Mientras la mayoría de las empresas periodísticas languidecen, el imperio mediático de Michael Bloomberg está mejor que nunca: ingresos millonarios, delegaciones planetarias, un canal de televisión, de radio, internet y es que este sexagenario cuenta con un «arma secreta»: tan potente como su ambición [Publicado el 1 de enero de 2012]. Por Darío Calabor / Fotos: Getty Images

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Lo comparan con Bill Clinton por su carisma, con Rupert Murdoch por su voracidad a la hora de acumular influencia y con Bill Gates por su espíritu visionario. Tres en uno. Pero ¿Quién es Michael Bloomberg? ¿Y cuál es la fuente de su poder?

A sus 69 años, acumula una fortuna de 15.000 millones de euros que lo sitúa entre las 30 personas más ricas del mundo. Divorciado, dos hijos. De Boston. Educado en Harvard. Va por su tercer mandato como alcalde de Nueva York. Pero su ambición y sus recursos son tan formidables que los norteamericanos han visto en él al nuevo Ciudadano Kane.

Mister Bloomberg quiere dominar el mundo 1

Para entender a Bloomberg, se debe empezar por describir la compañía que fundó: Bloomberg L. P., de la que controla el 88 por ciento. Durante la década que lleva como alcalde, Bloomberg tiene prohibido influir en las decisiones de la empresa, aunque nadie duda de que es el timonel en la sombra y que la usa al servicio de sus intereses políticos. Por ejemplo, su reciente expansión desde Wall Street a Washington.

En un momento en que la mayoría de las empresas periodísticas están en recesión, a Bloomberg le va mejor que nunca. Su sede es un rascacielos de 55 pisos en Manhattan. Tiene en plantilla más de 2700 periodistas, repartidos en 150 delegaciones en 72 países. Un canal de televisión enfocado a las finanzas, emisoras de radio, telefonía móvil, aplicaciones en Internet Y sigue creciendo. Ha comprado la revista Businessweek y la gigantesca consultora BNA. Se rumorea que su próxima adquisición será el Financial Times. Pero lo que hace único al imperio Bloomberg es su particular gallina de los huevos de oro. La famosa terminal de datos, más conocida como ‘La Bloomberg’.

¿Qué es?

Un ordenador omnisciente del que fluye tal chorro de datos financieros y económicos las 24 horas del día que no hay inversor en el mundo que no esté pendiente de él. ¿Una exageración? Tiene 313.000 suscriptores, entre fondos, empresas, bancos La suscripción mínima ronda los 1.500 dólares al mes, aunque, según los servicios que se contraten, el montante puede ser mucho más caro.

Muestra en tiempo real información sobre acciones e inversiones. Inunda al inversor de análisis, estudios, opiniones, posiciones Una marea de cifras verdes o rojas, dependiendo de si los valores suben o bajan. Ofrece una radiografía exhaustiva de cada empresa, de cada valor, todo centralizado en la pantalla del ordenador, en la tableta o en el smartphone del inversor. De un solo vistazo. Permite, además, realizar compraventas en línea y en cuestión de segundos. Los mercados nunca duermen. Londres, Nueva York, Tokio…

Su gallina de los huevos de oro es la terminal de datos Bloomberg, que muestra en tiempo real información financiera a inversores de todo el mundo

La terminal proporciona a la corporación unos ingresos anuales de 6000 millones de dólares: el 80 por ciento de sus ganancias. Un cheque en blanco para que Michael Bloomberg haga con él lo que más le apetezca. Y lo que le apetece, dicen, es dominar el mundo. La revista Newsweek resume así la filosofía que alienta a la todopoderosa terminal: «Si uno de los principios rectores del periodismo es apalear a los poderosos, Bloomberg ha conseguido su fortuna reconfortándolos con todos los datos que necesitan para realizar sus labores financieras con seguridad y confianza». Así, cada noticia está barnizada con el sesgo Bloomberg. Por descontado, se protegen los intereses de Wall Street y la city londinense. Una burbuja donde el resto no importa o importa menos. Donde la crisis de los periféricos adquiere connotaciones catastrofistas, con consecuencias dramáticas para los países afectados y opíparas para los especuladores. Y donde se pasa de puntillas por las malas cifras de los Estados Unidos y el Reino Unido. Endogamia patriótica.

La Bloomberg es también una máquina de generar scoops, esto es, exclusivas. Pero con una diferencia: esas exclusivas determinan el valor de las acciones de una empresa. Y eso son palabras mayores. Por ejemplo, el anuncio del lanzamiento de una nueva tableta lectora -Kindle Fire- propició que las acciones de Amazon se disparasen un cinco por ciento en cuestión de minutos.

La expansión es imparable y silenciosa

Con una dirección. el asalto de Washington. El magnate acaba de crear dos nuevos servicios por suscripción en Internet, BLaw y BGov. Su meta, seducir a los profesionales de la capital -abogados, lobbistas, legisladores- con un aluvión de datos, herramientas analíticas y noticias confidenciales, con el objetivo de que dichos profesionales terminen por sentirse incapaces de tomar decisiones sin consultar antes a Bloomberg, que ahora también proporciona a los suscriptores los codiciados datos de BNA, una agencia que elabora 350 boletines especializados. BNA no produce titulares de periódico, sino información confidencial sobre asuntos como el veredicto de un tribunal sobre una patente o el calendario de un proyecto de ley medioambiental. Bloomberg la ha adquirido por 990 millones de dólares.

Sus exclusivas periodísticas disparan el valor de una empresa en cuestión de segundos y, por supuesto, siempre amparan los intereses de Wall Street

Supongamos -explica Newsweek– que un lobbista que trabaja para una compañía carbonífera se propone impedir la promulgación de leyes que dificulten las operaciones mineras de su cliente. El lobbista se conecta a BGov.com (coste anual: 5700 dólares), que en el acto lo alerta sobre un proyecto de ley sobre la energía recién presentado en el Congreso.

En la pantalla se inicia el carrusel de datos vinculados a la noticia. BGov muestra al lobbista qué subcomisión va a estudiar el nuevo proyecto de ley y cuándo va a hacerlo, quiénes son los congresistas clave y cómo dichos congresistas han votado en el pasado. El lobbista, a continuación, examina la información sobre las próximas elecciones en la circunscripción electoral del congresista de turno; resulta que dichas elecciones se anuncian reñidas y que el congresista no ha logrado recaudar muchos fondos para su campaña. El lobbista, después, revisa el listado de sus donantes principales, quienes pueden ser inducidos a aportar nuevos fondos o, mejor todavía, a hablar con el congresista. Estos modos de presión, y un sinfín más, son la especialidad de los lobbistas, y Bloomberg considera que puede aportar los datos necesarios con mayor rapidez que sus competidores.

En Salomon Brothers era uno de los ejecutivos estrella. «Que me echaran fue una oportunidad», dice. La indemnización de diez millones también

Toda esta maquinaria parece engrasada para llevar a Michael Bloomberg a la Casa Blanca.De momento, discretamente. La corporación tiene previsto cubrir de manera exhaustiva la campaña presidencial de 2012. Será su banco de pruebas. «Los chicos de Bloomberg son muy, pero que muy listos. También están forrados de dinero. Y uno no se forra si comete errores», dice Robert Allbritton, uno de los comentaristas políticos con más influencia en Washington. Con los engranajes bien engrasados, el siguiente paso será postular a Michael Bloomberg para la Casa Blanca cuando abandone la Alcaldía, en 2014.

Mister Bloomberg quiere dominar el mundo 2

¿El cuento de la lechera? Puede, pero Michael Bloomberg es un tipo que siempre ha mirado más allá Lo hizo cuando fue despedido de la firma de inversiones Salomon Brothers. Allí era el rey de los bonos. Uno de los ejecutivos estrella, pero lo guillotinaron en 1981. Tenía 39 años. «Que me despidieran fue lo mejor de mi vida», suele decir cuando le hablan de crisis y de paro. «Una gran oportunidad que no desaproveché». Claro que le dieron una indemnización de diez millones de dólares, lo cual facilita las cosas. Montó una agencia de información económica por la que nadie daba un duro, teniendo en cuenta que sus competidores eran Reuters y Dow Jones. Pero Bloomberg se sacó su terminal de la chistera y el resto es historia.

Llegó de manera sorpresiva a la Alcaldía de Nueva York en 2002. Prometió disciplina y mano dura. Para entonces ya era el hombre más rico de la ciudad, aunque su fortuna se ha triplicado desde ese momento. Es un tipo que suele caer bien. Muchos demócratas reconocen que es el único republicano al que votarían. Es campechano; hace chistes en público, aunque le cuesta hilar un discurso, pues se trastabilla y vocaliza regular; su despacho es un cubículo del mismo tamaño que el de su secretaria. Le gusta comer en restaurantes griegos y jugar al golf. Y ha donado millones a causas filantrópicas.

Como alcalde es severo y paternalista

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Aumentó el número de agentes de Policía hasta llegar a los 50.000, más que el FBI y la CIA. Llenó las calles con miles de cámaras de vigilancia. Tiene la delincuencia a raya y apenas hay conflictos raciales. Prohibió las grasas trans en los restaurantes. Y está embarcado en dos cruzadas: una contra la venta de armas de fuego -«No sé por qué la gente debe tener derecho a llevar armas, las armas matan a personas», proclama; y otra contra el tabaco. Por cierto, que la compañía Bloomberg ha alquilado los 120.000 metros cuadrados de oficinas en un imponente edificio de la lujosa Park Avenue. ¿Su anterior ocupante? Altria, la tabacalera que se marchó de Nueva York por obra de la prohibición de fumar en locales públicos impuesta por él.

El caso es que sus políticas parecen funcionar: la esperanza de vida de los neoyorquinos ha aumentado 15 meses desde que llegó a la Alcaldía; la ciudad se ha recuperado admirablemente de los atentados terroristas y es un destino turístico de primer orden; y Bloomberg es tremendamente popular. Hasta Obama ha confesado que lo admira. Pero Michael Bloomberg, en 2014, tendrá 73 años. ¿Estarán los norteamericanos dispuestos a dejarse dirigir por un septuagenario cascarrabias? Y Michael Bloomberg ¿seguirá siendo capaz de tomarle el pulso al mundo?

 [Reportaje publicado el 1 de enero de 2012]

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