Charles Aznavour, el filósofo de la canción

Es el último superviviente de la ‘chanson’ francesa. Sus letras sobre los celos, la infidelidad o el primer amor marcaron a generaciones enteras y le han hecho vender más de 100 millones de discos. A sus 91 años, sigue sobre el escenario.

Charles Aznavour está pendiente de que su audífono funcione… El hombre que ha vendido más de 100 millones de copias de sus canciones y encandiló a varias generaciones con sus letras sobre los celos, la infidelidad, el primer amor o la separación es hoy un anciano de 91 años, ágil, bondadoso y con gran sentido del humor, que habla a velocidad de vértigo, como si no tuviera tiempo de compartir todo lo que su memoria atesora. Vestido con una vistosa camisa de flores y zapatillas deportivas, repasa anécdotas, personajes y reflexiones.

Ha publicado más de cincuenta discos en francés, español, inglés, italiano o ruso, y sus canciones son casi todas clásicos. Hoy, su voz está rota, pero sigue subiendo al escenario y componiendo. Su público se lo perdona todo. Es el último superviviente de una generación dorada, la de la chanson francesa, Jacques Brel, Yves Montand, Edith Piaf, George Brassens, Gilbert Bécaud Un mito vivo de la música del siglo XX, y lo sabe.

XLSemanal. ¿Qué siente cuando le dicen que su música forma parte de la vida de tantas generaciones?

Charles Aznavour. Me agrada, claro. Cuando era joven, pensé que, para estar cerca de mi público, tenía que hacerme eco de sus preocupaciones. Sin molestarles, pero hablarles de cosas que tuvieran que ver con la familia, la pareja Y no me equivoqué. Sin haber estudiado, me he convertido en una especie de filósofo de la canción.

XL. ¿Su forma de subir al escenario ha cambiado con los años?

C.A. No. Yo, al público, se lo digo todo. si me equivoco, me paro y vuelvo a empezar; tengo una gran complicidad con ellos. Les explico que mi voz ya no es la de antes, pero que todo va bien. Para durar, hay que decir la verdad. La mentira no lleva a ningún sitio, ni en la vida ni sobre el escenario.

XL. ¿Cómo explicaría a un joven español qué es la ‘chanson francesa’?

C.A. En la chanson siempre hemos puesto el texto por delante. Y eso nos ha dado a cantantes como Ferré, Ferrat, Brassens, Brel, gente que escribía maravillosamente. En Francia nunca hemos inventado un ritmo nuevo, todos vienen de fuera, pero somos capaces de declinar versos alejandrinos sobre una música ‘americano-lo-que-sea’. El territorio francés es el texto.

XL. ¿La música española ha tenido alguna influencia en usted?

C.A. El flamenco. Toda mi vida he querido saber lo que significaba esa palabra. Me han dicho que viene de la flama, de Flandes El flamenco es sobre todo un ambiente, la atmósfera. Por eso me han interesado tanto el flamenco y el fado, que son parientes. Tengo muchos amigos gitanos. Me gustan mucho, porque es gente que canta por el placer de hacerlo, no por dinero. Y eso es fantástico. Siempre que hay una reunión en casa, aparecen con sus guitarras.

XL. Usted es de origen armenio. Sus padres se instalaron en Francia huyendo del genocidio de 1915.

C.A. Sí. El armenio es mi lengua familiar, lo hablo con mi nieta o con mi hermana, es casi como un juguete de la infancia. Pero el francés se convirtió en mi lengua. Y es algo muy serio para mí.

XL. ¿Sus fuentes de inspiración han cambiado con el tiempo?

C.A. No. Para mí, la inspiración está en todas partes. En realidad, ni siquiera es inspiración, es un plagio del tiempo, mis fuentes son la prensa y la televisión. No me gusta que me molesten cuando veo las noticias, es ahí donde encuentro mis temas.

XL. ¿E Internet? 

C.A. No, no me interesa. Es un arma muy potente para expandir los rumores, eso sí. Todo lo peligroso tiene resonancia en la web: se roba, se piratea, se difama, y quienes lo hacen se esconden. Y, encima, gratis. Aznavour, hijo de Mischa Aznavourian y Knar Baghdassarian, apátridas huidos de Armenia en 1915 para salvarse del genocidio desencadenado por las autoridades turcas, nació en París mientras sus padres esperaban un visado para viajar a los Estados Unidos. Su padre abrió un restaurante con una pequeña orquesta, su madre se ganaba la vida como costurera. Pero la pasión de ambos era la interpretación y montaban pequeños espectáculos para la comunidad de exiliados. Tras la guerra, Aznavour despunta como cantante. conoce a Charles Trenet, uno de los grandes mitos de la canción francesa, y a Edith Piaf, 11 años mayor que él y para la que compondrá varias canciones. Estuvieron juntos ocho años. Él sigue diciendo que solo fueron grandes amigos

XL. Usted siempre ha hablado de sus padres con veneración ¿Cuál es la herencia más importante que recibió de ellos? 

C.A. Leíamos a Chéjov, mis padres estaban muy cerca de la cultura rusa. Él no había estudiado, pero teníamos ganas de aprender. Por eso, yo he tenido contacto con muchas culturas. la iraní, que tiene grandísimos poetas; los españoles, cantantes como Miguel de Molina. Era nuestro preferido; a mi hermana y a mí nos encantaban sus películas. Y luego también las grandes canciones americanas.

XL. ¿Sus padres le dieron un optimismo especial para sobrevivir, para luchar contra la adversidad?

C.A. No, eso te lo da ser inmigrante. Por eso estoy totalmente a favor de la inmigración en Francia. Hay que ayudar a la gente a instalarse, una vez que llegan. No hay que formar guetos.

XL. ¿Le preocupa el crecimiento del racismo, de la islamofobia?

C.A. Los islamistas hacen todo lo posible para que eso ocurra. Pero hay un islam francés muy respetado, y esa gente quiere vivir tranquilamente en nuestro país, que es el suyo. Pero prefiero no mezclarme en estos asuntos.

XL. Ustebandonar el colegio con diez años.

C.A. Yo no abandoné la escuela; la escuela nos abandonó, porque, a partir de esa edad, había que pagar para ir.

XL. ¿Se ha sentido acomplejado por su falta de estudios?

C.A. Acomplejado, no. Simplemente sentía que era una carencia. Sentirme acomplejado me habría impedido aprender.

XL. Eso le dio más fuerza entonces.

C.A. Bueno, me dio ganas de darle un buen puntapié imaginario a cada periodista que me criticaba [risas]. Pero ignoré todo eso. Si no, me hubiera muerto de cáncer. Uno mismo no debe hacerse daño. Si no me queréis, haré todo lo posible para que me queráis. Eso es lo que hay que hacer. Y tener sentido del humor, sin él no se sobrevive.

XL. ¿Es cierto que hubo quien dijo que no podría cantar nunca?

C.A. Sí, la prensa.

XL. Es algo muy cruel.

C.A. Sí, y duró mucho. Yo ya era una estrella con una carrera, pero siempre recibía críticas muy duras.

XL. Creo que comenzó su carrera artística bailando ballet clásico con un tutú

C.A. En una compañía, el propietario que era bastante agarrado se enteró de que había estudiado ballet clásico, y me preguntó si quería bailar. Le dije que sí y me envió con las chicas [risas]. Y tuve que ponerme ese tutú. No hay que tener complejos cuando uno es comediante. Hay que subirse al escenario desnudo, virgen. Libre de espíritu.

XL. ¿Y cómo empezó a cantar y a escribir canciones? 

C.A. Fue una cadena de dificultades. Empecé a cantar con un compañero que era un excelente compositor de música. Pero como nadie lo conocía, no le daban letras. Bueno, dije, tampoco debe de ser tan difícil escribir un estribillo y dos versillos, una frase que se hizo famosa [risas]. Se burlaron mucho de mí. Y entonces volví con una canción. Y los mismos que se habían reído me dijeron. Continúa .

XL. ¿Qué es lo que lo impulsa a subir a un escenario a su edad?

C.A. ¿Quiere decir que a mi edad debería morirme? [Risas].

XL. No, por favor, pero hay muchos artistas que deciden descansar, disfrutar de una vida más tranquila

C.A. Cuando uno se retira muy pronto, se muere pronto también. Siempre se pueden hacer las cosas mejor

XL. Llegará usted entonces a los cien años

C.A. Por supuesto, y cantando y después me jubilaré [risas]. Hay que ser optimista, siempre se lo digo a la gente.

XL. ¿Y qué es ser optimista?

C.A. Es pensar que mañana será mejor que hoy.

XL. ¿Qué herencia le gustaría que la gente conservara de usted?

C.A. La única herencia es la calidad.

XL. ¿Tiene miedo a la muerte?

C.A. Sí, ¿por qué no iba a tenerlo? La primera idea que me viene a la cabeza es que la muerte es una lástima. Y, luego, significa no ver más, y a mí me gustaría ver lo que va a suceder mañana. No escuchar no me importa, porque ya estoy bastante sordo, pero no poder ver Pero no me siento atemorizado.

XL. ¿Cuál es el recuerdo más emotivo que guarda de aquel joven Aznavour de los comienzos? 

C.A. Recuerdo el primer gran cartel que tuve en París, casi de tamaño natural. Yo tendría veintitantos años. Y recuerdo haber visto de lejos a mi padre y a mi padre pasando por delante y pararse un momento. Me pregunté. ¿Qué pensarán? Han visto a su hijo con ese tamaño . Ese es el recuerdo que más me emociona.

Toda una vida

Sophia Loren y Cannes. En el Festival de Cannes de 1961, con Sophia Loren. En 2005, allí mismo lo nombraron ciudadano de honor de la ciudad.

-Primeras tablas. Nació en 1924 en París. Aquí, con 12 años. Ya entonces adoraba a Miguel de Molina.

-Muy criticado. En sus inicios, incluso cuando ya era un estrella, recibió críticas muy duras. Si no me queréis fue su reacción, haré todo lo posible para que me queráis . Dicho y hecho.

-¿Balas a mí? En 1960, Aznavour destapó su talento como actor en ‘Tirad sobre el pianista’, la segunda película de François Truffaut.

-Su gran amor. Con su tercera y actual esposa, la sueca Ulla Thorsell. Llevan casados casi 50 años, desde 1967. Con ella, Aznavour tuvo tres de sus seis hijos.

«Edith Piaf nunca se pinchó. Se drogaba de otra forma! 

Viví en casa de Edith Piaf durante ocho años. Fue algo extraordinario. Soy una de las dos o tres personas aún vivas que la conocieron de verdad. Me preguntan tantas cosas sobre ella Pero no necesito recordar. Los recuerdos van conmigo. Tuvo una vida dramática, pero ella no era dramática. Tenía mucho sentido del humor y seguridad en sí misma, aunque no molestaba a los hombres con eso. El cine se ha inventado una Piaf que no existió. Disfrutó mucho de la vida. Nunca se pinchó. Se drogaba de otra manera, con medicamentos, pero yo en ocho años nunca vi una jeringuilla en aquella casa .

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