¿Conoce a este hombre? Probablemente, no. El dueño de la escudería Lotus de Fórmula 1 es español, millonario, amigo de Vladimir Putin, coleccionista de coches de lujo, magnate del petróleo y las telecomunicaciones y un hombre con su propia visión del mundo. Nos la muestra en esta charla, a 9000 metros de altitud, en su ‘jet’ privado.
«¿Mi primer millón de dólares?»
A Gerard López no le gusta hablar de dinero. Nada extraño, le ocurre a mucha gente. En su caso, sin embargo, es relevante, ya que este hijo de gallegos nacido en Luxemburgo hace 43 años es multimillonario. «Nunca pienso en lo que tengo en el banco, pero, a ver -cede-, mi primer millón… Tendría 20 o 21 años, con mi primera empresa, no había terminado la universidad». Hoy, López es un hombre hecho a sí mismo a base de inversiones en empresas tecnológicas -apostó por Skype, entre otras- y controla un imperio mundial de más de 70 compañías; además, es dueño de un histórico equipo de Fórmula 1 y colecciona coches de lujo – «Si aparezco en una subasta, al momento se dispara el precio», comenta-. Nadie lo diría, al verlo con sus vaqueros, su polo azul y sus zapatillas deportivas. Tampoco por el aire tranquilo que proyecta mientras atiende una llamada tras otra en alguno de los siete idiomas que domina. Gerard López -esa impresión da- no puede parar de hacer negocios. ¿Buscará cerrar alguno nuevo con esta entrevista? Con un magnate como él nunca se sabe.
XLSemanal. Esto de poseer una escudería de Fórmula 1 es, básicamente, para hacer negocios, ¿no?
Gerard López. Sí, claro. Para mí y para todos los equipos. En la Fórmula 1, todo gira alrededor de otros negocios. Por eso hay tantos países que quieren albergar carreras. Un Gran Premio es el mejor sitio para cerrar grandes acuerdos.
XL. Su escudería, sin embargo, lleva un par de años con pérdidas que han batido récords en la categoría
G.L. Es que un equipo de Fórmula 1 no es lucrativo. Pero si me preguntas: «¿comprar una escudería ha sido buen negocio?». Sí. Te ayuda a consolidarte y a entrar en algunos países.
XL. ¿Algún gran negocio que haya cerrado en el paddock ?
G.L. Muchos. En la India, por ejemplo. Tenemos allí una red social y llevábamos tiempo queriendo reunir a las grandes empresas de telecomunicaciones locales, algo casi imposible de conseguir A no ser que tengas un equipo de Fórmula 1, claro.
XL. Digamos que, cuando un empresario, un político o alguien poderoso entra en el paddock, ¿ya lo tiene comiendo en su mano?
G.L. Hombre, eso es mucho decir, pero sí que se vuelven niños. Se excitan, se divierten Bajan algo la guardia, sí.
XL. Contrató a un piloto ruso, Vitaly Petrov, para acercarse a Vladimir Putin y a Rusia, ¿verdad?
G.L. Sí, sí, claro, como ha hecho este año Red Bull con Daniil Kvyat. Pensamos que es un mercado que, por mucha lista negra y conflictos que haya, es muy interesante, con una creciente clase media.
XL. Pues le quitó el Mundial a Fernando Alonso en 2010…
G.L. Sí, lo sé, en la última carrera en Abu Dabi, que Alonso no conseguía adelantarlo.
XL. Ya podían haberle dicho que le dejara pasar…
G.L. [Se ríe]. No, no, hombre, eso no. Pero ya lo he comentado varias veces con Fernando, claro. Son cosas de las carreras. En la Fórmula 1 no puedes ceder.
XL. Tengo entendido que puso un Fórmula 1 a disposición de Putin en San Petersburgo…
G.L. Así es. Le envié, como todos los años, una carta por su cumpleaños y se lo propuse. Él conducía un coche y yo, otro. Estaba encantado.
XL. Como dos grandes amigos…
G.L. Tenemos buena relación. Como mucha gente con poder, es un hombre muy simpático, te lo pasas muy bien con él. Y posee una gran inteligencia política y estratégica.
XL. No me dice gran cosa sobre él…
G.L. A ver, es que en realidad, cuando conoces a estos líderes, ves que no son distintos a ti o a mí. Se enfurecen si sienten que se los ningunea, toman decisiones en función de cómo se han levantado esa mañana, un día son más amables y receptivos que otros Además, actúan y hablan pensando en lo que puede beneficiar a su país, lo que no coincide necesariamente con lo que piensan como individuos.
XL. La Fórmula 1 también le ha abierto la puerta de Venezuela. La petrolera estatal del país es un gran patrocinador de Lotus…
G.L. Así es. La escudería nos ha ayudado a montar una red de contactos muy interesante.
XL. ¿No es un gran riesgo hacer negocios hoy con un Gobierno como el de Venezuela?
G.L. Si Maduro está para caer o no, la verdad, no lo sé Lo que yo creo es que hay una agenda política de presión sobre Venezuela marcada por quienes quieren un cambio. La situación de Venezuela, como ocurre con la de Rusia, complica las cosas, claro, pero nosotros estamos tranquilos.
XL. Cuando se plantea ‘entrar’ en un país, ¿cuál es su estrategia?
G.L. No tiene mucho misterio. Haces acuerdos con empresas o vas directamente a hablar con los gobiernos.
XL. Para eso le tienen que recibir primero
G.L. Sí, sí [sonríe]. No tenemos problemas en ese aspecto.
XL. ¿Es consciente de que mucha gente se acerca a usted por el dinero o el poder que tiene?
G.L. Nunca pienso en esos términos. Me abro cuando me da la gana y me apetece. Si me equivoco, pues mala suerte, pero no me echa para atrás a la hora de conocer gente.
XL. ¿Cuál fue su primera inversión?
G.L. Con 17 años, un software de comparación de equipamientos y materiales para obras. Fue un pedido de una constructora, se vendió después a un par de empresto, como se dice, es historia.
XL. Participó hace unos años en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo sobre Identificación de la próxima gran cosa. ¿La ha identificado ya?
G.L. Sí. Las nuevas modalidades de transporte. Estamos lanzando ahora en Londres el primer taxi híbrido con una nueva tecnología, que también sirve para camiones y autobuses. Con un motor como el de un Seat Ibiza trasladas a 80 personas durante 500 kilómetros. Es una revolución. Otro gran mercado son las cosas conectadas. the Internet of things. Conectar cosas del coche, zapatillas de deporte; recolectar datos y más datos y utilizarlos para mejorar servicios. Es big data total. Y una última cuestión es la seguridad informática. Tarde o temprano volveremos a proteger nuestra privacidad, a no dejar registro de nuestras actividades por todas partes como ahora. ¡Es que hoy somos totalmente transparentes!
XL. ¿Quiere decir que, en breve, dejaremos atrás el fervor actual por las redes sociales?
G.L. Pronto nos daremos cuenta del error que estamos cometiendo. Esta transparencia de la que hablo -Facebook, Twitter y demás- puede ser peligrosa. Estoy convencido de que el ser humano dará marcha atrás.
XL. Usted, sin embargo, apostó en su día por Skype. De algún modo, es una red social
G.L. Sí, de las primeras.
XL. ¿Cuánto sacó con eso? ¿Fue su espaldarazo definitivo?
G.L. Se vendió por 3200 millones de dólares. En ese momento estábamos muy interesados por dos temas. la música y las telecomunicaciones. En 2001 ya teníamos montado lo que luego sería el iTunes, antes de que Apple lo lanzase, pero no funcionó. Entonces contactamos con los fundadores de Skype y nos explicaron su proyecto. Fue en 2001.
XL. Hablaba antes de transparencia. ¿Me puede decir cifras relativas a su patrimonio. número de empresas, de inversiones, valor de su fortuna ?
G.L. No, pero es porque no funciona así. Yo sé las empresas que tenemos, unas 70, lo que hacemos, pero no hay una visión consolidada de todo ello. Somos líderes en algunos sectores en Rusia, Alemania Tenemos la inmobiliaria más importante de Luxemburgo, un banco de negocios, la empresa de energía. petróleo, gas, minería, que está en Londres, Dubái, Hong Kong y otros sitios.
XL. ¿Sabe cuánta gente trabaja para usted?
G.L. Unas diez mil personas, sumando todo.
XL. ¿Se considera empresario o inversor?
G.L. Inversor no, desde luego. Si fuese inversor, te hubiera respondido con facilidad a la pregunta sobre el valor de mi fortuna. No me interesan las cifras, sino llevar a cabo proyectos.
XL. ¿Su primer coche?
G.L. Un Fiat de 45 caballos, oxidado, en 1988.
XL. ¿Se pagó usted el carné de conducir?
G.L. No, me lo pagó mi papá, pero yo llevaba trabajando desde los 15 años. Primero cortando pescado donde él trabajaba, luego vendiendo zapatillas de deporte con 17 años Por algo hay que empezar, ¿no? [sonríe].
XL. ¿Era buen estudiante?
G.L. En cuanto a resultados, las notas y tal, era bueno. En cuanto a comportamiento, respetar la autoridad y esas cosas, era una catástrofe.
XL. Sus padres dejaron España en los sesenta. ¿Por qué?
G.L. Se fueron en 1963, por necesidad. Eran tiempos de Franco y mi padre no pintaba mucho en esa España. Pensaban ganar algo de dinero, comprarse un piso y regresar. Primero, Suiza; luego, Bélgica; y, finalmente, Luxemburgo. Yo nací aquí, pero me fui a Galicia con meses. Hasta los seis años pasé mucho tiempo allí. Luego ya iba dos meses por vacaciones y también por Navidad. En el pueblo sigo teniendo mis colegas.
XL. ¿Es usted de esos empresarios a los que les asusta Podemos?
G.L. No. Soy de los que piensan que Podemos ha nacido como un grito desesperado contra la situación que ha vivido España. Hace algunas propuestas que no son realizables, pero no me asusta. El grito inicial de indignación se irá reduciendo con el objetivo de conseguir votos. Por lo que hemos visto, ya están moderando sus mensajes. En todo caso, creo que es un fenómeno que beneficiará a la política española.
XL. Tiene intereses en países de África y América Latina con gobiernos corruptos. ¿Cómo elige usted a sus socios comerciales?
G.L. Hombre, ¡has de mantener una ética! Nuestras convicciones nunca chocan con nuestros intereses.
Privadísimo
- Hijo de emigrantes gallegos, nació en Luxemburgo en 1971. Nunca habla de su familia y sus amigos por razones de seguridad.
- Invirtió en Skype en 2001, cuando nadie lo conocía. Lo vendió dos años después a eBay por 3200 millones de dólares.
- Su primer coche fue un Fiat Uno totalmente oxidado. Hoy colecciona automóviles de lujo y de carreras. Con algunos de ellos ha corrido en las 24 horas de Le Mans o las de Dubái, donde ha hecho podio tres veces.
- Posee un equipo de fútbol en Luxemburgo, el CS Fola Esch, donde jugó de niño. En 2014 se planteó comprar el CD Lugo, de Segunda División. Canceló la operación.
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