Liquidaron a Osama Bin Laden y actúan allá donde lo requiera el Tío Sam, normalmente, al margen de las leyes internacionales. A pesar de ello, los Seals, el cuerpo de operaciones especiales de EE.UU., son hoy los grandes héroes del país más poderoso del mundo
Tanto que una película sobre sus hazañas, que ahora llega a España, se ha convertido en un taquillazo. Así son los hombres en quienes más confía Obama.
Es el tipo de gente a la que uno llamaría para salvar el mundo; el Occidental, al menos. Por eso, Obama ha confiado tanto en ellos: no en vano los Seal personifican la imagen más patriótica y heroica en un país deprimido por el extraño devenir de las guerras en Irak y Afganistán y su exorbitante coste.
Tras encargarse de Osama Bin Laden y liberar a numerosos rehenes en Irak, Afganistán y el océano Índico, el pasado enero los SEAL saltaron en paracaídas sobre tierras somalíes y rescataron a dos cooperantes de manos de un grupo de secuestradores. En estos tiempos de recortes presupuestarios y enemigos dispersos y difíciles de detectar, el actual presidente de EE.UU, confía cada vez más misiones a los cuerpos de operaciones especiales. De hecho, el dinero dedicado a los diferentes comandos de este tipo -cerca de 20 entre los distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas- se ha más que duplicado desde 2001, alcanzando los 105.000 millones de dólares anuales, y el número de despliegues sobre el terreno se ha más que cuadruplicado en este mismo periodo. Y, aun así, el jefe del Mando de Operaciones Especiales, que unifica a todos estos cuerpos, el almirante William H. McRaven -un ex-seal y el alma de la operación Tridente de Neptuno, que acabó con Bin Laden el 2 de mayo de 2011-, no deja de solicitar más recursos y más autonomía.
Las peticiones del jefe de los comandos reflejan el nuevo escenario abierto tras la retirada de Irak y el progresivo regreso a casa de las tropas en Afganistán. Al carecer de elementos sobre el terreno, las operaciones especiales ganan relevancia a marchas forzadas. Se estima que en 2012 estos cuerpos de élite realicen misiones en 120 países; 45 más que el año pasado. Pocos dudan, pues, de que las operaciones especiales viven su gran momento; y en concreto los SEAL. La muerte de Bin Laden y el rescate de rehenes en Somalia -país tabú para EE.UU. desde 1993, cuando murieron 19 soldados y 2 helicópteros UH-60 Black Hawk fueron derribados en una fallida operación bélica que obligó a una humillante retirada- han reforzado la imagen de este cuerpo de élite de la Marina como un orgullo nacional.
Por eso no es extraño que la película Acto de valor, la primera cinta rodada con auténticos seals, haya recaudado ya más de 80 millones de dólares, pese a recibir críticas demoledoras sobre la capacidad interpretativa de los militares y el guion. En sus escenas de acción, sin embargo, los productores y, sobre todo, la Marina han puesto toda la carne en el asador. Todos los artilugios bélicos que aparecen en pantalla son reales: un submarino nuclear, minisubmarinos, lanchas rápidas, helicópteros, aviones espía, lanzagranadas, bazucas, rifles de asalto, pistolas e incluso las balas. Y lo mismo se aplica a los combatientes: pilotos, aviadores, marineros o el personal de los submarinos también son militares reales. No en vano la idea central del rodaje era mostrar el combate a través de los ojos de los propios soldados. Tanto que el propio McRaven reconoce el valor de la película como una herramienta perfecta para el reclutamiento de nuevos seals.
Yo mismo -reconoce- me sentí atraído por el Ejército y las operaciones especiales después de ver a John Wayne en Los boinas verdes ; una película de 1968 sobre la guerra de Vietnam que al igual que Acto de valor hoy, contó con el apoyo total de la Casa Blanca, ocupada por Lyndon Johnson.
Vietnam fue, de hecho, el bautizo de fuego de los SEAL, un cuerpo nacido en 1962 a petición de John Fitzgerald Kennedy tras el fracaso de Bahía de Cochinos. Los SEAL (acrónimo de sea, air and land) fueron creados para la guerra de guerrillas y operaciones clandestinas en los entornos marítimo y fluvial. Su primer despliegue se realizó en el sureste asiático en 1964. Desde entonces han participado en todos y cada uno de los conflictos en los que EE.UU. ha estado implicado de forma directa o indirecta. Irán-Irak, Granada, guerra del Golfo, Panamá, Irak, Afganistán, Somalia, aunque la mayoría de sus operaciones permanece en estricta confidencialidad. Con semejante historial, no sorprende el éxito de la cinta en EE.UU., pero está por ver si la imagen de unos Rambos que toman el mundo como una zona de guerra por la que campar a sus anchas -en la cinta, los seals realizan operaciones a su antojo en Costa Rica, Somalia, México y el Pacífico Sur- choca contra la extendida idea de que EE.UU. se arroga el papel de policía global. Un debate que la propia Administración de Obama se toma en serio. Al presidente, de hecho, le preocupa encontrar un balance entre la creciente necesidad de recurrir a sus comandos y una correcta evaluación de las implicaciones estratégicas de expandir su misión. La imagen que se proyecte al exterior no es el único riesgo. conflictos diplomáticos derivados de misiones fallidas, desastres al estilo de Somalia, soldados convertidos en prisioneros o rehenes , extremos que harían añicos la imagen internacional de cualquier inquilino de la Casa Blanca.
Para evitarlo, los SEAL se empeñan en su formación desde el primer día. A la entrada de su campo de entrenamiento, en Coronado (California), inscrita sobre una tabla de madera, se puede leer. El único día fácil fue ayer , una frase que los nuevos reclutas deben interiorizar desde el primer instante. Don Mann, un seal retirado de 53 años, autor de Inside SEAL Team Six, cuenta que el objetivo de los instructores es asegurarse de que todo sale mal en las misiones de entrenamiento. Los reclutas son sometidos a brutales pruebas de resistencia y embarcados en falsas incursiones donde se enfrentan a sorpresas como bombas trampa, equipos defectuosos o fancotiradores inesperados. El objetivo de todo este exigente entrenamiento explica Mann es que, cuando un seal se enfrente a una misión real, al final de la misma pueda decir. ‘Ha sido pan comi
Tres Operaciones para sacar pecho
El 2 de mayo de 2011, un grupo de seals acabó con la vida de Bin Laden. Trasladados en dos helicópteros Black Hawk desde Afganistán hasta Abbottabad, al norte de Pakistán, asaltaron el refugio del líder de Al Qaeda y lo abatieron de un disparo en el pecho y otro en la cabeza.
En abril de 2009 liberaron al capitán del Maersk Alabama, un navío de EE.UU. secuestrado en el Índico por piratas somalíes. Tres francotiradores mataron a los hombres que custodiaban al rehén en cubierta.
