Realizó el cartel de la corrida en la Monumental de Barcelona. Ahora, el artista retoma los toros. Lo hace con una serie de grabados. Hablamos con él en su estudio de París. Por María de la Peña

Vestido de negro y con unas zapatillas blancas, Miquel Barceló parece un niño de 58 años. Nos recibe en su estudio de París, donde su tremenda vitalidad está volcada estos días en una compilación de más de 60 grabados de tauromaquia, que formarán parte de una exposición en la Calcografía Nacional de la Real Academia de San Fernando, en Madrid (Miquel Barceló. Gráfico, hasta enero), y de la muestra Sol y sombra, en la Biblioteca Nacional y el Museo Picasso de París el próximo año. Un auténtico homenaje a un género olvidado cuyos máximos referentes fueron nada menos que Goya y Picasso.

No he acabado. Sigo en ello. Mira este grabado del toro solo en mitad de la plaza. Parece un Piranesi. Este otro es el primer estado, es aguatinta, solo que es con una técnica un poco de mi invención Es muy improvisado todo y va sucediendo. Este, el tercero, ya con punta seca encima y a veces le doy entretanto con agua fuerte. Y este es el retrato de un torero. Acabé haciendo el del torero al que le falta el ojo, con el parche. Hay tantos que me pierdo .Un paseo por los dos niveles de su taller basta para captar las múltiples referencias a su afición por la tauromaquia. una postal de una plaza de toros; un toro dibujado con pincel en la pared encima de un interruptor; y, en la sala de las grandes pinturas, unos enormes papeles que han tomado formas de roca para dar vida a cuadros de cuevas con toros o búfalos. Son como pinturas rupestres. Son nuevos y están en observación. Empecé en primavera . Y muchas figuritas de juguete, desde un toro de madera hasta un perro negro al que Barceló ha convertido en toro pegándole unos cuernos rojos de plastilina.

Sus comentarios sobre cada grabado salen a borbotones de su atropellada forma de hablar, dejando huérfanas algunas frases. Estamos en un espacio no muy grande que, según Barceló, es un auténtico taller de grabado. Hay pilas de grabados en blanco y negro esparcidos por las mesas. Quiere mostrarlos todos, aunque faltan los ocho seleccionados para el libro que acaba de editarse con textos de José Bergamín, La solitude sonore de toréo (‘La soledad sonora del toreo’). Con el resto no sabe lo que hará. Venderlos o hacer una exposición en Nueva York o en alguna parte .

XLSemanal. ¿Por qué esta vuelta a la temática de los toros?

Miquel Barceló. Porque me lo pidió un amigo editor de libros de bibliofilia y porque creo que los toros como temática, usando el grabado como técnica, tienen algo un poco provocador y también agónico. Son dos artes que están en las últimas.

XL. Pocos artistas hacen grabados actualmente, ¿no?

M.B. Casi nadie. Por eso, me gusta la idea de que trabajo casi con el último grabador. Es como los toros, algo casi en desuso. No tiene nada de nostálgico. No es eso lo que me mueve. Es constatar que esto está sucediendo. Es inquietante que no queden grabadores. Es la pérdida de toda una cultura.

XL. ¿Hace grabados también en Mallorca?

M.B. Solo aquí. Viene el grabador cada día y veo los resultados. El grabador es el que pone la tinta, pone el ácido, hace la impresión y el tiraje. Yo hago la plancha. Es un grabador parisino con muchos años de oficio.

XL. ¿Por qué cree que el toreo está desapareciendo?

M.B. Es como un trampantojo. No es tan sencillo. No hablamos solo de dos cuernos y del sufrimiento de un animal. Es mucho más complejo. Las ganaderías A mí me gustan muchísimo las ganaderías, seguramente son de los grandes espacios ecológicos de Europa y algo muy frágil. Por eso hay cada vez menos toros. Es un arte que básicamente está en decadencia porque van desapareciendo las ganaderías. Es como algo que se está secando poco a poco.

XL. ¿Y qué opina sobre las prohibiciones y la intromisión política?

M.B. Los toros se han convertido en algo muy político. Es demasiado estúpido para que valga la pena discutir sobre ello.

XL. ¿Qué es lo que admira del arte del toreo?

M.B. Es una forma de arte que nos lleva a algo muy primitivo y ancestral; y no hablo del hecho de la muerte, que también. Me interesa la unicidad. es algo que solo sucede ahí y entonces, nunca más antes ni después. Me interesan las formas de arte que no son técnicamente reproducibles. Justamente, en estos tiempos son más necesarias que nunca esas formas de arte, como la poesía, por ejemplo, que son esenciales. Los toros son una forma de arte esencial.

XL. Decía que la mayoría de sus amigos y conocidos son antitaurinos. ¿Cómo defiende delante de ellos los toros, con qué argumentos intenta convencerlos?

M.B. Nunca he encontrado una forma de justificar la tauromaquia. No con palabras que ellos entiendan. Es algo muy visceral. Lo mismo pasa con los toros en la tele. Los toros no son filmables. Ninguna película transmite la misma emoción que una corrida. Es algo que lo saben los toreros y lo sabemos los que hemos visto la corrida. Por ejemplo, la de Antoñete cuando se retiró. Yo estaba en Madrid. Y luego lo he visto filmado y parece torpe. Sin embargo, la gente estaba emocionada en la plaza, al borde de las lágrimas. Pero no me siento cómodo en ningún bando. Me sucede en casi todo en general. Nunca firmaría nada a favor ni en contra de la tauromaquia.

XL. ¿En qué se diferencian estos grabados de su obra anterior de tauromaquia, sobre ttrong>M.B. Estos grabados son muy diferentes. Muy dramáticos. Hay como una escritura nueva. En blanco y negro. Y tienen una técnica ancestral de grabado, pero llevada al extremo. Además, uso unas herramientas curiosas, clavos y cosas que me encuentro por ahí y que dan efectos especiales. Cada día me invento cosas nuevas.

XL. Los cuadros de tauromaquia de los noventa los pintaba en el suelo, con gestos parecidos a los de torear, trabajando en el centro y dando vueltas. Escarbando el centro como un cráter para vaciarlo y luego llenar lo de alrededor como una plaza de toros. Son las similitudes de su forma de pintar y la de torear. ¿Se siente cómodo trabajando en el suelo? 

M.B. Bueno, he trabajado hasta en el techo, en el suelo y en la pared, y yo creo que no me siento cómodo de ninguna manera. Me siento cómodo cuando estoy sentado se ríe. No creo que la comodidad ayude a pintar, ¿sabes? Incluso para los grabados trabajo de pie. Las sillas son para hacer entrevistas.

XL. ¿Y qué escucha mientras trabaja? He visto altavoces en las paredes.

M.B. Siempre escucho música cuando trabajo. Me gusta. Escucho de todo. Jimi Hendrix y Shostakóvich, o la radio, fútbol, con cascos, porque así me aíslo. Tengo altavoces por todas partes y a veces pongo la música muy fuerte. Me va bien, así no oigo ni timbres ni voces. Es una buena forma de concentrarme.

XL. ¿Ha toreado alguna vez?

M.B. Una vez en casa de Ordóñez, con él y con Esplá. Muy poquito. Lo suficiente para que no pasara nada muy malo. Tengo una cicatriz en un dedo me enseña el pulgar izquierdo, pero ni siquiera me di cuenta, con el pitón, vi que el capote tenía sangre y no sabía por qué, y no me debí de enterar porque la adrenalina va tan Me salvó la vida Esplá. Bueno, Ordóñez era una bestia. Y era muy provocador. Fue Esplá quien hizo el quite y me salvó. Pero no he toreado ni mucho menos. Camarón me contaba eso de que un día toreó y vio el miedo que da. Yo de lo que me acuerdo es de que el toro nunca acaba de pasar, ¿sabes?, es como un tren y, cuando parece que ya ha pasado, vuelve. Realmente es un miedo que va más allá del miedo. Realmente impresionante. Nunca he tenido ganas de ser torero.

XL. ¿Qué le gusta de sus amigos Luis Francisco Esplá, Curro Romero y José Tomás?

M.B. Son amistades de muchos años. No los veo tan a menudo. Curro está en Sevilla y ya no se mueve mucho, pero es un gran amigo y lo quiero muchísimo, y ha sido el gran torero del siglo XX. Y con Esplá hemos discutido muchísimo de toros, incluso hemos dado conferencias juntos algunas veces y es alguien que estudió Bellas Artes, ha leído muchísimo y tiene una cultura muy amplia de toros. Ha sido más que un gran torero. Ha sido y es un gran conocedor de ese mundo y un gran director de lidia que no sabía solamente qué hacer con el toro, sino que sabía cómo estaba fabricado o cosido un capote. Tiene un conocimiento absoluto y con alguien así es muy interesante discutir.

XL. ¿Y José Tomás?

M.B. Es el torero que más transmite la emoción pura. Y es también paradójico que, en una época en que los toros son cada vez peores y cada vez hay menos, exista uno de los mejores toreros de nuestros tiempos. Pero las cosas siempre son paradójicas. La vida es paradójica.

XL. ¿Quién le ha inspirado más en la tauromaquia, Goya o Picasso?

M.B. En Picasso siempre me he fijado mucho en todo. Pero, a veces, me he fijado para intentar no parecerme. Y Goya como grabador es excelso bueno, Picasso también, pero los grabados de Goya de Tauromaquia son buenísimos; en Rembrandt también me he fijado muchísimo, no en tauromaquia porque no hizo, pero sí mucho en los grabados. Los miro continuamente. Esa manera de trabajar la resina, el negro y la línea seguramente viene más de Rembrandt que de Goya y Picasso.

XL. ¿Y se ha fijado en otros que trataron la tauromaquia como Miró, Dalí, Saura o Barjola?

M.B. No, no me he fijado mucho. Es que el arte tauromáquico es bastante malo en general. Yo creo que se podría hacer un museo de los horrores de arte taurino. Y espero que el mío no se incluya en ese museo.

XL. ¿Cree que es un género maltratado?

M.B. Sí, desde luego, como género artístico. No resulta fácil acercarse a él. Con los referentes de Picasso y Goya, dices ¡caray! . Puede resultar pretencioso. Vas con pies de plomo. Y también lo hace difícil el hecho de que ahora los toros estén mal vistos.

XL. Usted conoció a Miró, Warhol, Basquiat, Twombly ¿Quién le impresiona hoy en día como seguramente lo hicieron esos artistas ya fallecidos?

M.B. [Silencio]. Los muertos no dejan de impresionarme porque estén muertos [silencio]. Seguramente pienso más en algunos amigos míos de Mali que me impresionan mucho y que no son famosos más que en su pueblo; me impresiona cómo sobreviven, cómo consiguen salir adelante. Parece una respuesta fácil, pero es la verdad.

XL. La gente que lo conoce bien dice de usted que es una persona muy auténtica, muy de verdad, fiel a sus amigos. ¿Hoy en día es difícil ser así de honesto?

M.B. Yo no me he preparado para ser de otra forma de la que soy. Casi todos mis amigos son amigos míos desde que era niño. No tengo muchos amigos nuevos. Algunos, pero pocos [silencio]. Para mí lo difícil sería ser como uno no es.

XL. ¿Se siente bien tratado en España museísticamente? ¿O se siente más mimado en Francia, por ejemplo?

M.B. No me voy a quejar. Hago lo que quiero, vivo donde quiero. Está bien como está. Además, a veces es mejor un poco de indiferencia; es más estimulante que demasiados aplausos. A mí las cosas no me han ido del todo mal desde hace muchos años. No voy a quejarme.

XL. ¿Está contento como está?

M.B. Sí. Además, ya tengo más de 50 años y entonces todo empieza a parecer un homenaje. Sería muy mala señal que me empezasen a dar medallas y a hacerme exposiciones. Todo parece como póstumo. Yo prefiero que me dejen tranquilo y trabajar.

Poco después de este encuentro en París con Barceló tuvieron lugar los terribles atentados del 13 de noviembre. El artista mallorquín estaba desolado.

M.B. Es difícil hacer un comentario sin caer en la banalidad. Yo estaba en el estudio, oí las ambulancias y helicópteros Mi hijo podría haber estado en Bataclán. Es una sala frecuentada por amigos míos muy a menudo. Es desolador que los atacantes sean chicos tan jóvenes.

Barceló disfruta una vida alejada de los focos entre Mali y París. Su última producción protagoniza un libro y varias exposiciones.

Espacio de trabajo

Una de las salas donde trabaja y dos de sus grabados taurinos. Barceló pasó a ser el artista español vivo más cotizado en 2011 cuando su cuadro Faena de muleta se vendió por 4,5 millones de euros.

Rodeado de animales

En el estudio de Barceló hay figuras de todo tipo, pero sobre todo de animales. Disecados, fósiles, calaveras Yo soy de campo. Tengo mucha empatía con los animales , dice.

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