El caso de las postales perdidas
Quince cajitas verdes llevaban un siglo guardando un tesoro fotográfico en un domicilio de Valencia. Son más de 1500 negativos de diferentes ciudades de España, que en su época se vendían como postales. El trabajo de un equipo de documentalistas ha conseguido salvar esta joya gráfica del siglo XX.
Son 1579 placas emulsionadas, distribuidas en 15 cajitas verdes. Algunas se desmontan con solo tocarlas y no se ve en ellas más que el nombre de la ciudad en que las fotos fueron tomadas, escrito con un burdo rotulador negro. Es lo que queda de lo que en su día fueron al menos 11.700 negativos. Su anterior propietario reconoce que en los últimos 10 años ha vendido o subastado en Internet, individualmente o en pequeños paquetes, la mayoría. Sacaba entre 25 y 50 euros por unidad. Así, venta a venta, lo que fue un excepcional archivo gráfico de la España de principios del siglo XX a través de series de postales de todos los rincones del país se fue desperdigando.
Este tesoro cultural parecía condenado a su desaparición, hasta que hace unos meses la Fundación Anastasio de Gracia (Agfitel), dedicada a la recuperación y conservación del patrimonio gráfico en los sectores del metal y la construcción, reparó en el dislate.
El hombre que las vendía, y que quiere permanecer en el anonimato, cuenta que las heredó de su padre, coleccionista y anticuario, quien a su vez las había comprado a un particular en los años ochenta. José María Uría, coordinador de documentación de la Fundación Agfitel, logró convencerlo para que le vendiera los 1579 negativos de cristal y acetato restantes por 10.000 euros. El precio de este material no es fácil de determinar. Su valor es patrimonial y como tal debería ser tasado y preservado , considera Juan Manuel Sánchez Vigil, profesor de Documentación de la Universidad Complutense de Madrid, que ha colaborado en el proceso de recuperación de este material y rechaza hablar de valor comercial. Hay muchos herederos de coleccionistas, explica, que tienen archivos gráficos que no aprecian y extravían o dejan que se deterioren. Por eso es importante dar visibilidad a los fondos. No todas las fotos antiguas tienen valor, pero hay fondos como este, muy excepcionales por su diversidad geográfica y temática .
Una fotografía de la antigua fábrica de armas de Oviedo nos puso sobre la pista , cuenta José María Uría. Rastreando, llegaron al propietario de estas placas, que datan de entre 1904 y 1929 e ilustran una treintena de localidades españolas.
El origen de este archivo se remonta a 1880. Perteneció a la Fototipia Thomas, fundada en Barcelona por Josep Thomas i Bigas, un innovador de las técnicas de impresión. La empresa cerró en 1950 y cuando el edificio se vendió definitivamente, en 1975, su archivo se disgregó. Muchas de las placas de vidrio de las revistas ilustradas, una parte del negocio, las recuperó el Institut d’Estudis Fotográfics de Catalunya, pero las postales -su otro gran negocio- se habían perdido.
A principios del siglo XX en España, para la mayor parte de la población la única forma de conocer el país eran las postales. El analfabetismo rondaba el 60 por ciento, así que ni siquiera los libros eran una opción. En cambio, las imágenes que se vendían, generalmente en cajitas de 10, eran una ventana al mundo de 13 por 18 centímetros.
Sevilla «La composición del asunto»
Cuando llegaba el fotógrafo a una localidad para hacer una de estas postales, inmediatamente se convertía en el centro de atención. No era difícil encontrar quien posase, pero nada era casual , explica el experto en fotografía y documentación Sánchez Vigil. Los fotógrafos de la época lo llamaban ‘la composición del asunto’, entendiendo ‘asunto’ por el tema de la serie de postales que les habían encargado. Iban a la plaza, si el tema eran plazas, colocaban a la gente y les hacían posar quietos un rato, porque la exposición era larga. Pero a veces se colaba alguien, como el chico de abajo, que no encaja en la composición .
Avilés Retratar las costumbres
Se trataba de mostrar tradiciones y costumbres. El fotógrafo era ‘ambulante’ y, además de hacer las fotos para las postales, realizaba luego retratos a los lugareños. Así se ganaban la vida .
La línea de la Concepción Sorolla al retoque
Un tema recurrente en las postales son los juegos de niños, como también lo era en la pintura , explica Vigil. La mayoría de los fotógrafos eran pintores frustrados y grandes dibujantes, de ahí que fuesen también grandes retocadores. Mucho antes del Photoshop, las imágenes se retocaban con pincel. El propio Sorolla fue retocador de su suegro, el fotógrafo Antonio García. Se corregían imperfecciones de la imagen por polvo o manchas, pero también para reducir cinturas de señoras o mejorar el rostro de los hombres .
Zaragoza Las más vendidas
Las postales se hacían para ser coleccionadas, más por ejemplo, de bailes populares. Se llegaron a vender tres millones de una misma serie .
Suances Principio del turismo
Esto vieneurismo’ , dice Vigil, que destaca el grado de conservación de las fotos. Los negativos de vidrio se conservan bien porque no se comban y la emulsión no se deteriora .
Écija Grandes fotógrafos
Los encuadres y la técnica de estas postales muestran que fueron hechas por grandes fotógrafos, en la línea de Charles Clifford y Jean Laurent, los pioneros de la fotografía en España . En su difusión les benefició la fototipia, una técnica de impresión que se desarrolló en Cataluña, por la Revolución Industrial, y en Valencia, por la cartelería , explica Vigil.
Tolosa La España moderna
Este puente es un ejemplo claro de arquitectura funcional de aquella época y como tal se quiso reflejar . Estas postales no solo mostraban costumbres sino también planes de urbanismo y el progreso en España.
Santillana Conservar para el futuro
Los expertos están documentando los originales, que se depositarán en cajas especiales para que se conserven en vertical y no apilados. En año y medio esperamos que todo esté digitalizado y al alcance del público , dice Uría, de Agfitel.