Son una de las parejas más influyente de Estados Unidos. Beyoncé y Jay-Z gestionan un conglomerado empresarial y una red de influencias que exceden el éxito que tienen como cantantes. Le contamos cómo es el verdadero ‘Empire’. Por Ixone Díaz-Landaluce
«Bey y Jay, muchísimas gracias por vuestra amistad». El ‘peloteo’ no era gratuito. La noche había sido un éxito y Barack Obama solo podía estar agradecido. En octubre de 2013, Beyoncé y Jay-Z fueron los anfitriones de una cena destinada a financiar la campaña de su reelección: el cubierto costaba 30.000 dólares y la recaudación final alcanzó los cuatro millones. Apenas cuatro meses después, los Carter (el apellido legal de la pareja) acudían como invitados al palco de autoridades de la inauguración presidencial. Su relación con el matrimonio presidencial no es ‘postureo’. Los Carter y los Obama, que se conocen desde que el presidente era senador, son íntimos. La pregunta es cómo una chica de clase media nacida en Texas y un chico que creció esquivando balas en un gueto de Nueva York han llegado tan lejos.
Beyoncé tuvo una infancia acomodada y convencional en Houston. Su padre era un comercial con mucha labia y cierto éxito y su madre trabajaba como peluquera. Pronto fue evidente que había una artista en casa. la niña cantaba en el coro de la iglesia, participaba en concursos de talentos y, siendo una adolescente, decidió formar su propio grupo con sus dos mejores amigas. Su padre se convirtió en el mánager del grupo, su madre se encargó del vestuario y después de un par de cambios de fichas (algunas integrantes llegaron y otras se fueron) Destiny’ s Child fichó por una discográfica y Beyoncé se convirtió en una estrella que, unos años más tarde, iniciaría su carrera en solitario.
Beyoncé está obsesionada con su imagen. Apenas da entrevistas, y un director audiovisual se ocupa de que sus fotos en Instagram sean perfectas
Hoy es la reina indiscutible del pop. Por el camino, Beyoncé se ha convertido en un referente moral para millones de norteamericanos, por su defensa de la comunidad afroamericana y por declararse feminista convencida, aunque hay quien pone en duda su compromiso por su forma de ejercerlo.
El sueño americano
Pero por fantástica que pueda parecer su biografía, la historia de su marido es mucho más fascinante que la suya. «Para mí, Jay representa el sueño americano. Todo lo que ha superado y lo que ha trabajado les da esperanza a millones de personas», ha dicho Beyoncé de él. No le falta razón. Al fin y al cabo es la historia improbable de un traficante de drogas de poca monta que después de saltar a la fama como rapero se convirtió en un multimillonario gurú de los negocios y un respetado padre de familia. Nadie esperaba eso de alguien como él.
Jay-Z creció en un gueto en el que corría el ‘crack’. Con 12 años disparó a su hermano y vendía cocaína. Pronto mostró talento para los negocios
Shawn Carter creció en las calles de Brooklyn cuando aún era un gueto peligroso. Vivía en las Marcy Houses, unos tristes bloques de viviendas públicas de ladrillo que, en realidad, funcionaban como un gran hipermercado del crack. Aunque le encantaba leer y empezó a escribir sus propios versos siendo un niño, el ambiente que se respiraba en casa no era precisamente pedagógico: su tío había sido asesinado de una puñalada y su padre, drogadicto, se fue de casa cuando él tenía 11 años. Él mismo ha contado que con 12 años disparó a su hermano en un hombro cuando este intentó robarle sus joyas. «A veces pagábamos la factura de la luz, a veces pagábamos el teléfono, a veces nos cortaban el gas… No pasábamos hambre, pero no querías que te avergonzaran en el colegio si llevabas unas zapatillas viejas o siempre vestías la misma ropa», ha explicado sobre su infancia.
Así es como empezó a vender cocaína y crack siendo un adolescente. Su madre lo sabía. Todas las madres del barrio lo sabían. Pero los chicos del barrio no sabían hacer otra cosa. Fue vendiendo drogas cuando Carter demostró, por primera vez, talento para los negocios. Mientras sus vecinos trapicheaban en los aledaños de las Marcy Houses, él se fue a Nueva Jersey, donde el crack -que dice que jamás probó- se vendía al doble o al triple del precio de Brooklyn. Muchos de sus amigos terminaron en la cárcel; otros murieron. «En algún momento debes tener una estrategia de salida, porque o acabas entre rejas o acabas muerto», ha explicado.
La estrategia de salida
A Jay-Z siempre se le había dado bien rapear. Empezó vendiendo sus propios CD en un coche, pero no consiguió que ninguna discográfica se interesara por él. Con 26 años decidió crear su propio sello con la ayuda de un socio. Rock-A-Fella nació en 1995 para editar su primer disco. No fue un éxito instantáneo. Además, Carter se metía en problemas demasiado a menudo. En 1999 fue arrestado durante una pelea en un bar y acusado de apuñalamiento. El asunto se resolvió con una pena de tres años de libertad condicional. Más tarde confesó los hechos en una biografía. «Hice algo estúpido y lo pagué. Hay que entender de dónde vengo: nos peleábamos todo el rato. Eso era lo que hacíamos. íbamos a un club, nos pegábamos, a veces se tiraban botellas, a veces se sacaban cuchillos… Todavía tenía ese instinto del tío que había sido y me tenía que dar cuenta de que ya no era ese tío», explicó en una entrevista en 2013.
Jay-Z empezó su imperio reinvirtiendo los beneficios de su carrera musical en un club nocturno en Nueva York y en una marca de ropa que vendió en 2007 por 204 millones de dólares
Su carrera despegó poco después. Ahora es uno de los raperos más importantes de la historia. Pero Jay-Z no es un rapero más. Y, sobre todo, no es solo un rapero. En absoluto. «Si la gente cree que solo sé hacer música, me está subestimando. He sido un hombre de negocios de éxito toda mi vida. Sé hacer más de una cosa a la vez. Sé andar y masticar chicle a la vez». Su portafolio empresarial es impresionante.
Si por separado Beyoncé y Jay-Z son dos fuerzas de la naturaleza, juntos son imparables. Se conocieron rodando un videoclip. él tenía 28 años; ella, 8 años más joven, estaba saliendo de una ruptura y de una fuerte depresión. Su relación fue tan discreta que, cuando se casaron en 2008 en el ático del rapero en Nueva York, no se filtró ni una sola imagen. Y es que, a pesar de ser una de las parejas más famosas (y poderosas) del mundo, los Carter se han empeñado en ser un pequeño enigma. Apenas conceden entrevistas. Hasta hace poco, Beyoncé llevaba tres años sin hablar con la prensa. Por eso tiene reputación de estrella obsesionada con controlar su imagen. Tiene en nómina a un director audiovisual que le pisa los tacones 16 horas al día, y su feed de Instagram es una colección interminable de estampas de una perfección casi irritante. Todo a su alrededor funciona según sus reglas. Y nada se deja a la improvisación.
Y mientras su fortuna aumenta, su influencia es imparable. En 2014, cuando los duques de Cambridge visitaron Nueva York y asistieron a un partido de la NBA, el matrimonio Carter se acercó a saludarlos. No hubo reverencias, sino apretones de mano y sonrisas. Fue un encuentro de tú a tú. La prensa tituló. «La realeza británica saluda a la realeza americana».
Beyoncé en datos
- Más de 90 millones de discos vendidos como solista y otros 60 millones con Destiny’s Child; 20 premios Grammy.
- Imagen de marcas como Pepsi, Nintendo, L’Oréal, American Express o H&M.
- Su perfume, Heat, es la fragancia de una celebridad más vendida de la historia.
- Su disco más reciente, Lemonade, ha vendido 1,2 millones de copias. Su último tour ha recaudado 137 millones de dólares hasta la fecha.
- Patrimonio personal. 265 millones de dólares, según Forbes.
Jay-Z en datos
- Fundador y propietario de Roc Nation, sello discográfico y agencia de representación de artistas.
- Accionista mayoritario de Roc Nation Sport, agencia de representación de deportistas de élite.
- Accionista del equipo de la NBA Brooklyn Nets.
- Accionista de JetSmarter, empresa de jets privados.
- Copropietario, junto con Beyoncé, de Tidal, un servicio de reproducción de música.
- Propietario de Armand de Brignac, la elitista marca de champán.
- Accionista de Rocawear, una marca de ropa urbana.
- Un total de 100 millones de discos vendidos y 21 Grammy.
- Patrimonio personal. 610 millones de dólares, según Forbes.