Ni se parece físicamente ni es creyente, pero el actor argentino quiere que veamos a Francisco I en sus gestos y en su viaje, exterior e interior, desde las villas miseria hasta el Vaticano. A él, dice, la experiencia lo ha cambiado. Hablamos con él de la primera película sobre el actual Papa.
Sus amigos dicen de él que es noble como el quebracho; sus enemigos, que es parco y amargo.
De familia muy humilde y padres separados, dejó los estudios a los 14 años. Trabajó de ordenanza, primero, y de camarero, después, antes de debutar como actor en Buenos Aires a los 16 años.
En 1995, Jaime Chávarri lo llamó para formar parte del reparto de Las cosas del querer; pero fue Pedro Almodóvar quien, siete años más tarde, le abrió las puertas del mercado europeo por su papel en Hable con ella.
Darío Grandinetti (Rosario, 1959) ha vuelto a España para rodar con Pedro Almodóvar Silencio, y el 15 de septiembre se estrena en nuestro país su última película, Francisco, en la que el actor argentino se mete en la piel de Jorge Bergoglio. Hablamos con él del Papa, de su apoyo a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y de su -dicen- complicado carácter.
XLSemanal. Eminencia, en menudo lío se ha metido.
Darío Grandinetti. Mejor llámeme Padre Jorge [sonríe] y ojalá todos los líos fueran así; porque, metiéndome en el papel del Papa Francisco, descubrí un personaje muy atractivo, un ser humano muy especial que me ha permitido aprender mucho de la vida y de comportamientos que están muy lejos de los que uno ha tenido habitualmente.
XL. ¿Es usted religioso?
D.G. No.
XL. ¿Y se ha vuelto más piadoso tras hacer este personaje?
D.G. Tampoco, lo que sí puedo decir es que en Bergoglio había una tarea pastoral que va más allá de la Iglesia como institución y que ha seguido ejerciéndola, e incluso la ha profundizado, después de ser elegido Papa. Él no ha cambiado.
XL. ¿Les hizo ilusión a los argentinos la elección de este Papa?
D.G. Sí, mucha y por distintos motivos. Pero hubo quien intentó sacarle rédito político desde la derecha, desde la oposición al Gobierno. Hicieron una campaña para hacer creer que Bergoglio estaba en contra de la presidenta.
XL. Desde luego sorprendió la rápida audiencia que le concedió a Cristina Kirchner y los besos que se dieron ante las cámaras.
D.G. A alguna gente en Argentina no le cae bien que el Papa haya recibido a la presidenta muchas veces.
XL. Es sabido que usted es un claro defensor de la presidenta
D.G. Es así, sí. Y no me ha importado manifestarle mi apoyo siempre que he tenido ocasión.
XL. Al principio parece que el Papa fue mejor acogido entre las personas menos religiosas que entre los católicos más conservadores.
D.G. ¡Exacto! A eso me refería cuando te explicaba el rédito político que la oposición de derechas intentó sacar. Pero no han conseguido nada porque está claro que el Papa es más de izquierdas que de derechas. Por eso, este Papa causa tanto revuelo.
XL. ¿No cree que ya queda muy antiguo esto de dividir a la gente en dos únicos bandos?
D.G. Es que no hay otra forma de definirlo. Si quieres, podemos hablar de liberalismo y progresismo, pero solo cambiará la forma de enunciarlo.
XL. Pero no siempre la izquierda es progresista ni todos los liberales son de derechas, hay otras opciones y matices.
D.G. Hay países donde la cosa está más gris y las diferencias entre esos dos bandos todavía se notan considerablemente. En Sudamérica, la diferencia entre derecha e izquierda es muy notoria.
XL. Volvamos a la película, ¿ha conocido al Papa?
D.G. Sí, lo he conocido a raíz de este rodaje. Tuve un encuentro muy corto en el que apenas me dio tiempo a preguntarle cosas que yo quisiera saber. Fue en una de esas audiencias de los miércoles y sí, lo miré mucho porque hasta que llegué a poder hablar con él pasaron tres horas y pico.
XL. ¿Sabía que iba a interpretar su papel?
D.G. Sí, sí; él lo sabe todo y solo me dijo. Ya sabía que estaban por acá . ¡Y me encantó! A él no le causa demasiada gracia que se haga una película sobre él, le parece demasiado frívolo. El Papa no está para eso. Imagínate, con todo lo que está haciendo y todo lo que quiere hacer en poco tiempo, ¿va a ocuparse de esta película? ¡Ni caso! Él es un hombre culto, le gusta el cine, pero esto no le importa nada.
XL. ¿Sabe si ha visto ya la película?
D.G. No la ha visto, pero supongo que la verá porque la autora del libro sobre el que está hecha la película [Elisabetta Piqué] es amiga suya, se conocen desde hace mucho tiempo y tienen una relación personal.
XL. Más allá del acento, su parecido físico no es mucho, pero en la película ha clavado su forma de andar.
D.G. Lo miré mucho, sí. Pero lo que he notado es que ahora, siendo Papa, tiene una energía mayor y cojea menos que antes. Creo que hay épocas en las que le duele menos la cadera y ahora está en un momento de plenitud intelectual, emocional y política. ¿Por qué está todo el mundo tan encantado con él? Porque hace cosas que la Iglesia no ha hecho nunca y que el mundo entero ha reclamado al Vaticano. Y él las hace, ¿qué es eso?
XL. ¿Apostolado?
D.G. ¡Qué coño! Juntar a Estados Unidos y Cuba ¿no es política? Mira cómo lo consiguió.
XL. Juan Pablo II también propició la caída del muro de Berlín.
D.G. Eso también fue política, sí; pero a nadie le cayó tan bien aquello.
XL. ¿Eh?
D.G. ¿Quién tiene más aceptación en el mundo. este Papa o Juan Pablo II?
XL. Juan Pablo II fue un Papa muy querido y muy seguido por muchísimas personas, aunque tuviera sus detractores también.
D.G. Yo te invito a que vayas a la plaza de San Pedro los miércoles, veas lo que está sucediendo allí y que te fijes en todo lo que despierta este hombre. Para mí fue muy impactante ver, durante cuatro horas, cómo habló con la gente y cómo conectaba de verdad. Y esto sucede a partir de las decisiones que ha tomado a favor de los más necesitados.
XL. Está claro ha gustado interpretar al Papa Francisco.
D.G. Sí, me gustó hacerlo e investigar sobre él. Ahora hay que ver qué pasa con la película.
XL. ¿Ser ‘chico Almodóvar’ supuso un antes y un después en su carrera?
D.G. Sí, seguro; pero a mí lo de ‘chico Almodóvar’ me pilló ya muy grande. tenía más de 40 cuando filmé la primera vez con él. Desde entonces, me llamaron mucho para trabajar en España, en Italia, en Francia Sobre todo, en producciones para las que, de no haber trabajado con Almodóvar, no me hubieran llamado, aunque yo trabajaba mucho en Argentina. Que Pedro me haya vuelto a llamar es muy gratificante.
XL. Dejó de estudiar a los 14 años.
D.G. Me aburría un montón y empecé a trabajar porque hacía falta; era un adolescente con los padres separados -cosa que no era habitual en el año 79- y la situación del país era muy complicada. Quizá ahora entiendes mejor mi forma de pensar y de sentir.
XL. Empezó a trabajar a los 15 años en la Junta de Granos [centro oficial de venta de cereales], donde su padre era sindicalista.
D.G. Sí, mi trabajo era de ordenanza y trataba de cumplir con lo que me mandaban para dejar bien a mi padre. Yo soy de una familia de clase media-baja y mi padre terminó de pagar su casa, de esas que los gobiernos ayudan a comprar, pocos años antes de morirse; nunca tuvimos nada más. Por eso, mi mirada hacia la gente que necesita cosas es cercana.
XL. En algunas entrevistas recientes dice que tiene tres hijos y en otras, cuatro
D.G. Tengo cuatro, pero una de mis hijas falleció, se llamaba Lucía y es un tema del que no voy a hablar más.
XL. Sus hijos son de dos mujeres distintas, de las que está separado, pero asegura que usted siempre ha sido un padre presencial.
D.G. Es verdad que lo he sido desde que nació mi primera hija [Laia, 1989]; siempre me he ocupado mucho de ellos.
XL. ¡Y los tres le han salido actores!
D.G. Pero sin influirles nada, al contrario; he tenido que frenarlos de jóvenes para que estudiaran. De hecho, Laura, mi hija más pequeña, que ahora tiene 18 años, empezó a tomar clases con 6 años; y Juan [1991], cuando era adolescente. Yo les dije que nada de trabajar hasta que no tuvieran 18 años y terminaran el colegio, y no lo hicieron, pero empezaron a estudiar teatro desde muy pequeños.
XL. ¿Siempre le ha interesado la política o de joven era más dócil y tranquilo?
D.G. Bueno digamos que era muy movidito. En el colegio, una maestra llamó a mi madre y le dijo. A este chico hay que tenerlo siempre ocupado ; entonces, mi madre me mandó a estudiar guitarra, inglés Pero nunca consiguieron que hablara inglés ni que tocara la guitarra [ríe]. Y en el trabajo procuraba terminar pronto mi tarea para tener tiempo de tocar las narices a los demás, sí.
XL. ¿Sabe que en algunas entrevistas lo definen como un hombre parco, amargo, con poco sentido del humor y un poco cabrón [con perdón]?
D.G. Sí, ya sé; eso es lo que dicen de mí, pero yo me veo algo mejor [risas].
XL. ¿Por qué cree que lo dicen?
D.G. Porque no sigo el modelo que se les exige a los actores. Se nos pide que seamos simpáticos con todo el mundo, que vayamos a todos los programas, que todo nos parezca bien y que digamos que está todo divino. Y yo no soy así, a mí no me cae todo bien. Pero tengo una vida social activa, amigos, familia Ya me divertí mucho de joven y ahora prefiero otro tipo de vida.
El camino al Vaticano
La película que protagoniza Grandinetti está basada en el superventas ‘Francisco. Vida y revolución’, de la periodista argentino-italiana Elisabetta Piqué. El filme, dirigido por Beda Docampo y en el que también interviene Silvia Abascal, explica cómo se forjó la mentalidad del Pontífice, su camino desde las villas miseria hasta el Vaticano, con amor de adolescencia incluido.
Darío Grandinetti con su hijo Juan, de 19 años, que debutó como actor el año pasado y que ahora interviene en una serie de televisión argentina con su padre. Grandinetti tiene otros dos hijos de dos parejas distintas.
