Irán es un país en transición y la sociedad iraní desafía cada vez más a un régimen que impone unas prohibiciones inaceptables en el siglo XXI. Por Hossein Fatemi
Prohibido la tele por satélite
La televisión extranjera y servicios de e-mail como Gmail, Hotmail o Yahoo! están prohibidos «por seguridad». El acceso a Google también está restringido y los smartphones, limitados porque llevan a la «corrupción moral». Lo que no impide que muchos jóvenes tengan acceso a todo ello y sin dejar de practicar su religión…
Prohibido tatuarse
El tatuaje se considera inmoral desde hace años, pero el nuevo código de conducta ha ampliado las limitaciones para los hombres: se les prohíbe llevar ropa ajustada, mangas muy cortas, teñirse el pelo y depilarse las cejas…
Prohibido maquillarse
Además de cubrirse el pelo, las mujeres no deben maquillarse, pero muchas lo hacen. En ámbitos privados, incluso en exceso. Y abundan las rinoplastias… Al ir tapadas, la nariz es la parte del rostro que más se ve.
Prohibido el ‘rock’
Ahmadineyad ratificó la prohibición del rock que promulgó Jomeini en 1979, al decretarlo satánico. Nada extraño en un país en el que está prohibido bailar. Cada vez hay más grupos de rock, pero en el último concierto que intentaron dar en Teherán fueron detenidas 200 personas.
Prohibido tener perro
La venta y tenencia de perros como mascota están prohibidas desde 2011. Se considera un reflejo de los valores vulgares de Occidente… Pero la moda está en auge, por lo que hay un mercado negro que el Gobierno equipara con el de las drogas. Está prohibido pasear a los perros, así que también hay un secreto tráfico nocturno de animales.
Prohibido ponerse en bañador
‘Niños Ricos de Teherán’ es una cuenta de Instagram que se ha convertido en un fenómeno. Ofrece una visión sorprendente del estilo de vida de jóvenes millonarios, en el que muestran, entre otras cosas, chicas en bikini.
Prohibido el ocio para mujeres
Las mujeres no pueden ir a discotecas ni a salones recreativos. Su ocio está limitado a la casa propia y la de los amigos, además de a celebraciones familiares. Jugar al billar es realmente un desafío. Pero también lo es comer pizzas o hamburguesas, símbolos de Occidente.