Por primera vez, dos reporteros se sientan en el banquillo de los acusados del Vaticano. Se los acusa de revelar secretos de Estado, es el llamado caso Vatileaks 2. Con motivo de la publicación en España de ‘Vía crucis’, uno de los dos libros que recoge filtraciones de las finanzas vaticanas, hablamos con su autor: el periodista Gianluigi Nuzzi. Por Daniel Méndez
En 2012 estalló en el Vaticano el caso conocido como Vatileaks, por el que fue juzgado y condenado Paolo Gabriele el mayordomo de Benedicto XVI por filtración de documentos.
Ahora es el Papa Francisco el que ha de hacer frente al caso Vatileaks 2, que hace unas semanas adoptó una deriva insólita al hacerse público que esta vez no solo se sentarían en el banquillo los acusados de filtrar los documentos, sino también los periodistas que los han difundido. Por primera vez el Vaticano inicia un juicio contra dos cronistas, Emiliano Fittipaldi y Gianluigi Nuzzi, por revelar secretos de Estado. Ellos afirman que están ejerciendo su trabajo, y se amparan en la libertad de prensa. En pleno proceso judicial hablamos con Nuzzi, autor de Vía crucis (Espasa), un libro que documenta la guerra -y tan bélico apelativo es elección suya- que estaría librando el Papa Francisco por reformar la Iglesia, en aras de la transparencia y la correcta gestión de sus finanzas. Él no escribe a favor ni en contra de nadie, afirma: se limita a ejercer su profesión. El tribunal de la Santa Sede lo acusa de haber cometido un delito contra la patria, una infracción considerada como muy grave que podría acarrear una pena de entre cuatro y ocho años de prisión.
XLSemanal. Habla de una inquisición contra ustedes…
Gianluigi Nuzzi. El proceso es muy absurdo.
XL. Al principio había decidido no presentarse ante el tribunal. ¿Por qué ha cambiado idea?
G.N. Lo que dije es que no iría al interrogatorio durante las investigaciones previas, pero el proceso lo quiero seguir de cerca. Es importante: es también un proceso al derecho de información y yo quiero ser testigo en él.
XL. La Conferencia Episcopal había anunciado su intención de poner fin a las investigaciones antes del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que empieza el 8 de diciembre… Finalmente no ha sido tan rápido.
G.N. Mientras regresaba de su reciente viaje a África, el Santo Padre hizo una declaración muy importante. Declaró que, aunque quería que se cerrase el juicio antes del Jubileo, es fundamental que se garantice el derecho de la defensa.
XL. ¿Y en qué se traduce esa declaración?
G.N. Se ha admitido la petición de la defensa de uno de los imputados de que haya un aplazamiento para leer las cartas procesales. Es importante tener claro que nos encontramos ante un proceso doble, no un único proceso.
XL. ¿En qué sentido?
G.N. En que, por un lado, se está juzgando a tres personas que tenían cargos en el seno del Vaticano y que están siendo acusadas de habernos facilitado documentos.
XL. Y, al mismo tiempo, hay dos periodistas acusados por sendos libros de investigación.
G.N. Yo he escrito un libro en el que me baso en numerosas fuentes, como todos los míos de investigación.
XL. Gente de dentro del Vaticano…
G.N. Hay gente que trabaja dentro del Vaticano y gente que trabaja fuera…
XL. ¿El del Papa es un gesto de apoyo hacia ustedes, los que se sientan en el banquillo de los acusados?
G.N. Es un gesto de apoyo a los derechos de la defensa, un gesto de casi diría atención, igualdad y misericordia.
XL. ¿Misericordia?
G.N. Se podría decir así, aunque en realidad está tutelando unos derechos de defensa, que son básicos en todos los países democráticos. Los imputados deben tener derecho a leer los documentos.
XL. ¿Y no es así?
G.N. Yo solo tuve 20 minutos antes de la audiencia para leer los textos de la acusación. No podemos fotocopiar los documentos, solo leerlos delante de nuestros abogados. Yo he conocido al abogado que me ha sido asignado una hora antes del proceso… Todo se estaba convirtiendo en una farsa.
XL. ¿Y ahora?
G.N. ¡No lo sé! Pero ha habido un primer gesto del Papa que ha explicado que se nos debían garantizar los derechos de defensa. Es un gesto indispensable y me alegro de que el Papa haya tenido la sensibilidad de concedernos estos derechos, que en Italia o España están garantizados.
XL. ¿Y en el Vaticano no lo están?
G.N. Sigue siendo un proceso kafkiano, porque los periodistas deben responder del delito de investigación. En Italia no es un delito, es periodismo.
XL. Pero se los acusa también de ejercer presiones ilegítimas para obtener los documentos.
G.N. Esto se evapora leyendo el contenido de mis conversaciones por WhatsApp con monseñor Balda. En esas conversaciones, que en parte ya se han hecho públicas, se ve una relación de confianza y amistad. No hay presión alguna.
XL. ¿Y por qué él dice lo contrario?
G.N. Para tener atenuantes. Si demuestras que tu delito ha sido cometido bajo amenazas, el delito desaparece. No olvidemos que es un monseñor que lleva en la cárcel un mes. No se ha visto nunca en una celda vaticana a un pedófilo o alguien que recicle dinero sucio. En cambio, tienen en la cárcel a un sacerdote por haber dado noticia de privilegios y corrupción en el Vaticano.
XL. ¿Confirma esto que Balda ha sido una de sus fuentes?
G.N. Yo sobre esto no digo nada. Me salvaguarda el secreto profesional.
XL. ¿Por qué él sí está en la cárcel?
G.N. Te contesto con otro ejemplo: el único que se ha visto en una situación similar ha sido Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto XVI.
XL. Condenado en el caso Vatileaks, que surge precisamente por otro libro suyo y que implicó una modificación de la ley en el Vaticano.
G.N. Sí. Pero la ley se refiere a casos en que se desvelen secretos fundamentales del Estado. Yo no creo que contar casos de corrupción, de privilegios, apartamentos concedidos por seis euros anuales de alquiler, suponga revelar secretos fundamentales del Estado. Yo creo que los intereses del Vaticano son otros.
XL. ¿Cuáles?
G.N. ¡Las almas! No los robos en tiendas, los privilegios, la contabilidad oculta, el dinero del IOR [Instituto para las Obras de Religión, conocido como el Banco Vaticano y fuertemente cuestionado en el libro]. Los secretos de un estado tienen que ver con la seguridad nacional, los secretos de Estado. Aquí no estamos hablando de seguridad del Vaticano o del derecho a la privacidad de las personas. Además, estos documentos me han sido cedidos en copia y de modo gratuito, obviamente. Y por parte de personas que tenían acceso a ellos.
XL. Y, por tanto, permítame insistir, gente muy cercana al Papa.
G.N. Sí, es gente muy cercana que tenía acceso a estos documentos.
XL. ¿Y por qué deciden hacerlos públicos?
G.N. Es la expresión de un malestar en el Vaticano porque ciertas malas prácticas no son erradicadas, no desaparecen. La extrema ratio es facilitárselos a los periodistas. Pero esto no es nada nuevo, es algo que ha ocurrido desde el Watergate.
XL. No es la primera vez que lo eligen a usted como destinatario de documentos comprometedores para el Vaticano. ¿Por qué precisamente a usted?
G.N. Porque los libros precedentes han surtido efecto. Este es mi tercer libro sobre el Vaticano. Después del primero empezó el cambio en el IOR, que era una banca offshore, que reciclaba dinero sucio; Benedicto XVI inició la obra de limpieza.
«No se ha visto nunca en una celda vaticana a un pedófilo o a alguien que recicle dinero sucio; sin embargo, tienen preso a un sacerdote por haber dado noticia de corrupción y privilegios en El Vaticano»
XL. ¿Y este libro qué efecto tendrá?
G.N. El efecto inmediato es que todos sabemos cosas en la actualidad que antes no se sabían. Que hay elementos incrustados en la curia que no actúan correctamente y se oponen a las reformas. Yo lo documento con nombres, apellidos y cifras concretas. Antes lo imaginábamos, hoy sabemos hasta qué punto cierta parte de la curia obstaculiza la labor de regeneración del Papa Francisco. Sin embargo, en lugar de juzgar y denunciar estas cosas, han demandado a quien las ha hecho públicas. Porque el Vaticano no está habituado a la libertad de prensa.
XL. Que usted considera que está amenazada en este proceso…
G.N. Hay periodistas que tienen la tarjeta que les permite entrar en la sala de prensa, que siguen al Papa en sus viajes… Pero hablan de peregrinajes, de los viajes del Papa… De la parte pastoral. No hablan de las partes de las finanzas, sobre las cuales hay siempre un silencio embarazoso.
XL. Usted no tiene esa tarjeta…
G.N. No, no. No me interesa. Nunca la he tenido, nunca la he pedido. Pero es importante saber qué se hace con las ofrendas que nosotros hacemos a la Iglesia, saber qué ocurre con el óbolo de san Pedro, la recaudación destinada, en principio, a los pobres. Es nuestro derecho saber que, de cada diez euros destinados a los pobres, solo dos les llegan.
XL. ¿Qué lo lleva a investigar tanto al Vaticano?
G.N. Yo veo al Vaticano como a cualquier otro estado. Y hago una investigación de la misma manera en que podría hacerlo sobre las finanzas de Italia, España… No veo diferencia alguna. La parte religiosa no impide que ejerzas tu labor periodística.
XL. ¿Es usted creyente?
G.N. Sí. Y como cristiano, no como periodista, espero que el Papa consiga llevar a cabo su labor de limpieza. Como periodista no me lo pregunto, me limito a documentar los hechos. Como cristiano, espero que lo consiga.
XL. Habla de la revolución dulce del Papa…
G.N. Y creo que es inevitable que esa revolución llegue a buen término. No puede no lograrlo, porque está en juego la propia Iglesia. O hace de ella una institución fuerte, transparente y creíble, o la actual crisis de las vocaciones y de las ofrendas y el descenso en el número de los fieles se agravarán.
XL. Habla también de inversiones equivocadas que implican la pérdida de mucho dinero, de cuentas bancarias sin control, de robos… ¿Existe el riesgo de que se hunda el Vaticano?
G.N. Eso ya lo decían en 2013 los consultores internacionales, que existía el riesgo de quiebra. Después han empezado a hacer mejoras, cambios…
XL. ¿Sigue existiendo ese riesgo?
G.N. Bueno, el patrimonio inmobiliario de la Iglesia es un buen amortiguador, pero la mala gestión del dinero por parte de la curia es un problema importante.
XL. ¿En qué situación deja todo esto a Francisco? Parece que queda muy solo en su lucha…
G.N. Tiene un desafío muy importante ante él, porque está tratando de cambiar la mentalidad, las leyes y a los hombres. Es difícil, desde luego. Pero creo que, pese a que hay una parte de la curia que obstaculiza el proceso, él tiene de su parte al pueblo, que es lo importante.
XL. Habla de una guerra… ¿Quién vencerá?
G.N. Creo que será más fuerte el pueblo, pero habrá que ver cuándo se produce su victoria. Porque cambiar una estructura que durante un siglo ha hecho una mala gestión del dinero es, desde luego, complicado.
XL. ¿Cuál es el enemigo más poderoso al que se enfrenta?
G.N. El dinero, sin duda. Y aquello que Ratzinger llamaba la ‘ambición humana al poder’.
XL. El libro arranca hablando de la extraña muerte de Juan Pablo I. ¿Insinúa un riesgo para la vida del Papa?
G.N. No, no está en riesgo su vida. El riesgo es otro: son aquellos que quieren obstaculizar sus reformas. Los ataques al Papa no se dirigirán a atentar contra su vida, sino a restarle credibilidad.
XL. ¿Por ejemplo?
G.N. Cuando surgió hace unas semanas, al final del sínodo, la noticia de que tenía una enfermedad cerebral. Era claramente una mentira que buscaba deslegitimarlo, que quería transmitir la idea de que aquello que él dice es fruto de su enfermedad. Buscan desacreditarlo.
XL. Tendrá también apoyos… ¿Quién permanece cerca de él?
G.N. Tiene toda una serie de cardenales que lo siguen en este proceso y desempeñan un papel muy importante. Ellos podrán ayudarlo. No está tan solo. En el Vaticano siempre he visto a personas que hacen el doble, o el triple juego, pero no olvidemos que este Papa ha sido elegido por la mayor parte de los cardenales. Él mismo ha dicho que está continuando una labor de limpieza que ya había iniciado Ratzinger.
XL. Habla de una lucha entre el bien y el mal… ¿No es un poco simplista?
G.N. Sí, claro. Es un modo simple de contar lo que está ocurriendo. Se trata solo de una síntesis. Pero sintéticamente creo que esa idea resume bien la situación: es más un titular de periódico, claro, no es un análisis.
«Hay elementos incrustados en la curia que no actúan correctamente y se oponen a las reformas. Yo lo documento con nombres, apellidos y cifras concretas»
XL. ¿Y el Papa qué debería hacer para llevar adelante esta limpieza?
G.N. Francamente no creo que sea yo quien deba darle consejos al Santo Padre. No me parece serio. ¡No me corresponde a mí!
XL. Sorprende que dos libros distintos, sí, pero con temática similar se publiquen al mismo tiempo…
G.N. Esto sucede cuando uno de nosotros recibe la noticia de que el otro también está escribiendo un libro. Cuando yo me entero, en julio, trato de acelerar mi trabajo al máximo. Pero yo a Fittipaldi lo he conocido el día del proceso, no lo había visto nunca.
XL. ¿Y al Papa lo ha conocido?
G.N. No, nunca. Me gustaría escribirle una carta
XL. ¿Qué le diría?
G.N. ¡Veremos! Es un poco prematuro. Veremos qué ocurre.
XL. ¿Y qué ocurrirá? ¿Será condenado?
G.N. No lo sé. Yo quiero ser absuelto, claro. No he cometido ningún delito, solo he hecho mi trabajo de periodista y, por tanto, creo que me corresponde ser absuelto.
XL. Y si lo condenan, ¿qué sucederá?
G.N. Hay que ver si esta condena será definitiva. Es solo el primer grado, es demasiado pronto.
XL. Habría otros tribunales a los que acudir, instancias superiores donde podría recurrir la sentencia.
G.N. Claro. Hay tres grados de jueces: primer grado, segundo grado y la casación. Veremos dónde termina el proceso.
XL. ¿Cree que el libro ayudará al Papa?
G.N. Cuando escribo un libro, no me pregunto a quién ayuda y a quién no. No es justo que el periodista se haga esas preguntas. Te preguntas si es interesante o no para el gran público.
XL. ¿Pero le gustaría que supusiese una ayuda?
G.N. Si tú escribes un libro sobre las finanzas del Gobierno español, no te preguntas si ayuda o no a este. Ciertamente este Papa me gusta mucho, veo una continuidad con Ratzinger también, no tanto desde el punto de vista teológico, pero sí en cuanto a que ambos ponen en marcha una serie de cambios importantes. Ratzinger empezó a hacer mucha limpieza en cuanto a la pedofilia, este se concentra en otros sectores.
XL. ¿Qué está ocurriendo en el Vaticano?
G.N. Hay un enfrentamiento muy fuerte entre el ala tradicionalista, que se opone a las reformas del Bergoglio, no solo en el sentido económico, sino también desde el punto de vista de la doctrina. Lo hemos visto también en el sínodo. Hay un desencuentro intenso, aunque aparezca mitigado por los papeles que adoptan unos y otros.
«El Papa está intentando cambiar la mentalidad, las leyes y a los hombres. Es difícil, pero tiene al pueblo de su parte y eso es importante»
XL. ¿A qué se refiere?
G.N. A que se presenta de un modo muy suave, pero hay posiciones muy diversas. Por un lado, está la visión de Francisco, que dice que para ser creíble la Iglesia debe ser pobre y, por otro lado, está quien cree que Roma debe marcar la línea que seguir a todas las parroquias del mundo. Se enfrentan una visión conciliar y una visión más tradicional.
XL. Y usted ¿tiene miedo?
G.N. No, no. A nivel popular, en Italia veo un gran apoyo en la calle. Y me da un gran placer.
XL. ¿Y por parte de la Iglesia hay voces que lo apoyan?
G.N. He recibido apoyos de muchos sacerdotes, de hombres de la Iglesia… No entendería que reaccionasen de otro modo, porque este libro pone en evidencia algunas cosas que perjudican a la Iglesia y que nadie querría ver perpetuadas.
XL. Ha escrito un SMS al Presidente, Matteo Renzi. ¿Le ha contestado?
G.N. No, no lo ha hecho. He visto que otros periodistas le han pedido que intervenga en este proceso. Hace unos días el director de La Repubblica, el periódico más grande de Italia, incitaba a Renzi a intervenir.
XL. ¿Se siente usted apoyado?
G.N. Por los políticos no. En Italia hay siempre un cierto miedo en las relaciones con el Vaticano. Pero por parte de la prensa y los periodistas sí.
También te pueden interesar estos artículos sobre el Papa y el Vaticano…
Georg Gänswein: “Los prelados de la Iglesia no son los palmeros del Papa”
Papa Francisco, el pescador de hombres