Malena y Ernesto Alterio: dos hermanos en el diván

Son hermanos y actores, pero nunca habían trabajado juntos. Aprovechamos la ocasión de que los hijos de Héctor Alterio coinciden por primera vez en un escenario para sentarlos uno frente al otro y reconstruir algunas escenas de familia. Y, ojo, que no todas son de paz y amor. Por Virginia Drake/ Fotos: Antón Goiri

El exilio los trajo a España en 1975. Ernesto y Malena abandonaron Buenos Aires cuando él apenas tenía tres años y ella, ocho meses. Su padre, el actor Héctor Alterio, trabajaba aquí cuando fue amenazado de muerte por la Triple A la Alianza Anticomunista Argentina, un grupo paramilitar y terrorista de extrema derecha del Gobierno peronista (1973-1976) y decidió no regresar a Argentina.

.Héctor Alterio y su mujer la psicoanalista Ángela Bacaicoa con sus hijos, Malena y Ernesto. Residen en España desde 1975.

La familia se instaló en Madrid y, tras el colegio, Ernesto empezó Biología, lo intentó después en Historia y acabó estudiando música, fotografía, danza y, finalmente, Arte Dramático en la escuela de Cristina Rota. Con Los años bárbaros (1998) y Días de fútbol (2003) fue nominado al Goya. Malena, por su parte, llevaba seis semanas con Rota cuando surgió su primer trabajo en el cine: El palo (2000). Su primer trabajo juntos por primera vez en teatro fue, en Atchússs. «No pasábamos tanto tiempo juntos desde que vivíamos con nuestros padres», confiesa Ernesto. Por eso, no nos hemos resistido a la tentación de dejarlos solos y que hablen como hermanos. De su familia, de su profesión, de su padre, de la España que los acogió…

Llegar a España

Malena. Yo era muy pequeña, pero tú ¿tienes recuerdos de la Argentina y de cuando llegamos a España?

Ernesto. Sí, aunque son muy vagos. Una farmacia con unos juguetes que me gustaban mucho, la guardería… Sobre todo, recuerdo que al llegar aquí no entendía nada; pensaba que era otro idioma. Y la pensión donde nos metimos, en Bravo Murillo, 30; aquellas escaleras…Para que no me cayera, papá me repetía: «Des-pa-ci-to, pi-ru-li-to».

Malena. ¿Y de la tristeza por dejar la Argentina?

Ernesto. De eso, no tanto.

Malena. A veces pienso lo que debió de ser para papá y mamá venirse con dos niños pequeños… Tuvimos mucha suerte porque hay gente que salió muy mal parada de ese episodio y nosotros estamos aquí, medianamente equilibrados y todos con trabajo. Es triste, tan duro, y por razones políticas.

Ernesto. Yo nunca me he comprometido con la política. Quizá porque iba mucho con Juan Botto y estuve en Animalario la gente me asocia con cosas en las que no participé. La libertad es importante, pero la busco en lo que hago.

Malena. Hemos sido todos bastante independientes.

Ernesto. Nuestro padre tampoco fue militante de nada.

Malena. Militaba en su trabajo.

Ernesto. Nunca fue activista, lo que pasa es que se exilió y era una persona muy conocida y querida allí. Todo aquello nos marcó y por eso no hemos querido ‘casarnos’ nunca.

Malena. Totalmente de acuerdo. Aunque a veces necesito decir que no me gustan ciertos comportamientos políticos que veo.

Ernesto. En casa, la más activa es mamá.

Malena. Sí, es la más peleona y la que se pronuncia con más claridad. Pero nunca hemos participado en ningún movimiento.

Elegir profesión o que te empujen a ella

Ernesto. En nuestra familia, más que el de la política, se nos inoculó el veneno del mundo artístico. Papá es actor y mamá tocaba el piano, era profesora y fundó un taller pionero donde los niños pasábamos por la música, la pintura y el teatro. Aunque quizá, más que nuestro padre, la figura clave fue la tía Norma, la hermana mayor de mamá.

Malena. Sí. De hecho, no sé si me hubiera decidido a ser actriz solo porque papá fuera actor.

Ernesto. Yo tampoco. Le teníamos mucho respeto, pero la tía Norma, que murió hace unos años [2010], me animó mucho más. Ella nos hizo decidirnos.

Malena lleva Camisa blanca, de Rich and Royal y Pantalón denim, de Dandara. Ernesto lleva Camisa blanca, de Olimpo y Pantalón denim, de Levi’s.

Lidiar con un apellido famoso

Malena. Con lo de papá siempre tuve cierto pudor… En las audiciones, me costaba decir mi apellido por si alguien pensaba que estaba allí porque papá había descolgado el teléfono.

Ernesto. A mí me daba una vergüenza horrible que me preguntaran si yo era su hijo. Sobre todo, en el colegio.

Malena. A mí eso me daba orgullo. Fuera del trabajo jamás me ha importado que me pregunten si soy su hija.

Ernesto. Lo más gracioso es que alguna vez papá ha pasado a ser ‘el padre de Belén’ [ríe].

Malena. Belén, sí, por mi personaje en Aquí no hay quien viva. Alguna vez le han preguntado. «¿Eres el padre de la portera?» . El pobre no entendía nada. Recuerdo cuando le entregamos juntos el Goya. Fue muy emocionante verlo subir al escenario y abrazarlo.

Cuando papá se pone serio

Malena. La relación con nuestros padres era bastante buena.

Ernesto. Sí, aunque cuando papá se ponía serio…

Malena. Daba mucho miedo, sí [ríe]. Éramos muy desobedientes y papá tenía muchos periodos de ausencia por su trabajo…ecuerdas lo de las natillas?

Ernesto. ¡No se me olvida! El primo Pablo estaba en casa y papá decidió hacer la comida. Se tiró una hora en la cocina y, para seguir jugando, le dijimos que no teníamos hambre. Y él. «No pasa nada. Lo tiro». A la media hora nos entró hambre y nos pilló comiéndonos unas natillas en la cocina. Las lanzó contra la pared y nos gritó: «Y ahora recogen y limpian ustedes»[con acento argentino].

Malena. Cuando se enfadaba, le salía la tonada argentina [ríe]. Lo de las natillas es parte del anecdotario familiar.

Ernesto. Si, pero cuando hablamos unos de otros lo hacemos con pudor y delicadeza. Lo hemos heredado de papá.

Disputas fratricidas

Malena. La verdad, Ernesto, nos peleábamos mucho. La infancia nos fue bien, pero en la adolescencia… ¡no te podía ni ver! ¡Me tenías amargada!

Ernesto. Pero ¡qué dices!

Malena. Sí, sí; sobre todo cuando te daba por asustarme.

Ernesto. ¡Qué acritud! ¡Cuánto rencor! Tú recuerdas los sustos que te daba, pero olvidas que me fastidiaste una cinta de Eric Clapton.

Malena. ¡Mira que eres rencoroso! Llevas años recordándome esto en cuanto tienes oportunidad.

Ernesto. Era una cinta VHS en la que tenía grabados varios conciertos de Eric Clapton. Llegó la niña y me la borró.

Malena. ¡Pero no fue adrede, Ernest! No sabía… Cuando te diste cuenta, me agarraste de las manos y rebobinabas la cinta para que viera lo que había hecho. En fin, no voy a dar detalles, pero me caneabas bien. Fue un episodio bastante traumático.

Ernesto. ¡Qué horror, Malen! Todavía estoy pagando todo eso [entre risas]. Tenía trece años y tú, nueve o diez.

Malena. Mi estrategia cuando me caneabas era infalible: manipulación pura y dura. Me hacía la víctima hasta que papá y mamá aparecían y te la ganabas. «Ernesto me ha pegado». Siempre se pusieron de mi lado y tú te llevabas un broncón.

Ernesto. Discutíamos mucho, pero nunca por cosas muy serias. ¡Lo típico entre hermanos!

La escapada de Malena

Malena. ¿Te acuerdas de cuando me escapé del colegio con dos amigas y nos pillaron? Estaba horrorizada pensando que iban a llamar a papá, pero te llamaron a ti, como hermano mayor.

Ernesto. No me acuerdo, pero que conste que nunca he ejercido de hermano mayor ni he ido dando consejos a nadie. ¿Qué pasó?

Malena. Yo estaba superavergonzada en un despacho en el que nos metieron… Y tú, con cara de decir: «Y a mí qué me importa todo esto» [ríe].

Ernesto. ¿Y qué dije? ¿Luego me chivé en casa?

Malena. No, no dijiste nada, pero recuerdo tu cara de póker sin entender qué hacías allí metido. Luego, los del colegio llamaron a mamá y se enteró de todo.

Ernesto. ¡Qué horror! ¿Ves como fui bueno contigo?

Hermana, tía y cuñada dedicada

Ernesto. Desde que me fui de casa, con 22 años, no habíamos pasado tanto tiempo juntos como ahora.

Malena. Antes coincidíamos poco. Ahora te visito para ver a mi sobrina Lola, maravillosa; y a su madre, ¡guapísima! Madre mía, qué belleza tu mujer [la actriz Juana Acosta]. Es bella por dentro y por fuera.

Ernesto. Sí que lo es. Una vez en México, en una entrega de premios, estaba con Juanita y unas amigas suyas y una mexicana detrás de mí dijo. «Estas pinches colombianas siempre tan guapas» [se ríe].

El trabajo en familia

Malena. Con papá solo he coincidido en algunos cortos y nos entraba la risa al vernos. Pero contigo nunca.

Ernesto. Yo he trabajado en un par de películas con él y lo pasamos muy bien. Ahora que estamos juntos en el teatro, te admiro mucho y me gusta verte trabajar tan bien, como lo haces siempre [risa maliciosa]. Al principio era una sensación rara, entre extraña y familiar a la vez.

Ernesto lleva camiseta color morado, de American Vintage. pantalón denim, de Boss. Malena lleva Vestido estampado de flores, de Dolores Promesas Earth.

Malena. Te confieso que al principio estaba asustada. Temía pelearnos por algo o encontrarme algo desagradable, irremediable o inconfesable [ríe]. Quería que estuvieses bien, que no te enfadaras, que estuvieses tranquilo… Eres mucho más visceral que yo, que soy más tranquila. Por eso había esa especie de necesidad en mí de cuidarte.

Ernesto. [Entre risas] sí, sí, lo he notado mucho y te lo agradezco. Cuando se me desboca el caballo, estás a mi lado para amansarlo [se ríe].

Malena. Eso es lo bonito de ti, Ernest, que aparecen cosas inesperadas y explosivas que hacen de tu trabajo algo único e irrepetible y, a veces, inesperado. Eres muy nervioso, reconócelo.

Ernesto. ¡Pero si soy un hombre tranquilo!

Malena. Muy tranquilo, sí…

Ernesto. Cuando empiece la gira, me da mucha tranquilidad que estés conmigo. te siento supersensata y buena [irónico].

Malena. Va a ser una gira larga. Nos vamos a pasar el año comiendo rico por España. Ya te siento como compañero.

Ernesto. ¡Qué hermanos más sosos somos!

Malena. ¡Ya, ya! Esta entrevista la tenemos que repetir al final de la gira, a ver si contamos lo mismo. O igual nos hemos matado con tanta convivencia.

 

Maquillaje y peluqueria. Paula Soroa para L’oreal . Asist. Estilismo. Frank Jymz

"actualidad"