«Muchos actores se convierten en pequeños Frankenstein. Yo también he tenido mi momento turbio»

Parecía llamado a ser otro juguete roto. Otra estrella infantil multimillonaria incapaz de digerir el éxito. Pero no. Tras pasar una década metido en la piel de Harry Potter, amasar una fortuna de más de 80 millones de euros y refugiarse en el alcohol para sobrellevar las presiones de la fama, Daniel Radcliffe ha sobrevivido. Por Daniel Méndez.

Daniel Radcliffe es un tipo afable y cercano. No rehúye ninguna pregunta, aunque se nota que ha aprendido a evitar meterse en ciertos charcos. Como aquella vez que habló de sus problemas con el alcohol. Lo menciona sin tapujos en el hotel londinense en que recibe a XLSemanal, pero pone el acento en las consecuencias de hablar en exceso, de sincerarse más de la cuenta, ante al riesgo de que se saquen sus palabras de contexto. Y se nota que se contiene.

«¡No puedo huir de Harry Potter! Para bien o para mal. Lo he intentado durante mucho tiempo. Ahora, simplemente, lo acepto»

Es el precio que se paga al crecer en un set de rodaje y alcanzar la madurez expuesto al gran público en una de las sagas más célebres de la gran pantall:. Harry Potter, por supuesto. Pero, a pesar de los malos momentos, rompe con la idea del pequeño mimado y convertido en un adulto atormentado. Ríe a menudo y habla rápido. Muchas frases quedan en el aire, sin terminar. Y solo en algunos temas -la fama, la bebida – se detiene unos instantes antes de hablar. En cierto modo parece querer transmitir un mensaje: los actores, por muy famosos y ricos que sean, son gente normal.

A sus 26 años, Radcliffe proyecta la idea de un actor enamorado de su trabajo y resignado a no controlar la opinión que el público tiene de él. En su nuevo trabajo, Victor Frankestein encarna a Igor Strausman, el fiel ayudante del doctor imaginado por Mary Shelley.

XLSemanal. ¿Hay mucho Frankenstein entre los actores?

Daniel Radcliffe. Seguro. Muchos acaban convertidos en pequeños Frankenstein [se ríe]. Hay individuos muy intensos que, cuando interpretan un carácter oscuro, se transforman en personas oscuras. Y hay, desde luego, muchos que no se comportan bien y se convierten en pequeños monstruos, pero son menos de los que puedas pensar. Existe la impresión de que la mayor parte de los actores se comportan muy mal casi todo el tiempo y, aunque se oyen muchas historias, nunca he visto un comportamiento realmente monstruoso en ningún actor.

XL. Usted también tuvo su momento turbio…

D.R. Sí, he pasado malos momentos… Por suerte, he tenido unos padres estupendos y una gente maravillosa a mi alrededor. Soy afortunado.

XL. Su padre era agente literario y su madre, representante…

D.R. Sí. Durante los años de Harry Potter fue fundamental tener unos padres que conocían la industria y que me podían ayudar a entenderla. El hecho de que mis padres tuviesen mucho bagaje literario fue de gran ayuda, porque siempre he crecido rodeado de libros. Todo esto ha influido mucho en mis elecciones como actor.

XL. ¿En qué sentido?

D.R. Mi padre, como agente, buscaba siempre autores jóvenes, le gustaba dar oportunidades a la gente. Y yo, en cierto modo, siempre he tratado de elegir cosas nuevas, de buscar voces que no se hubiesen escuchado antes. No quiero decir que todas las películas que hago sean rupturistas. Victor Frankenstein es una película comercial de un gran estudio, sí, pero tiene unas ideas muy interesantes sobre la tecnología, el progreso y nuestro lugar con respecto a él.

XL. Pero ¿no era una película de terror?

D.R. Aplicarle esa etiqueta puede llevar a engaño. Tiene elementos del género, pero es una película de aventuras que se deja guiar por el carácter de sus personajes. Trata de estos dos tipos en plena Revolución Industrial en Inglaterra, donde están apareciendo muchas tecnologías nuevas que los inspiran para hacer cosas brillantes. De algún modo, Igor se convierte en la conciencia de Victor.

XL. ¿Su conciencia?

D.R. Sí, porque, a medida que él se vuelve más inconsciente, Igor le retiene y le impide traspasar el límite de la locura.

XL. Dado el protagonismo de Igor en esta versión, ¿no cree que debería titularse Igor, y no Victor Frankestein?

D.R. Es cierto que está contada más desde el punto de vista de Igor, pero sigue siendo la historia de Victor, aunque narrada desde un punto de vista un poco distinto del que hemos visto hasta ahora. El peso de ambos personajes, digamos, está más equilibrado en esta versión. En otras, el énfasis se pone en la relación entre Victor y el monstruo y en esta película es más sobre Victor e Igor. El monstruo no aparece hasta casi el final.

XL. A la hora de elegir o descartar papeles. ¿Trata de huir de Harry Potter?

D.R. ¡No! ¡No puedo! Para bien o para mal, eso no es algo que decida yo. No puedo decidir cuándo dejan de asociarme a Harry Potter. Lo intenté durante un tiempo, pero me di cuenta de que no era cosa mía. Cuantas más cosas hago, más me doy cuenta de que la gente nunca va a dejar de hablar de Harry Potter. Y está bien, lo acepto. Siempre que se hable también del resto de las cosas que hago. Así que me limito a elegir mis papeles en función de lo que me gusta. Si el guion me interesa, adelante. Si no, no.

XL. No le pesa la sombra de Potter…

D.R. Al final se ha convertido en algo que no me importa. Lo importante para mí es elegir el filme que más me satisfaga, con el que más disfrute y más feliz me haga. Quizá vea una película que he hecho una o dos veces. ¡No hago películas para verlas yo y pensar: «¡Oh, está muy bien!». Prefiero pensar en cómo será el proceso mientras las hago, si me lo voy a pasar bien o me interesa conocer a la gente con la que voy a trabajar. Esto es lo más importante, sin duda: qué me va a dejar más satisfecho. Y creo que parte de esto consiste en salirme de lo que estoy acostumbrado a hacer.

XL. ¿Es difícil ser una estrella desde pequeño?

D.R. ¿Sabes? No hay nada más divertido que estar en un rodaje siendo un niño [se ríe]. Otros chavales a lo mejor no lo ven así, pero a mí siempre me encantó ver todo aquello, pasar todas esas horas allí y conocer a toda esa gente, todas las cosas que hacíamos. Lo interpreté siempre como un juego. Me dio una gran experiencia y me abrió las puertas a una vida con la que nunca habría soñado. Y estar en un set sigue siendo lo que más me gusta. Mucha gente pasa la mitad de la vida tratando de encontrar aquello que le gusta hacer. Yo he tenido la suerte de descubrirlo con 11 años. O quizá con 14, que fue cuando me dije que realmente eso era lo que quería. Pero lo supe siendo muy pequeño, en cualquier caso. Y es algo maravilloso.

«Mucha gente pasa la mitad de su vida buscando qué es lo que les gusta hacer. Yo tuve la suerte de descubrirlo con 11 años»

XL. Debutó con 9 años en el telefilme David Copperfield. ¿Por qué dice que lo tuvo claro a los 14 y no antes?

D.R. Simplemente no me lo tomaba muy en serio [se ríe]. Me divertía, y era estupendo, pero nunca pensé que eso es lo que haría el resto de mi vida. Sin embargo, a los 14 empecé a pensar que quería continuar.

XL. ¿Algo de lo que se arrepienta de aquellos tiempos?

D.R. No, nada en absoluto.

XL. ¿Volverá a Harry Potter?

D.R. Bueno, ahora están haciendo precuelas. Así que no hay modo de volver. Harry todavía no ha aparecido [se ríe].

XL. ¿Pero volvería?

D.R. No creo. Todos los que participamos en aquellas películas hemos trabajado muy duro durante años para construir una carrera fuera de Harry Potter. Dependería mucho de cómo va el resto de mi carrera [se ríe]. Harrison Ford ha vuelto a Star wars y él ha desarrollado una carrera impresionante entre medias. Pero no estoy seguro de que me a mí me ocurra lo mismo. Quizá algún día, no lo sé. No en los próximos años, eso seguro.

 XL. Ha dicho que no se gustaba en las primeras de Harry Potter.

D.R. Ahora me siento mucho más seguro. No es que al verlo siempre esté contentísimo con lo que he hecho, pero ha habido papeles que me hacen sentirme muy orgulloso. En Amores asesinos, por ejemplo, o en Horns. Son cosas que me gustan. Pero sigo siendo muy crítico conmigo mismo. Y precisamente por eso a veces está muy bien ver algo, para detectar cosas que no te gustan y corregirlas.

Con 11 años consiguió el papel de su vida y 1,2 millones de euros. Antes ya había hecho de David Copperfield en un telefilme y de hijo de Jamie Lee Curtis en El sastre de Panamá. Fue ella quien lo animó a presentarse a Harry Potter.

XL. Aunque ha dicho que no le gusta verse en la gran pantalla.

D.R. Porque también puede ser algo muy negativo, corres el riesgo de volverte demasiado consciente de ti mismo. Algunos de mis actores favoritos prefieren no ver el resultado. Como Ben Foster, que interpreta a William Burroughs en Amores asesinos: no ha visto nada de lo que ha hecho en los últimos diez años. Parece algo muy lógico, lo entiendo perfectamente. Quizá haga yo lo mismo.

XL. Al menos ya no le preguntan tanto si se siente seguro con su trabajo…

D.R. ¡No! [Se ríe]. Al principio mucho, pero ya no. Y me alegro. En cualquier caso, si al terminar Harry Potter en 2011 alguien me dice que en los años siguientes haría siete películas y dos o tres obras de teatro, ¡ya estaría más que satisfecho! No contaba con que las cosas me fuesen tan bien, así que estoy muy contento.

XL. ¿Sigue trabajando 90 horas a la semana?

D.R. No, ¡ya no! [Se ríe]. Eso fue después de terminar con Harry Potter y solo duró un mes, una locura. Y no quiero repetir. Me encanta trabajar, pero aquello fue demasiado.

XL. Vive entre Nueva York y Londres.

D.R. Sí. La mayor parte del tiempo estoy aquí, en Londres. Aunque trato de ir a Nueva York todo lo que puedo, porque me encanta. Mi novia [la actriz Erin Darke] está allí y trato de pasar todo el tiempo que puedo con ella.

XL. Y Hollywood, ¿le tienta?

D.R. Me gusta más Nueva York. Pasé mucho tiempo allí por una obra de teatro. Mira, si sumas todo el tiempo que he pasado en Los Ángeles en mi vida, quizá sean cinco o seis semanas en total. Ninguna de las películas de Harry Potter se rodó allí y solo en una de ellas fuimos de promoción. Fui a los Oscar un año, eso sí, y he ido un par de veces a visitas o reuniones, pero poco más. Y para colmo no conduzco, sería muy difícil vivir allí. Todo está muy lejos y no ves a nadie por la calle.

XL. No es que le intimide Hollywood

D.R. ¡No! En absoluto. Y si quieres encontrar el modo de vida de Los Ángeles lo puedes hacer en Nueva York o en cualquier otro sitio. No es nada consciente. Ahora voy a rodar una película en California y estoy encantado.

XL. Dice que miente cuando está de promoción. ¿Me puedo fiar de lo que me diga?

D.R. ¡Sí! Absolutamente. Intento no decir nada antes que mentir. O callarme algo antes que decir algo que no debo. Pero es algo que ocurre muy raramente. Son cosas como una película de la que no puedes hablar o situaciones así. Ahí sí miento si hace falta. O si una persona te pregunta sobre alguien con quien no te sientes muy afín, lo resumes diciendo. «Ah, sí, es fantástico». ¡Y te ahorras meterte en líos! No me gusta hablar mal de otros ante la prensa.

XL. Es importante callarse, como comprobó al exponer sus problemas con el alcohol…

D.R. ¡Exactamente! A ese tipo de cuestiones me refiero. Mejor callarse que decir ciertas cosas. No me arrepiento de haber hablado de eso, aprendí una lección muy importante. puedo hablar tanto como quiera sobre mis problemas o mi recuperación, y puedo hacerlo con la mejor intención, pero al final el titular va a ser «Harry Potter, borracho»… y en mayúsculas.

XL. Es decir, asume que, diga lo que diga, no puede controlar el mensaje o la imagen que se transmitirá de usted en última instancia…

D.R. Es que hay veces que te sientes usado de algún modo, como si te hubieras vendido. Cuando hablas en serio sobre algunas cosas muy personales y delicadas y ves que se hace sensacionalismo con ello, que se usa para el beneficio de otras personas, para vender periódicos o para lograr que la gente te vea de una cierta manera sacando las cosas de contexto, todo esto se convierte en algo realmente molesto. Así que, una vez que aprendí que no me gustaba esa sensación, hoy lo veo venir y me quedo calladito.

XL. Tenía entonces 21 años…

D.R. Así es. Y por eso no me arrepiento. Son cosas que tienes que ir aprendiendo sobre la marcha. No hay una escuela donde te enseñen todas estas cosas: aprendes a manejarlas cuando ocurren.

XL. ¿Y por qué sintió la necesidad de hablar de ello?

D.R. Es muy difícil explicarlo. No sé, yo era un chaval cuando empecé a hablar de estas cuestiones, pero pensé que debía ser honesto, que era lo mejor que podía hacer. En ese momento sentí que cuanto menor fuera la distancia entre el yo real -quien yo soy realmente- y el Daniel Radcliffe que la gente cree conocer, mejor. No es que ahora no sea yo, pero esto que ahora ves es solo una parte de mí mismo. Y entonces creí que cuanto más cerca estuvieran uno del otro, más saludable sería. Por eso entendí que exponerme, ser muy abierto sobre mí mismo sería bueno. Me haría sentirme mejor. Pero lo que aprendí es que, a veces, al contar tus cosas con sinceridad y ver que se convierten en algo distinto a lo que tú pretendías, es algo muy doloroso. Ahora siento que está bien que haya una cierta brecha entre mi persona pública, la que se muestra en las entrevistas, y mi propia vida. Es mucho más sano.

XL. Aunque sigue transmitiendo una mayor sinceridad y cercanía que otras estrellas…

D.R. Creo que en cada entrevista afrontas un dilema. puedes ser un tipo aburrido que dice lo mismo una y otra vez o puedes tratar de tener una conversación interesante, aunque corras el riesgo de decir algo equivocado de vez en cuando. Que es algo que, sin duda, he hecho. Creo que, al empezar tan joven, he tenido la suerte de que siempre he podido ser yo mismo. Las entrevistas o la presencia pública no me estresan, no siento que tenga la obligación de dar una determinada respuesta. Sobre todo cuando ves que la conversación fluye tranquilamente. Otras veces te pones más a la defensiva si ves que alguien llega con un plan determinado para hacerte decir tal o cual cosa. A veces da la sensación de que el artículo ya está escrito antes de que se sienten a hablar contigo.

«Tenía 17 años cuando me desnudé ante el público por primera vez. ¡Estaba muerto de miedo! pero cuando has hecho eso, ya te puedes plantear cualquier reto»

XL. Superados los problemas con el alcohol y las dudas sobre su carrera, ¿qué le asusta ahora?

D.R. Mis mayores preocupaciones siguen teniendo que ver con mi carrera. Nos pasa a la mayor parte de los actores jóvenes. Me encanta todo lo que ha ocurrido hasta ahora, pero nada más terminar un trabajo ya te tienes que plantear si volverás a encontrar otro. A todo el mundo le pasa en cierto sentido. Siempre estoy leyendo guiones. Y muchas de las películas que realmente quiero hacer, las que más ganas tengo, son películas independientes… y hay mucho estrés en eso. Porque las películas independientes son mucho más difíciles de hacer.

XL. ¿Más que las grandes producciones?

D.R. Sí. Lo hablaba con un amigo el otro día. Las películas que tienen un presupuesto medio son las más difíciles. Las películas que cuestan menos de un millón son fáciles de hacer. Y las que cuestan más de cien también. Pero las que quedan entre medias son las más complicadas. Y lamentablemente muchas se quedan en el camino. Pero, en cualquier caso, son miedos distintos. Al final de Harry Potter tenía mucho miedo, no sabía qué carrera tendría después de eso. Pero ahora me siento mucho más seguro. No sé qué carrera tendré, pero siento que tendré una al menos. Y eso me tranquiliza mucho.

XL. Además, en 2015 ganó el Premio al Mejor Culo del Año…

D.R. ¡Sí! [Se ríe]. No sé de dónde habrán sacado eso. Además, este ha sido, precisamente, el primero en unos cuantos años que no muestro mi culo en pantalla. No sé quién votó, pero me llena de orgullo, claro. Unos cuantos amigos me escribieron mensajes para felicitarme esa mañana. Me dio un poco de vergüenza, pero en fin.

XL. ¿Le cuesta desnudarse ante el público o las cámaras?

D.R. Es mucho más fácil en el cine, porque la mayor parte del tiempo no estás realmente desnudo. Aparecí desnudo en Amores asesinos y he hecho escenas de desnudo en Amigos de más y Horns donde no estás realmente desnudo. Pero en el escenario Tenía 17 años cuando lo hice por primera vez ¡y estaba muerto de miedo! Estaba muy nervioso. Era una escena de diez minutos, estaba muy expuesto. Pero es algo que me ha hecho tener mucho respeto por quien era yo a los 17. Recuerdo en el momento pensar que no importaba, que si tenía que hacerlo lo haría y ya está. Ahora, cuando lo pienso, me digo: «17 años, ¡era muy joven!». A veces conozco a otros chavales de esa edad y me doy cuenta de lo joven que era. Pero estoy muy orgulloso de mi trabajo y de lo que hago. Es eso, trabajo, y nada más. Además, te hace perder todas tus inhibiciones. Cuando has hecho eso, ya te puedes plantear cualquier reto.

«Soy de izquierdas, pero en realidad todo el mundo tiene un poco de la izquierda y un poco de la derecha, y cambias de idea en función del tema del que se esté hablando»

XL. Dice que le gusta Nueva York porque le gusta más Obama que los políticos británicos…

D.R. ¡Es mucho más excitante con Obama! Pero no los envidio en absoluto en términos políticos. Hay muchas cosas aburridas en la política americana ¡y hay mucho loco en la escena política! Pero también hay gente estupenda y tienen a uno de los líderes más carismáticos del mundo.

XL. Usted se sitúa en la izquierda…

D.R. Sí, pero en realidad todo el mundo tiene un poco de la izquierda y un poco de la derecha, y cambias de idea en función del tema del que se esté hablando. No podría decir, por ejemplo, que los conservadores no tienen ninguna buena idea. ¡Menuda estupidez! Hay cosas con las que podría estar de acuerdo, por supuesto.

XL. ¿Y es religioso?

D.R. No. Soy un ateo convencido. Cada uno cree lo que cree y si te ayuda, bienvenido. Cuando era adolescente, era más intolerante y solía decir: «No, esto es malo». Ahora creo que cada uno tiene sus ideas, y si les permiten sobrellevar su propia vida y ser más felices, estupendo.

XL. Ha madurado.

D.R. Sí. Y me hace ser mucho más tolerante.

 

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