a aprender. Se olvidó de decirme que era capaz de caminar sobre las aguas, eso nos habría facilitado las cosas.

Líderes de la manoTutu y Nelson Mandela, dos grandes líderes de la lucha contra el apartheid, nunca escatiman elogios mutuos. Mandela siempre agradece a Tutu los grandes serivicios prestados a Sudáfrica .

En familia y en acciónA la izquierda, con Leah, su esposa desde hace 56 años. La pareja tiene tres hijas y un hijo. Arriba, Tutu oficia bajo un toldo el funeral por una estudiante abatida por la Policía en 1985.

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