Nadie más lejos del artista hermético y endiosado que Rafael Canogar. Protagonista de uno de los momentos más brillantes del arte contemporáneo español con el grupo El Paso, nos enseña en su estudio las obras que está a punto de exponer. Por Gloria Otero.

Viéndolas y charlando con él, entendemos por qué este artista, cuyas obras se han colgado en museos tan importantes como el MoMA de Nueva York, dice que a sus 77 años se encuentra más en paz y más contento que nunca.

XLSemanal. Sigue fiel a la pintura, aunque es algo que casi no se ve ya en museos y galerías

Rafael Canogar. Sigo fiel y, además, mi obra actual es una reivindicación de la pintura, frente a la fatigosa transgresión que nos rodea. Hace cincuenta años, cuando yo empecé a hacer arte de vanguardia, estaban muy claras las diferencias entre lo que era pintura, escultura, fotografía y diseño. Y al margen había otras áreas que no se consideraban bellas artes, como los espectáculos, las acciones Pero en determinado momento fue muy difícil ya incorporar elementos nuevos a la creación bidimensional de una tela, después de que Mathieu incorporara el tiempo, haciendo cuadros en cinco minutos, como un espectáculo; o que el japonés Hiraga pintara con los pies sobre una tela en el suelo, balanceándose colgado de una soga. Entonces se empezaron a romper las fronteras entre los géneros. Yo mismo, en los años sesenta, incorporé la escultura a la pintura. Otros introdujeron la fotografía, la acción

XL. Y olvidaron la pintura

R.C. Sí, de hecho ya ni se enseña en las escuelas. Hoy, los jóvenes tienen mucha prisa por triunfar. Quieren un arte que llame la atención en las ferias y las bienales. La búsqueda de la originalidad es interesante, pero tiene su lado oscuro. el abandono de lo pictórico. Yo he querido ser fiel a mis principios. A la búsqueda del lirismo; de lo transcendente a través de la pintura. Y en eso estoy trabajando. en recuperar su capacidad de ilusionarnos, pero haciéndola más radical. reinventándola.

XL. ¿Cree que se puede reinventar?

R.C. Sin duda. Esa es también la historia del arte. Una continua reinvención, en la que se incluyen pasos atrás para avanzar de nuevo. Y lo que falta hoy en nuestra sociedad son ideas nuevas. Vivimos con conceptos anticuados. Yo creo que hemos atravesado demasiado rápido periodos fundamentales, hay que volver sobre ellos y revisarlos.

XL. ¿Y no le tienta probar otros lenguajes, las nuevas tecnologías, como hace su hijo Daniel?

R.C. No. Me parece fantástico que lo hagan ellos, pero a mí me interesa ahondar en mis orígenes. Utilizar el menor número de elementos en juego buscando la pureza; lo espiritual que pueda tener todavía esa expresión de subjetividad que es la pintura en un mundo tan tecnológico.

XL. En la España de los 50, culturalmente aislada e ignorada internacionalmente, seis artistas, entre ellos usted, fundan el grupo El Paso. Sus obras se convierten en emblema de una España nueva, con el informalismo abstracto como lenguaje de referencia. Sin embargo, en un momento dado usted rompió con sus orígenes. Y no debió de ser fácil descartar la estética del grupo El Paso

R.C. Fue muy duro. Dejé de fumar en aquel momento y me resultó mucho más fácil que cambiar de registro estético.

«Realizar más de 3000 obras no es tan meritorio. ¡Lo meritorio es haberlas vendido casi todas! Quizá porque mi obra ha sabido adaptarse a los cambios sociales y políticos.»

XL. El caso es que le fue muy bien. Creo que ha realizado mas de 3000 obras y las ha vendido casi todas

R.C. Sí, y son más de 3000. Pero yo creo que eso no ha sido tan meritorio, lo meritorio es haberlo vendido casi todo. Yo mismo me sorprendo. Quizá mi obra ha ido evolucionando al compás de los cambios sociales y políticos. He cambiado muchísimo; no tanto anímicamente, como en la forma de expresarme. Porque el grito de rebeldía que podía transmitir una gran mancha en un cuadro de los años cincuenta se vuelve pura retórica si se repite indefinidamente.

XL. ¿Por eso empezó a hacer obra realista?

R.C. Sí, por pura coherencia con mi forma de pensar. Cambié hacia un realismo testimonial porque ese trasfondo sociopolítico era más fácil de transmitir al espectador que el del expresionismo abstracto.

XL. ¿Tiene en cuenta al espectador al abordar su obra?

R.C. Siempre. Y siempre estoy dispuesto a ir a cualquier sitio a explicar lo que hago. Al contrario de otros artistas, que piensan que la obra lo dice todo, yo creo que hay que dar claves. Pero no trato de darle gusto, porque el público es tan heterogéneo Lo que quiero es comunicarme con los demás.

XL. Eso no parece fácil en el arte contemporáneo

R.C. Siempre hay dificultades. Hoy hay un consumo cultural que ya lo hubiésemos querido tener nosotros en los años cincuenta. Y es cierto que ese consumo ha obligado a bajar un poco el listón. Pero también es verdad que las posiciones estéticas más radicales son más difíciles de entender. Por eso hay que dar pautas, se debe explicar por qué se han dado esos pasos.

XL. ¿Y por qué no surgen ya grupos ni movimientos estéticos como en otras épocas?

R.C. Cuando nosotros fundamos el grupo El Paso, estábamos dispuestos a hacer la travesía del desierto porque pensábamos que no íbamos a vender nada. Pero considerábamos como una misión expresar aquello en lo que creíamos. Hoy, la presencia del mercado es enorme. Las galerías mandan mucho en los artistas. Y estos saben que hay que apuntarse a lo que se pueda. Eso es lo que creo qude que surjan grupos; que los artistas están más ligados a las galerías que comercializan su obra que a otros artistas que tengan sus propias ideas.

XL. Pesa más el mercado que la intención del artista

R.C. Sí y es una lástima. Los artistas jóvenes deberían ver que el mundo de las galerías es necesario, pero limitado. Que deben buscar espacios alternativos, formas diferentes de mostrar su obra. Aunque es verdad que hay becas y una serie de apoyos institucionales que no había en mi época. Y eso a lo mejor le ha quitado presión al artista a la hora de buscarse a sí mismo en sus entrañas para dar lo mejor que tiene. Pero hay excesiva información. Se sabe lo que se está haciendo en cualquier centro cultural de cualquier rincón del mundo. Se crean modas y al final terminan pareciéndose todos.

«Ahora hay excesiva información. Se sabe lo que se está haciendo en cualquier rincón del mundo. Se crean modas y al final terminan pareciéndose todos»

XL. ¿Y qué es lo mejor que encuentra en el arte de ahora?

R.C. Hay mucha creatividad, mucha energía. Lo que es pura imitación irá desapareciendo con la criba del tiempo, como ha pasado siempre. Pero a mí me interesan muchas cosas de las que se hacen ahora.

XL. De hecho es coleccionista. ¿Qué es lo que le interesa?

R.C. La buena pintura y también las instalaciones. Lo que no es pura fachada, puro espectáculo para llamar la atención.

XL. Con los años su obra es más alegre, más colorista

R.C. Lo pretendo y me encanta que lo parezca. A mí no hay cosa que más me aburra que una obra académica abstracta. He sido profesor en Estados Unidos y me enfrenté a muchos artistas que hacían ese tipo de pintura. Era una pena. Aquello era mucho peor que un mal cuadro figurativo. A mí, pintar me ilusiona igual que cuando empecé. Y me gusta que la pintura sea un acto de encuentro. Una manera de contestar a muchas preguntas que me hago.

XL. Creo que casi todos sus hijos son artistas, no solo Daniel…

R.C. Sí, Diego es escultor. La mayor, Susana, es paisajista. El más pequeño es matemático. Me siento orgulloso. Pero no he querido influirles para nada. Aunque seguramente habrá sido un reto difícil para ellos el apellido Canogar…

XL. …Eso de ser hijo de un clásico del arte español. ¿Y usted cómo lleva lo de ser un clásico?

R.C. Es una palabra un poco chocante, pero bueno, es verdad. Lo que pasa es que a veces uno no se da cuenta de los años que tiene y que lleva en activo. Pero efectivamente es así y ese término me parece que me cuadra. Lo llevo con resignación. [Risas].

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