Es uno de los pocos actores que tiene la triple corona (Óscar, Emmy y Tony), lograda por papeles en cine, televisión y teatro. Ahora viene con una nueva película, ‘Hermosas criaturas’, y tiene otras dos pendientes de estreno. Por Ixone Díaz Landaluce [Este artículo fue publicado en marzo de 2013 en ‘XLSemanal’]

Sobre la mesa, un mechero y un paquete de tabaco de liar esperan a su dueño. Cuando aparece, lo primero que pide es salir fuera. Necesita fumar. La adicción de Jeremy Irons a la nicotina es legendaria. Tanto que, cuando el alcalde de Nueva York prohibió fumar en los espacios públicos de la ciudad, Irons llegó a decir que los fumadores deberían estar protegidos como los «minusválidos y los niños».

Nos sentamos en un sofá al aire libre de un hotel de Los Ángeles y, antes de empezar, el actor recoge todas las colillas que hay en el suelo, prueba pericial de una mañana de intensas entrevistas. Fumo muchísimo. «Trato de hacer yoga, pero por lo demás no me cuido nada», dice mientras saca una máquina de liar, se hace un cigarro y se lo enciende recostándose cómodamente. Puede que no vaya al gimnasio, pero sus 64 años no le pasan factura. Está hecho un dandi inglés, con su bufanda, su chaleco, su camisa a rayas, sus botines y su melena plateada.

Pero aunque gasta pintas de lord, Irons es, en realidad, uno de los nueve actores que pueden presumir de la triple corona de la interpretación: un Óscar, un Tony y un Emmy. Famoso por cintas como Inseparables -su trampolín en los ochenta-, Lolita o La misión, ahora comparte cartel con Emma Thompson en Hermosas criaturas, un romance fantástico entre una joven con poderes especiales (Alice Englert) y un simple mortal adolescente (Alden Ehrenreich). Sin embargo, Irons dice que actuar le aburre. En cambio, le apasiona hablar de política con esa voz grave y misteriosa que es su santo y seña.

XLSemanal. A estas alturas de su carrera ¿es caprichoso a la hora de elegir sus proyectos?

Jeremy Irons. Mi apetito cambia continuamente. Lo mismo que ahora me apetece un filete y mañana cenaré huevos, mis gustos a la hora de elegir guiones varían. Pero siempre me hago las mismas preguntas: ¿es interesante el personaje? ¿Es diferente al resto de los que he interpretado? ¿Quién es el director? Y ¿cuánto van a pagarme? [Risas]. Luego, me fío mucho de mi instinto.

XL. ¿Qué ha de tener un personaje para que le resulte fascinante?

J.I. Debe ser un misterio. Para mí es como enamorarse. Lo más apasionante de ese proceso es conocer a esa persona, entenderla, descubrir sus secretos… Ese es el viaje más apasionante que existe, y es lo que me pasa a mí con mis personajes. En realidad, todos desarrollamos un personaje para transitar por la vida y debajo de él se encuentra aquello que nos da miedo de nosotros mismos y de lo cual ni siquiera somos conscientes…

«Todos desarrollamos un personaje para transitar por la vida. Debajo de él, de esa máscara, están nuestros miedos» 

XL. ¿De qué película está más orgulloso?

J.I. La misión es una película estupenda, pero creo que Lolita es mi favorita. Era un tema difícil de tratar y generó muchísima controversia. Eso jugó en nuestra contra. El estudio no se sintió con la confianza suficiente para promocionarla y tuvo una distribución muy limitada. Yo les decía: «No os pongáis nerviosos… Es una tragedia griega y así hay que entenderla». Pero no sirvió de mucho…

XL. Dice que actuar es un oficio muy aburrido, ¿por qué?

J.I. Rodar es muy tedioso. A no ser que estés con un gran grupo de personas, en un sitio bonito, trabajando en un personaje que te fascina, puede ser terriblemente aburrido.

XL. Sin embargo, es difícil encontrar un actor que esté en edad de jubilarse y quiera irse a casa a cuidar de su jardín. ¿Tampoco entra en sus planes?

J.I. A mí no me importa estar unos meses sin trabajar. De hecho, necesito temporadas de descanso para regenerarme. Pero retirarme ¡no! Con un poco de suerte, cuando tenga 90 años, aún estaré estupendo y seguiré dando la lata.

XL. Todos los actores de su generación dicen que este negocio ya no es lo que era.

J.I. Todos echamos de menos aquella época dorada de los ochenta y noventa. Internet y los paparazis lo han cambiado todo y, ahora, los buenos papeles están en la televisión…

XL. Tiene usted la dosis de celebridad ideal. ¿Es cuestión de suerte o de elección?

J.I. Es cierto, soy conocido y respetado sin ser demasiado famoso y sin que ello afecte a mi vida. Tengo suerte, pero creo que está en tu mano. Le pasa lo mismo a Robert De Niro, Dustin Hoffman o Meryl Streep… Luego miras a Robert Pattinson y ves lo desgraciado que es porque rueda un tipo de películas que están diseñadas para que personas de una edad determinada se obsesionen con él.

XL. ¿No será una cuestión generacional?

J.I. Puede ser… A los actores jóvenes se los somete a muchísima presión: los obligan a estar en Facebook, Twitter… Yo no tengo esas obligaciones, aunque tampoco estoy seguro de que sea necesario tenerlas, pero sus publicistas insisten. Es curioso, mi hijo Max, que tiene 27 años y es el protagonista de The Host (la nueva trilogía de la autora de Crepúsculo, Stephenie Meyer), hace más publicidad de la que yo he hecho en toda mi vida.

XL. ¿Lo alerta de los peligros de esta industria?

J.I. Sí, claro. Le digo que no hace falta tanta promoción, aunque no sé si estoy en lo cierto, porque el negocio ha cambiado mucho. Pero sé que a él no se le irá de las manos.

XL. ¿Y no cree que su profesión está sobrevalorada?

J.I. Absolutamente. Los actores recibimos demasiado reconocimiento. Hay muchísimas personas que aportan mucho más al mundo y que no reciben esa clase de atención; es una idea que siempre he tenido muy presente.

XL. Ha cumplido 64 años. ¿Qué es lo mejor de esta etapa?

J.I. Lo mejor es que has logrado vivir 64 años y, por tanto, has conseguido entender un par de cosas sobre la vida…

XL. ¿Y lo peor?

J.I. Que piensas en tu juventud: tus 20, tus 30, tus 40 y te das cuenta de todo el tiempo que has perdido… Pero aún tengo buena salud, entusiasmo, mi carrera y una familia. Para mí, la vida ha mejorado con cada década que ha pasado. ¡Pero cuando te levantas por la mañana, todo te duele un poco más!

XL. Suele definirse como apolítico, aunque en su día apoyó al Partido Laborista.

J.I. Cuando digo que soy apolítico quiero decir que no pertenezco a ningún partido, aunque es cierto que apoyé a los laboristas porque creía que el cambio era necesario. Pensé que resolverían algunos problemas, aunque luego no lo hicieron… No es que la política no me interese, es que no me fío de los políticos. Y eso que en las democracias, después de cinco años, al menos podemos prescindir de los que mandan. Sigue siendo, pese a todo, el mejor sistema que existe. Cuando viajas, te das cuenta de que, aunque los gobiernos europeos no son perfectos, los hay peores. Sin embargo, soy consciente de que el sistema que domina el mundo es inmoral y creo que es necesario denunciarlo.

XL. ¿Qué es lo que más le preocupa del panorama actual?

J.I. Me deprime ver cómo el mundo está manejado por grandes corporaciones e instituciones financieras. Creo que la ‘burbuja’ del consumo, que fue hinchándose desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha estallado. Estamos entrando en un periodo que traerá muchos cambios. Tendremos que acostumbrarnos a vivir de otra manera.

«Europa debe estar cohesionada. ¿Pero cuánto de cohesionada? Yo nunca he creído en el euro»

XL. ¿Y qué cambios son esos?

J.I. Se ha de vivir de una forma más sostenible. Tenemos que dejar de ser una sociedad de usar y tirar. Deberíamos producir y consumir cosas que duren y comprar los productos que necesitamos, no aquellos que queremos. Y desarrollar economías que sean estables, no que crezcan cada año. Ese es el modelo antiguo que nos ha metido en tantos problemas porque la riqueza de las personas crecía a un ritmo diferente al de la economía. Ese modelo obligaba a la gente a endeudarse para comprar cosas y que la economía siguiera funcionando. Ahora, ese sistema ha explotado.

XL. ¿Confía en que los políticos lo arreglen?

J.I. Me deprime escuchar a los líderes cuando dicen que hay que conseguir que la gente vuelva a consumir. ¡Eso no funciona! El modelo de los bancos no es el modelo de las personas. Mira lo que está pasando en España, donde han dejado que el valor del suelo y la vivienda suba sin control para que la gente pidiera préstamos a los bancos

XL. Por cierto, ¿qué opina del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea? ¿Le iría mejor a su país si fuera por libre?

J.I. No estoy seguro Creo que no. En un mundo en el que tienes potencias como Estados Unidos o China, Europa necesita estar cohesionada. La pregunta es: ¿cuánta cohesión necesita?

XL. ¿Y el euro?

J.I. Yo nunca he creído en el euro porque pienso que la divisa representa el valor del trabajo en cada país, que difiere mucho entre España, Alemania, Grecia o Francia. Entiendo que para los economistas es más sencillo, porque así no se tienen que preocupar por el cambio de divisas, pero para mí no es real. Lo que más miedo me da es que Europa se convierta en la cola del perro de Alemania

XL. ¿A qué se refiere?

J.I. Alemania, la economía más potente del continente, le prestó muchísimo dinero a España para que los españoles pudieran comprarse BMW. Y eso no está bien. En mis momentos más cínicos tiendo a pensar que Alemania trató de invadir Europa militarmente dos veces y fracasó. Y ahora lo está intentando a través de la economía y está ganando.

XL. ¿Le da más miedo la conquista cultural o la económica?

J.I. Ambas. Yo voy a España porque me encanta cómo es. No quiero que sea Europa. Quiero que las tiendas sean diferentes, que los olores sean distintos, que tenga su personalidad… No voy a Alemania de vacaciones porque no se me ha perdido nada allí. Tienen un modelo económico muy exitoso, pero no me interesa.

XL. Habla con pasión de España. ¿De dónde viene esa devoción por nuestra cultura?

J.I. ¡Me encanta España! Cuando voy, siempre me decepciona que la gente no se eche la siesta. ¡Es la costumbre más civilizada del mundo! Pero en esta sociedad que te impone estar en la oficina desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche es imposible… Ese es el modelo americano y es horrible. La vida es para vivirla. Es para vaguear un poco, sentarse en un café, reírse Sí, hay que trabajar, pero solo un poquito.

Privadísimo

  • Su padre, Paul, era contable y su madre, Barbara, ama de casa. Cuando cumplió siete años, lo mandaron a un internado.
  • En el colegio formó un grupo de música, donde tocaba la batería y la armónica.
  • Con 21 años se casó con la actriz Julie Hallam. El matrimonio duró menos de un año.
  • Está casado con la actriz irlandesa Sinéad Cusack desde 1978. Tienen dos hijos: Sam, fotógrafo de profesión, y Max, actor.
  • Ha descrito su matrimonio como disfuncional y se rumorea que él y su mujer mantienen una relación abierta.
  • En 1999, la actriz Loles León se rompió la pelvis y la muñeca al caerse en la suite del actor en el hotel Santo Mauro de Madrid.
  • Es un apasionado de las motos, la hípica, el esquí y la jardinería, pero odia cocinar.

[Este artículo fue publicado en marzo de 2013 en ‘XLSemanal’]

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