hoy empieza el burning man festival en nevada, que une a ‘neohippies’ y gurús de internet.
Hubo un tiempo, en los noventa, en que los magnates de Silicon Valley pasaban inadvertidos entre los miles de asistentes al festival Burning Man, una semana de ‘descompresión’ en el desierto de Nevada durante la cual todos se olvidaban de sus móviles y ordenadores. ¿Para qué llevárselos si no hay Wi-Fi ni cobertura? Allí sobrevivían con lo puesto, en una especie de campamento de refugiados para gente guay, que es como se concibió el primer festival en el desierto celebrado en 1990. Un oasis de contracultura, música electrónica, creatividad y ligoteo en el que los CEO de Google, Amazon o Facebook recuperaban sus raíces más hippies. Pero los nuevos mandamases del silicio (Uber, Twitter, Tesla ) no están por mezclarse con el común de los mortales, así que pagan unos 25.000 dólares para alojarse en un gueto vip con todas las comodidades (chef, aire acondicionado ) del que solo salen acompañados por sherpas que los guían en el laberinto de tiendas de campaña, escenarios y performances. Los veteranos se quejan de que la esencia del festival se está perdiendo, pero sigue siendo un referente para los que creen en la utopía de una ciudad fraternal donde todo se comparte. las ideas, el bocata e incluso el amor. Del 30 de agosto al 7 de septiembre. C. M. S.
El laboratorio creativo.Artistas y programadores se mezclan. Los de Google inventaron los doodles allí. Los creadores del festival fueron los artistas y ‘agitadores culturales’ Kevin Evans y John Law.
El ninot de los ‘techies’.Se quema una escultura humana y un ‘templo’ (de diferente forma cada año). Es un ritual dedicado a los muertos; el fuego como símbolo de renovación. Es arte temporal con final fallero, pero la quema se hace en silencio.
Las leyes de la utopía.La autosuficiencia es la norma. Cada cual lleva su comida y viste como quiere o va desnudo. La entrada cuesta 390 dólares. Lo único que se vende es hielo y café. No hay patrocinadores ni anunciantes.
La ciudad efímera.Se reúnen 70.000 personas en Black Rock City, una ciudad que solo existe una semana. Cuando se van, no queda ninguna huella. Esta limpieza y conciencia ecológica es un principo del festival. ‘leave no trace’ (no dejar rastro).
