A la sombra de una reproducción de la Copa del Mundo de Fútbol de cuatro metros de alto, 2300 chavales chinos de entre 9 y 13 años entrenan y sueñan con levantar algún día ese trofeo. Son los alumnos de la ‘Evergrande International Football School’, en Guangzhou (China), la mayor cantera del mundo. De la mano de sus entrenadores españoles accedemos a estas instalaciones sin parangón. ¿Nos acompaña a conocer a los cracs del futuro?
«Sí, todo es estupendo, es evidente, pero a veces a los de fuera nos parece que tiene un punto excesivo», reconoce el exfutbolista español Fernando Sánchez Cipitria, actual director deportivo de la escuela de fútbol de Guangzhou Evergrande.
En la mayor escuela de futbol del mundo, todo está hecho a la manera en que los chinos se ponen a la tarea cuando apuestan por algo: hay 46 campos de fútbol, unos edificios que recuerdan a la escuela Hogwarts de Harry Potter, una escultura de cuatro metros de alto de la Copa del Mundo en la misma puerta, un laboratorio de 8700 metros cuadrados, biblioteca, cine, auditorio, seis restaurantes Todo, construido en diez meses, con 110 millones de euros de inversión para empezar. En su segundo año de funcionamiento, la escuela cuenta con 2300 alumnos, aunque tiene la vista puesta en llegar a los 10.000.
Los objetivos los dejó bien claros en su inauguración Xu Jiayin, el hombre con la décima fortuna de China y que compró el club en 2010. «Queremos conseguir que el fútbol chino tenga en diez años sus propios héroes». Los plazos que se ha marcado son exigentes: quiere que el club sea campeón sub-13 de Asia en tres años, y que en ocho el equipo profesional del Guangzhou Evergrande tenga un once inicial totalmente chino capaz de competir por títulos. Para ello, Xu Jiayin se ha fijado en España, el país que ha dominado el fútbol mundial en la última década. Y a ello ha contribuido también su buena relación personal con Florentino Pérez, magnate inmobiliario como él, y que accedió de buen grado a que el Real Madrid transmitiera su saber hacer al proyecto del Evergrande.
La escuela es la punta de lanza de un plan global para implantar el fútbol en China. No es la primera vez que se intenta, aunque las anteriores tentativas terminaron en fracasos, pese a las reiteradas visitas de equipos importantes para jugar contra los locales o a la contratación de entrenadores de relumbrón, como el español José Antonio Camacho, que fue seleccionador del país entre agosto de 2011 y junio de 2013 y quien no logró el objetivo de llevar al país al reciente Mundial de Brasil.
Estrellas para un mercado enorme
China solo ha participado en un Mundial, el de 2002, donde sumó tres derrotas. Está en el puesto 94 del ranking mundial, algo vergonzante para una potencia económica en ascenso. Distintos escándalos de corrupción, como la compra de un partido por parte del Guangzhou que terminó con sus dirigentes en la cárcel y la adquisición del club por Xu Jiayin, redondearon una mala imagen para la opinión pública local. El renovado interés de importantes personalidades chinas por hacer crecer el fútbol coincide, obviamente, con el deseo de las Ligas europeas de tener más presencia en el mayor mercado del mundo; un golosísimo pastel de 1.350 millones de consumidores en el que solo el baloncesto de la NBA ha logrado conquistar algunas parcelas de protagonismo.
El Guangzhou Evergrande, equipo señero de una metrópolis de 14 millones de habitantes (la antigua Cantón), se ha puesto manos a la obra para cambiar la situación tanto en la cúspide como en la base. El club ha conseguido ser el primero que gana tres Ligas chinas de forma consecutiva en la historia y ha conquistado la Champions Asiática por primera vez para el país desde 1990. El entrenador del equipo es el italiano Marcello Lippi, uno de los técnicos con mejor currículo: campeón del mundo con Italia y de la Champions con la Juventus.
«El fútbol empieza por los jóvenes. Espero que China llegue a contar con sus propias estrellas y que se encuentren ya aquí», afirmó Lippi en la inauguración de la escuela. El comentario choca con lo ocurrido hasta ahora con este deporte en un país que es la máxima potencia olímpica. Pero Fernando, el director deportivo, es optimista. «No hay nada en el nivel de estos chicos que explique la falta de éxitos. Su nivel me ha impresionado». «El problema, según este exjugador del Betis y el Deportivo, está en los métodos de enseñanza chinos. El fútbol debe ser divertido, y aquí el sistema educativo tiende a castigar el error en lugar de premiar la imaginación, que es la chispa del fútbol. Y, más allá de la preparación individual, también falta comprensión global del juego».
Fútbol sin olvidar los estudios
Imaginación y visión de juego son, precisamente, las principales etiquetas que definen el fútbol español. De ahí que entre los 400 empleados del centro haya 20 entrenadores españoles, más un argentino y un portugués formados en España. Su vida es un tanto monótona: viven en las instalaciones de la academia a 70 kilómetros de Guangzhou y muchos, lejos de sus familias. Pero todos coinciden en que supone una gran oportunidad profesional y también económica. La vida de los chicos es igual de monótona o, si se prefiere, centrada.
Entrenan unos 90 minutos diarios, juegan una competición interna en la que participan los 126 equipos del centro y el resto del tiempo lo dedican a estudiar, porque el compromiso del centro es que todos los alumnos salgan preparados para las exigentes pruebas universitarias chinas. Los que son de otras regiones no viajan a sus hogares más que tres o cuatro veces al año. Cerca de una cuarta parte de ellos están becados, por su calidad futbolística y las condiciones económicas de su familia, y el resto pagan 4000 euros al año, el equivalente a la renta per cápita anual china. Los técnicos de la escuela creen que de entre ellos saldrán con seguridad profesionales de nivel europeo, pero se resisten a hablar de posibles cracs internacionales. Salvo de alguna chica. pese a que solo son 200 de los 2300 alumnos actuales, las hay de muy alto nivel. Los mejores, con todo, tendrán ahora una oportunidad adicional: el Guangzhou va a abrir este mismo año una delegación en Madrid para 25 chicos que permanecerán en España tres años, becados, entrenando, estudiando y compitiendo en clubes de aquí.
A la larga, del número creciente irán saliendo más figuras. a los 10.000 que se espera albergar en la escuela se suman otros proyectos, como los de abrir 100 centros más de menor dimensión por toda China. El club ha recibido, además, un importante impulso con la compra del 50% de sus acciones por parte de Alibaba, el gigante local de la electrónica. Y la idea de albergar el Mundial en 2026, y contar para entonces con jugadores en torno a los 25 años formados desde ahora mismo por Evergrande, parece la guinda del pastel.
Cómo detectar que un niño es un crac
- Los TIPS del Ajax. La del Ajax de Ámsterdam es una de las mejores canteras del mundo. Su lema para detectar el talento es público. buscar la combinación TIPS, acrónimo de ‘talento’, ‘inteligencia’, ‘personalidad’ y ‘speed’ (velocidad).
- Capacidad física. No cualquier niño, por mucho que se esfuerce, puede ser Messi. A las condiciones naturales deben sumarse la capacidad física y la experiencia.
- Madurez personal. Los grandes del fútbol, con 15 años, ya son por lo general chicos serios y maduros. Salvo Falcao y Neymar, las 15 superestrellas actuales tienen denominadores comunes. son de familias modestas y debieron asumir responsabilidades muy pronto.
- Comprensión del juego. Los ojeadores de la Juventus reconocen que, más que niños con un buen dominio del balón, buscan jugadores con visión del juego, más difícil de aprender que un buen regate.
- Disposición al sacrificio. El camino del futbolista es muy exigente. A igualdad de condiciones, los que afronten con naturalidad los sacrificios tendrán más ventajas.
- Talento. A los 10 o 12 años hay jugadores que brillan simplemente porque les ha llegado el estirón antes. Algunos tienden a confundir esa superioridad puntual con la excepcionalidad.