Periodista, conductora de ‘Espejo público’, de 9 a 12 horas en Antena 3. «Puente aéreo». Así se autodefine en su perfil de Twitter Susanna Griso. Hablamos con esta periodista, que vive a caballo entre Madrid y Barcelona, del conflicto catalán. Y de periodismo. Y de su batalla con Ana Rosa Quintana por liderar las mañanas televisivas. 3, 2, 1 ¡Estamos en el aire!

Susanna Griso raventós (Barcelona, octubre de 1969) pertenece a la alta burguesía catalana dedicada a la industria textil, por la rama paterna, y a la del cava, por la materna (Codorníu). Es la única periodista de la familia la pequeña de siete hermanos y le apasionan la política y la economía. A los 21 años, tras licenciarse en Periodismo y mientras trabajaba en Catalunya Rádio haciendo entrevistas y comentarios de Bolsa, se presentó a un ‘casting’ de TV3 en el que le pidieron que contara un chiste.

Susanna confesó que no recordaba ninguno. Le sugirieron entonces que explicara una receta y respondió que no sabía cocinar. Sin embargo, algo especial debieron de ver en ella cuando esta espectacular mujer de 1,77 metros de estatura pasó de inmediato a presentar, junto con Gemma Nierga y Fina Brunet, un espacio de enorme éxito en Cataluña. Tres senyores i un senior, en el que llegó a bailar un tango con el presidente de la ONCE, dejándome llevar porque yo no tenía ni idea . Poco después, e inexplicablemente, según confiesa ella misma, un jefe decide que me siente detrás de una mesa, rígida y estática, para contar cosas serias . Susanna dio el salto a informativos en Cataluña durante varios años, hasta recalar en Madrid y ser pareja televisiva de Matías Prats, Ernesto Sáenz de Buruaga y Roberto Arce. Pero el triple mortal lo dio cuando le puso rostro a las mañanas de Antena 3 al frente de Espejo público. El magacín va viento en popa. En su séptima temporada ha logrado ser líder de audiencia en muchas ocasiones, con picos de más de 700.000 espectadores, disputándole con enorme dignidad el primer puesto a Ana Rosa Quintana. Pero, de estas guerras, Susanna prefiere no hablar.

XLSemanal. ¿Ser la pequeña de 7 hermanos la hizo una superviviente o la niña mimada de la casa?

Susanna Griso. Creo que ambas cosas. Mi madre me tuvo con 47 y fui la gran sorpresa. Ella cuenta que no me compró nada porque dio por hecho que yo sería un aborto o fruto de la menopausia.

XL. A los 16 años se financió usted misma sus estudios de COU en EE.UU.

S.G. Era tradición en casa que mi abuelo nos diera un sobre por Navidad, por cada cumpleaños, y mi madre nos guardaba ese dinero. Al cumplir los 18, decidíamos qué hacíamos con él y la mayoría de mis hermanos se lo gastaron en viajes. Yo pedí que me lo dieran un poco antes para estudiar COU en EE.UU. Viví con un matrimonio mayor sin hijos, que me adoptó en cuanto llegué.

XL. Después se licenció en Periodismo y lleva 22 años ejerciendo. malos tiempos para la lírica, ¿no?

S.G. Fatales. Lo paradójico es que las nuevas generaciones consumen más información que nunca, a través de las redes sociales, pero lo quieren gratis. Y es curioso. Le dan menos credibilidad al papel que a lo que leen en Internet, que no saben de quién procede ni tienen la certeza de que sea verdad. Yo, sin embargo, soy gran defensora del papel y compro un montón de periódicos los fines de semana porque me gusta leerlos, ojearlos

XL. A diario, cuando sus hijos de 7 y 9 años regresan del colegio, usted ya está en casa.

S.G. Siendo mi horario muy duro, es el más fácil para conciliar. Estoy con mis hijos todas las tardes, ceno con ellos y los acuesto. A mí me dicen ahora que tengo que presentar el informativo de las nueve de la noche y me crujen.

XL. Me he muerto de envidia leyendo que la tutora de su hija le preguntó cómo era su madre y ella contestó. Mi madre es capaz de frenar el viento y de encender las estrellas .

S.G. Esa etapa se va a acabar [sonríe]. Quiero recordarla y disfrutarla porque sé que pasará. Mi hija es muy especial, es muy artista Su hermano, en cambio, es pragmático puro [risas].

XL. En una ocasión se tiró el pegote de contar que en los cortes de publicidad habla con los profesores del colegio.

S.G. ¡Buenooo! [risas]. Lo debí de hacer una vez, y seguro que fue el día que me lo preguntaron. Es muy femenino eso de estar en veinte cosas al mismo tiempo. El dentista me envía recados por WhatsApp y yo le contesto cuando hay publicidad, eso es verdad.

XL. Como adicta a la política, posiciónese ante el pretendido soberanismo catalán.

S.G. En este asunto hemos errado todos. El primero, Artur Mas al convocar nuevas elecciones. Si llega a pensar que podía perder 12 escaños, seguro que no lo hubiera hecho. Fallaron también las encuestas todas y las percepciones que hacíamos los periodistas. Creo que a los políticos y a los periodistas nos falta pisar la calle. Los medios tradicionales no tenemos a los jóvenes suficientemente ‘auscultados’ ni analizados. De ahí las sorpresas, porque ellos lo cambian todo.

XL. ¿Los políticos escuchan menos que antes a la gente de la calle?

S.G. En general, todos escuchamos poco. La gente compra los periódicos que refrendan su propio pensamiento, ve los canales de televisión que dicen lo que ellos piensan, ve las tertulias que les permite cargarse de argumentos para mantener su posición en las charlas con amigos En vez de ponernos en el lugar de los demás, utilizamos todo esto como munición. Hay muy poco diálogo. En el caso de Cataluña-España es de besugos, tanto por parte de los periodistas como de los políticos. No hay permeabilidad.

XL. La veo muy crítica con la profesión.

S.G. Es que muchas veces estamos más interesados en hacer la gran pregunta que en escuchar. A veces, después de una larguísima argumentación del periodista, dices. ¿Y cuál es la pregunta? . Hay mucha vanidad. Yo soy partidaria de preguntas cortas, que sea el entrevistadoe hable. Además, con las largas le das tiempo al político a saber por dónde vas y suelte su perorata. Las cortas desconciertan.

XL. Una pregunta corta. ¿cómo definiría a Artur Mas?

S.G. Puessss [se toma unos segundos]. Yo lo tenía por un político muy pragmático que en su día fue muy valiente porque se encontró la caja muy vacía y fue el primero en aplicar mano dura.

XL. Habla en pretérito.

S.G. Es que el giro que ha dado en estos dos meses es muy llamativo. Me ha sorprendido mucho.

XL. ¿Y al ministro Wert?

S.G. Es un provocador nato que está encantado de actuar de pirómano de vez en cuando y que no sé hasta qué punto va por libre o hay intencionalidad para que sus polémicas desvíen la atención y le venga bien al Gobierno. No lo sé. Era un buen tertuliano que disfrutaba con el conflicto. Yo hablé con él 24 horas después de decir aquello de que había que españolizar a los catalanes, y estaba encantado. A otro le temblarían las piernas, pero él estaba feliz.

XL. ¿Se siente cómoda en Madrid siendo catalana en ejercicio?

S.G. Llevo 13 años en Madrid y siempre me he sentido muy, muy bien acogida aquí. Pero te diré que no siempre es fácil casar esas dos almas.

XL. Mójese un poco más.

S.G. No tengo ningún problema. Tengo una posición muy favorable respecto a la inmersión lingüística que sé que aquí es poco popular. Otra cosa distinta es que se refuercen más las horas de castellano, que es un patrimonio nuestro que tenemos que preservar y explotar al máximo. Es necesario encontrar el equilibrio.

XL. ¿A qué colegio van sus hijos en Madrid?

S.G. Al Liceo Francés. Mis hijos son catalán y castellanohablantes, en el colegio solo hablan francés.

XL. ¿En qué idioma habla con sus hijos?

S.G. En catalán, pero ahora tengo en casa una au pair francesa que ha venido para aprender castellano y, claro, procuro hablarlo cuando está ella delante.

XL. El nacionalismo de CiU se decanta por el independentismo.

S.G. No todo el nacionalismo es independentista. Se han precipitado las cosas a raíz de la manifestación del 11 de septiembre, pero yo creo que si hubiera un referéndum vinculante a la escocesa igual nos llevaríamos una sorpresa, porque puede que no sea mayoritaria la opción de la independencia.

XL. ¿La llaman los políticos para contarle cosas?

S.G. Me llaman ellos y, a veces, los llamo yo. Me gusta comer con unos y con otros y generar una atmósfera de cierta confianza para que te cuenten claves, porque es muy importante manejar claves y estar informada.

XL. ¿Le ha dado calabazas algún político?

S.G. No, normalmente hay curiosidad mutua. Unas veces son comidas a dos, otras veces algún contertulio me propone una comida con alguno de ellos

XL. Tener esa familiaridad con los políticos, ¿no le condiciona luego a la hora de ser implacable en el directo?

S.G. Sí, por eso antes de una entrevista prefiero no verlos. Pero te diré que no creo mucho en la amistad entre periodista y político, yo no la trabajo. Los políticos con los que como no son necesariamente los que después voy a entrevistar, sino gente que está detrás de ellos y que maneja claves.

XL. Tiene aspecto de ser una mujer pragmática, bastante racional. ¿Y fría?

S.G. Fría, no; pragmática y racional, sí. Dicen que son cualidades muy masculinas y yo no sé si eso es un piropo [ríe]. Es verdad que para muchas cosas tengo un pensamiento muy práctico, priorizo y discrimino mucho. Me molesta eso que nos ocurre a veces a las mujeres cuando damos demasiada importancia a los gestos del entorno Trabajando me considero muy masculina, sí; pero fuera del trabajo tengo una vena femenina a la que no renuncio.

XL. Dice que con el tiempo se ha vuelto más cínica y mucho más escéptica.

S.G. Es verdad. Yo, que suelo creer en la bondad natural, a veces me quedo sorprendida del grado de manipulación y artificiosidad de la gente de mi entorno; aunque también me he encontrado con alguna muy auténtica y no te estoy hablando ahora de los políticos que me devuelve ese punto de ingenuidad.

XL. La mayor parte de su audiencia es masculina.

S.G. Claro, porque hago un programa muy informativo. Cuando llegué a la mañana, me di cuenta de que había un público un poco huérfano. ese hombre más liberal que entra a trabajar un poco más tarde en la hostelería o en su despacho de arquitectura y que quiere actualidad, no un programa de cotilleo.

XL. Cuando empezó, dijo que no haría corazón y ha creado una sección fija.

S.G. Es que durante una época tuve muchos reparos. Pero es cierto que en un programa de cuatro horas se agradece tener momentos de distensión.

XL. Tengamos uno de ellos. Ha dicho. Hay días que miro mucho antes la prima de riesgo que el share . ¿Nos reímos juntas?

S.G. Ja, ja, ja Entre otras cosas porque el share sale mucho antes. Me pasé un poco cuando dije eso, sí [risas]. Aunque es verdad que he estado muy obsesionada con la prima de riesgo cuando superó los 500 puntos.

XL. No le gusta hablar de audiencias cuando la sitúan como líder de la mañana, incluso ha llegado a pedir a los periodistas que la entrevistan que no titulen por ahí.

S.G. Es que en televisión no tienes nada garantizado. Debes luchar cada día por ofrecer mejor producto.

XL. Por las mañanas hay poco zapping.

S.G. Es verdad, la fragmentación que se da a otras horas no es la misma. Sin duda, es muy estimulante que el share nos dé las cifras que nos da; pero a mí me gusta más la curva que el dato global. el dato minuto a minuto es el que te dice lo que a la gente le interesa.

XL. ¿Y qué es lo que más interesa?

S.G. Hay una figura nueva emergente. el experto economista, ese que antes no se comía un colín, que era el gafotas de la clase al que solo llamábamos dos minutos para comentar la Bolsa. Yo tengo a varios en el programa y triunfan porque hacen la economía comprensible.

XL. ¿Hay buena relación entre perdón por la cursilería las reinas de la mañana?

S.G. Sí. Antes nos reuníamos varias a comer. Concha García Campoy que era un poco el alma de la comida, Ana Rosa Quintana, Mariló Montero, María Teresa Campos

XL. ¡Qué tensión!

S.G. ¡No, qué va! En esas comidas éramos todas muy señoras [risas]. El regate corto no existía, hablábamos de lo divino y de lo humano. Una vez comimos en la última planta del hotel Eurostars y Mariló y yo tuvimos poco menos que abrazar a María Teresa Campos en el ascensor porque lleva fatal lo de meterse en ellos para subir muchas plantas.

XL. ¿Aguantarían esas reuniones un micrófono oculto?

S.G. En general, sí. Aunque siempre hay momentos en que no convendría tenerlo.

XL. Por cierto, ¿le hacen mucho la pelota?

S.G. ¿Es que hay alguien a quien no le hagan la pelota?

XL. A mí, por ejemplo

S.G. ¡No me lo creo! [risas]. No te voy a negar que hay gente que me hace mucho la pelota, sí; pero también es verdad que me muevo en un entorno muy crítico que yo fomento. Me gusta que me den caña, me ayuda que me digan y me argumenten mis errores. Yo acepto bien la crítica, y mi equipo me puede decir lo que piensa; por eso no acepto eso de ser reinona, porque no soy reina de nada. Tengo un equipo de gente ojerosa, como yo, que se levanta cada día a las cinco de la mañana.

XL. Dicen que tiene mucho instinto, mucha intuición y que se equivoca poco en sus predicciones. Dígame, ¿qué nos depara 2013?

S.G. Tengo la sensación de que va a ser un año para borrarlo, que hará honor a su nombre. el trece. ¡Que pase rápido, por favor, y que no sea muy doloroso!

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