Un día decidieron grabar sus clases en vídeo, colgarlas en la red y, de pronto, se convirtieron en un fenómeno capaz de revolucionar la enseñanza. Por Fernando Goitia y Victor de Azevedo

El éxito de estos profesores, con sus clases gratuitas, de calidad y ‘adictivas’, calienta el debate sobre cómo adaptar el sistema educativo al mundo del siglo XXI.

Salman Khan, una forma divertida de aprender Matemáticas

«La escuela es aburrida». «El mundo entero se está transformando, pero el sistema educativo no ha cambiado desde el siglo XIX». «El modelo del profesor que suelta la lección a sus alumnos y luego los examina bajo un patrón estándar ha caducado». Bajo estas premisas, expertos de medio mundo llevan años pensando en cómo adaptar las aulas al siglo XXI.

Un debate que, hasta hoy, no parecía estar aportando grandes cambios al modo en que aprenden nuestros hijos. El éxito de la Academia Khan -un proyecto que ofrece clases gratis en Internet, que acumula casi 140 millones de visitas y cuyos vídeos ya se utilizan en el programa escolar en varias escuelas de California-, sin embargo, parece haber agitado la discusión en el seno de la comunidad educativa.

El gran eje del debate es cómo hacer atractivos el aprendizaje y la enseñanza. Una misión en la cual las nuevas tecnologías están llamadas a jugar un papel decisivo. Proyectos como la Academia Khan o el del valenciano Juan Medina, cuyos vídeos (www.lasmatematicas.es) cuentan ya con más de 20 millones de visitas, así parecen demostrarlo.

Ni Khan ni Medina, en todo caso, cuyas iniciativas arrancaron en 2006, son pioneros en este campo. Tres años antes, el astrofísico Walter Lewin convulsionó la enseñanza de la física con demostraciones prácticas que colgaba en la web. En sus clases, Lewin dejaba que una bola de acero colgada de un péndulo se acercara a su mentón o que la corriente eléctrica fluyera por su cuerpo. Hoy, sus más de cien vídeos acumulan dos millones de descargas cada año.

En la Red triunfan los profesores que conectan con el alumno. No se trata de hacer un ‘show’ ni de aburrir a las piedras

La idea detrás de esta enseñanza abierta y compartida es sencilla: se graban las lecciones y se cuelgan al alcance de cualquiera en cualquier momento y en cualquier lugar. Las de Khan, por ejemplo, comenzaron a ser utilizadas en 15 escuelas de California al inicio del presente curso escolar. «Los alumnos -explica Khan- ven los vídeos en sus casas, pueden rebobinar, detenerse, ir hacia adelante, verlo las veces que deseen; la lección está así siempre a su disposición». Al día siguiente, en clase, comparten lo aprendido, resuelven dudas y se desarrolla la interacción entre el profesor y sus alumnos. «Todos aprovechan mejor el tiempo que pasan juntos -añade Khan- con ejercicios prácticos y actividades en grupo».

Este nuevo concepto se ha dado en llamar flip teaching (‘darle la vuelta a la enseñanza’) y lo que propone en última instancia es invertir el método donde el profesor habla y los alumnos escuchan. Los mayores críticos del flip teaching, curiosamente, acusan a gente como Khan o Medina de ser demasiado tradicionales en su forma de enseñar. Los constructivistas, defensores del aprendizaje por descubrimiento, donde el alumno aprende las cosas por sí mismo para que así desarrolle su destreza para resolver problemas, no ven nada significativo en esta tendencia. Para este grupo, que promueve una revolución para que en las aulas domine la experimentación, lo que hacen Khan o Medina sigue siendo transmisión de conocimiento, no construcción del mismo.

Discrepancias aparte, la idea de que el modelo tradicional ha perdido validez despierta amplio consenso. Así lo cree Juan Freire, experto en cultura digital. «La educación se ha basado siempre en la transferencia de conocimientos del profesor al alumno -subraya-. Ahora, esta transferencia puede producirse de otras maneras».

Richard Baraniuk, fundador de Connexions, una pionera web de código abierto donde compartir, reutilizar, recombinar, interconectar y enriquecer libros de texto, conocida ya como el ‘Napster de la educación’ asegura que, de hecho, en un aúla, a partir de la tercera fila el grado de atención decrece exponencialmente. «Si lo que quieres es contarle algo a alguien -argumenta Baraniuk- una clase-conferencia puede ser útil, pero si quieres que aprenda de verdad, su eficacia es relativa».

«Los niños de hoy -abunda el británico Ken Robinson, autor del Informe Robinson, texto clave sobre los retos de la educación en el siglo XXI- se están criando en el periodo de estímulos más intenso de la historia: Internet, móviles, publicidad, televisión… y son penalizados en la escuela cuando se distraen. Pero ¿de qué se distraen? Pues de cosas aburridas, casi todo lo que se les enseña en el colegio». Por eso, para Robinson, una de las premisas básicas que debe plantearse cualquier reforma educativa es no aburrir.

Khan es de los que han tomado nota de este principio. Así lo entienden, al menos, los millones de personas que han dejado sus comentarios de agradecimiento en su web. «Recuerdo -cuenta Khan- uno de los primeros que recibí: ‘Por primera vez en mi vida me he reído haciendo derivadas’. Poco después recibí otro: ‘Mi hijo de 12 años es autista y las matemáticas eran para él una pesadilla. Nos tropezamos con sus vídeos sobre decimales y lo entendió enseguida. No nos lo podíamos creer’.  Imagínese -subraya Khan-, yo era analista de riesgos; no estaba acostumbrado a esto [se ríe]. Me hizo sentirme muy bien y decidí seguir». Ahora, seis años después, arropado por los grandes popes del negocio tecnológico, Khan piensa a lo grande: «Quiero ofrecer conocimiento de calidad sobre cualquier tema. Y gratis. Me gustaría hacer de la escuela un lugar divertido y eficaz, características que hoy no reúne».

Los vídeos que Khan realiza no son visualmente arrebatadores: su voz suena sobre un fondo negro a modo de pizarra en el cual sus explicaciones van traduciéndose en imágenes. Su estilo entusiasta y ameno, así como la entrega que pone en cada lección, es el factor que ha seducido a sus millones de seguidores. Es decir, la tecnología, para Khan, no es más que un vehículo bien aprovechado; sin talento comunicador, nadie le habría prestado tanta atención.

Internet aporta, en este sentido, un elemento de juicio inapelable. De entre toda la maraña de profesores y divulgadores que pueblan la Red, solo triunfan aquellos que enganchan con el alumno. «Hay mucha gente que, más que contenidos, ofrece un show -subraya Khan-. Otros saben mucho, pero aburren a las piedras. Supongo que conseguí aunar contenido y ritmo adecuados».

Esta criba, digamos, natural que se produce en la Red refuerza una de esas premisas educativas sobre las que cabe poca discusión: la clave de la buena enseñanza pasa por contar con buenos profesores. Este esisamente, uno de los puntos que a Ken Robinson le gusta subrayar. «Ya sea por Internet, a distancia o en persona, cualquier estudiante puede seguir un programa de estudios inadecuado -apunta-. Lo importante es que tus esfuerzos se enfoquen en la dirección correcta para sacar lo mejor de ti mismo, lo cual se consigue con una buena orientación. La tecnología es muy útil, pero sin buenos profesores que animen e impliquen a los alumnos seguimos igual».

La tecnología es muy útil, pero la clave de una enseñanza de calidad pasa por contar con buenos profesores

«Implicar a los alumnos» es, para Robinson, otro de los conceptos que debe regir toda reforma educativa que se precie. Según él, nuestro sistema anula la individualidad al definir la inteligencia en función de las aptitudes académicas. «Deberíamos pasar -sugiere- de este sistema ‘industrial’ a uno agrícola donde el colegio ponga las condiciones para que nuestras capacidades puedan florecer».

Son ideas que enlazan con la teoría de las inteligencias múltiples elaborada por el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales Howard Gardner. Este psicólogo, investigador y profesor estadounidense entiende que cada persona posee talentos específicos y que estos determinan nuestro aprendizaje. «Puedes ser sobresaliente en matemáticas, de la media en idiomas y mediocre en dibujo -sustenta Gardner-. Todos poseemos fuerzas relativas en potencia, pero para desarrollarlas se necesita motivación, modelos, apoyos…». En opinión de Gardner, Robinson y un gran número de expertos, el sistema que trata a todos los alumnos igual no facilita el desarrollo de ese potencial. «Debemos despertar en los niños todo eso que está dentro de ellos», concluye Gardner.

Juan Medina

JUAN MEDINA PROFESOR UPCT MATEMATICAS

Quería contagiar a sus alumnos la pasión por las matemáticas. Seis años más tarde, los videos de este valenciano enterraron el tópico «las matemáticas no me entran»

 «Este es el proyecto de mi vida», afirma Juan Medina. Se refiere a lasmatematicas.es, una idea que inició en 2006 para ayudar a sus alumnos de la Universidad Politécnica de Cartagena y que cuenta ya con más de 20 millones de visitas acumuladas y una legión de 40.000 fieles que le siguen con regularidad. «Como profesor, mi fijación siempre ha sido hacer fácil mi asignatura explica Medina. Yo veía que la gente llegaba de Secundaria con profundas carencias. Muchos copiaban en clase como locos sin enterarse de nada. En lugar de decirles ‘si no sabéis esto ya, apañaros como podáis’, pensé que si les grababa los ejercicios en vídeo, los ayudaría a ponerse al día en su casa». Así empezó a colgar vídeos en Internet y, de pronto, un aluvión de mensajes colapsó su correo. «La gente veía mis vídeos, se los bajaba y me enviaba correos agradecidos rememora. Me animé y me puse a grabar y a grabar».

Sus vídeos, más de 3000, se han convertido en una referencia en España y América Latina. «Tras el terremoto de Chile, muchos profesores los enviaban a sus alumnos para que no perdieran clase cuenta; en Paraguay, la OEA los ha incorporado a los ordenadores en los centros de Secundaria». Medina, subraya, ha hecho todo esto gratis, sin patrocinio alguno. De momento se conforma con saber que su trabajo marca una diferencia para muchos.

Walter Lewin

Hace diez años decició mostrar a sus alumnos, en sus propias carnes, los principos de la física, grabó las clases, las colgó en la web… inició una revolución

Al principio, sus alumnos lo tomaron por loco. No solo por su aspecto de genio descuidado; sobre la tarima de un aula del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) una de las instituciones universitarias más prestigiosas de EE.UU. Lewin montó un buen día su propio laboratorio de física y, a modo de conejillo de Indias, fue demostrando ante sus perplejos alumnos los principios que muchos de ellos se limitaban a leer en los libros. Lewin, que se declara «enamorado de la física», grabó sus clases en vídeo y en 2003 las colgó en OpenCourseWare, web de material docente en código abierto del propio MIT. En 2007, con millones de descargas a sus espaldas, Lewin apareció en la portada de The New York Times, que lo calificaba como un ‘gurú’ de la Red. Hoy en día, sus vídeos prácticos registran una media de dos millones de visitas por año y entre sus acólitos se encuentra Bill Gates, de quien conserva dos cartas de su puño y letra. Lewin, pionero en la investigación de la astronomía de los rayos X, cree que gracias a sus clases sus estudiantes empezaron a mirar el mundo de una forma distinta. «Muchos profesores piensan que lo principal es dar mucha materia en clase subraya. Es un error, porque poco de lo que te enseñan en el aula te sirve luego para la vida real». Lo dice Walter Lewin, un profesor cuyos alumnos nunca olvidarán.

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