Fernando Grande-Marlaska: «¿Un ‘lobby’ gay? Desde luego no en justicia»
El juez Fernando Grande Marlaska en su libro ‘Ni pena ni miedo» desvela aspectos de su intimidad. Hablamos con él de sus motivos para hacer pública su orientación sexual, pero también de política y de justicia, sin saber entonces que se convertiría en el ministro de Interior del Gobierno de Pedro Sánchez junto a Maxim Huerta y Pedro Duque -entre otros-. Por Virginia Drake
«Cuando le dije a mi madre que era gay, se metió en la cama 15 días seguidos. Estuvimos 6 años sin hablarnos»
Así de sincero se muestra Fernando Grande Marlaska a raíz de su nuevo libro, en el que el actual presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y vocal del Consejo General del Poder Judicial cuenta su experiencia a la hora de hacer visible su identidad sexual. También reflexiona sobre la igualdad entre el hombre y la mujer; aborda la lucha contra el maltrato, la defensa de los animales y la necesaria educación en valores.
El libro es un relato intimista, un recuento de su ‘salida del armario’ y una defensa de sus valores.
Grande Marlaska nació en Bilbao hace 54 años. Lejos de la toga y de los tribunales, se muestra divertido, ocurrente, abierto y con un punto de coquetería. Nos reunimos con su señoría en su casa del barrio de Chueca. Se trata de un piso antiguo, con una decoración sobria, donde el espacio dedicado a los perros y gatos no pasa inadvertido: está claro que son los reyes de la casa.
Fernando Grande-Marlaska en su casa del barrio de Chueca de Madrid
XLSemanal. Ni pena ni miedo. que el pasado no te frene y que el miedo al futuro no te paralice.
Fernando Grande Marlaska. El título del libro es una frase que ya estaba en mí antes de que naciera la historia del libro. Yo digo que es un lema de resistencia. Reconozco que me sentí halagado cuando me propusieron que lo escribiera; pensé que podía convertirse en una reflexión positiva para mí, que me ahorraría incluso algún psicoanálisis [ríe].
XL. Dedica la primera parte del libro a explicar de nuevo cómo descubrió y vivió su homosexualidad hasta ‘salir del armario’.
F.G.M. Mi identidad sexual ya la he declarado hace tiempo, es verdad, y tampoco hace falta ser un pesado [ríe]. Siempre habrá quien me diga que no insista tanto si yo soy el primero que admito que puedo resultar pesado; pero mi condición de gay casado me empuja a dar la cara por ese colectivo. La situación no está normalizada cuando gais y lesbianas se ven en la necesidad de reconocer públicamente su identidad sexual.
XL. Cuenta que con 35 años decidió decirle a sus hermanas y a su madre que era gay.
F.G.M. Mis hermanas reaccionaron bien solo al principio. Después me aconsejaron que no se lo dijera a mi madre, pero no les hice caso. La reacción de mi madre fue la peor que podía imaginar. Se tiró de los pelos, se metió en la cama y estuvo 15 días sin salir de ella. Después, estuvimos seis años sin hablarnos porque no aceptaba a Gorka [su actual marido].
XL. En este libro no dedica una sola línea al lobby gay ni a las llamadas ligas rosas .
F.G.M. Si hay lobbies, los habrá de todo tipo, y lo que se pide es que sean visibles y que haya una ley que regule sus normas de actuación y conducta. Estoy a favor de que todos los lobbies queden regulados. Pero no creo que exista un lobby gay o un lobby rosa porque no existe un interés común. Creo que es una construcción frívola. Cuál crees tú que podría ser el interés común de los gais?
XL. Apoyarse, hacer fuerza para que se aprueben ciertas normas… ¿De verdad no ha oído hablar del lobby gay?
F.G.M. Sí, pero se habla de él de manera frívola. Quizá pueda darse más en el ámbito de la cultura, pero en el resto de los ámbitos… Desde luego en justicia no hay ningún lobby, a no ser que sea de un solo miembro, porque creo que el único gay visible soy yo [ríe]. Te puedo asegurar que no ha habido ningún lobby gay que haya hecho que yo sea vocal del Poder Judicial o presidente de la Sala Penal.
Grande Marlaska en su despacho de la Audiencia Nacional en 2012, antes de que el edificio fuese reformado. Acababa de ser elegido presidente de la Sala Penal. Llegó a la Audiencia en 2004.
XL. Cuando conoció a Gorka, usted ya había iniciado los trámites para la adopción de un niño, pero su futuro marido se negó en rotundo a que continuara.
F.G.M. El ‘no’ a la adopción fue tajante y a mí me interesaba más la estabilidad con Gorka, así que lo dejé estar. Él es profesor de inglés y conoce mejor que yo a los jóvenes. Con el tiempo, me explicó sus razones para no querer asumir ese tipo de responsabilidad y yo las acepté. Me hubiera gustado ser padre, pero no me ha supuesto ningún trauma no poder cumplir ese deseo.
XL. Su primer destino como juez lo llevó a Santoña (Cantabria), porque pensaba que todavía no estaba preparado para ejercer en el País Vasco. ¿Influyó en esta decisión que su padre fuese policía?
F.G.M. No, no, nada que ver. Mi padre era policía municipal, no nacional, y trabajaba en el Ayuntamiento como funcionario. Él nunca fue objetivo de ETA. ¡Para nada! Murió en febrero de 1984 y hasta ese día yo nunca sentí que por ahí hubiera ninguna animadversión. Hay gente que inventa cosas y que tiene muy mala baba, pero la realidad es esta.
XL. En 2003 pidió el traslado a Madrid después de trece años en los Juzgados de Bilbao. ¿Fueron las amenazas de ETA las que le hicieron dejar el País Vasco?
F.G.M. No, eso no fue lo que me hizo tomar la decisión. La verdadera razón es que me cansé de tener que adaptarme a ese entorno, no me apetecía seguir siendo políticamente correcto, el ambiente era sofocante. No fue el miedo el que hizo que me viniera a Madrid; de haberlo sido, no hubiera ido a la Audiencia Nacional cuando surgió una comisión de servicio, a no ser que estuviera mal de la cabeza.
XL. Ha sido significativa su labor en la Audiencia Nacional en contra de ETA. envió a prisión a la cúpula de Segi, instruyó ‘el chivatazo’ del bar Faisán, procesó a Arnaldo Otegi… Díganos, ¿cree que Otegi, finalmente, será candidato a lehendakari en las próximas elecciones?
F.G.M. Cuando se publique esta entrevista, ya estará resuelto este tema. Aquí, la única cuestión concreta es si la inhabilitación especial para el sufragio pasivo, impuesta a Arnaldo Otegi por la Sección IV de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, es una pena actualmente vigente. Esa cuestión jurídica está por debatir y yo no quiero pronunciarme porque perdería la imparcialidad en el supuesto de que, por A o por B, tuviera que resolver la Sala Penal de la Audiencia Nacional, que es donde lo condenamos.
XL. Si realmente existe la independencia del Poder Judicial, ¿por qué cuesta tanto que los partidos políticos se pongan de acuerdo en la elección de los jueces del Poder Judicial?
F.G.M. Yo mantengo que tienen que ser elegidos por el Congreso y por el Senado, que son los representantes de la soberanía popular. El Consejo General del Poder Judicial no son los jueces dictando sentencias, es un órgano político.
XL. ¿No sería más profesional y menos ideológico que fueran los propios jueces quienes eligieran a los miembros del Consejo?
F.G.M. Esto podría plantearse si hubiera una única asociación de jueces que abarcara todos los perfiles ideológicos; pero la mayoría pertenece a una asociación y cada una de ellas tiene su propia ideología. Alguien me va a hacer creer que estas asociaciones no tienen relación con los partidos políticos correspondientes? Además, a los jueces que no estamos asociados, el resto no nos votaría nunca.
XL. Si los partidos mayoritarios intentan controlar la justicia, ¿cabría pensar que a nadie le interesa que sea del todo independiente?
F.G.M. Yo espero que sí y creo que sí. Si la justicia no funciona, se genera falta de cohesión social. Si la gente no ve que actúa con firmeza contra la corrupción, pensará que todo vale porque al final no pasa nada. Dejarán de creer en el Estado de derecho y eso es muy grave. Así que a todas las instituciones debería preocuparles mucho la independencia de la justicia. Y, además, desde un punto de vista económico, como no funcione la justicia para dar seguridad a las empresas y a las inversiones extranjeras… el país no podrá salir adelante.
XL. Usted se presentó para ser elegido vocal del Consejo del Poder Judicial como juez independiente y no fue elegido; pero sí lo fue en un posterior consejo, a propuesta del PP. ¿Qué relación tiene con este partido?
F.G.M. Yo puedo tener, y he tenido, relaciones personales con miembros del Partido Popular que han pensado en mí porque me conocían como persona, no solo como profesional. En un momento dado pensaron que, si yo tenía los avales de mis compañeros, podía darse la cara por mí.
El juez y su marido, Gorka Gómez -bilbaíno como él y filólogo-, saludan a los Reyes en una recepción en el Palacio Real. Se casaron en 2005. Para entonces ya llevaban nueve años viviendo juntos.
XL. ¿Entiende que se le presuma un juez conservador?
F.G.M. Se me tildó de conservador por ser propuesto por el PP, pero la gente que me conoce sabe que mi perfil no es ese.
XL. El partido por el que fue propuesto recurrió la ley del matrimonio homosexual, la ley del aborto… ¿Coincide con el PP en estos asuntos?
F.G.M. Yo preferiría que en estas cuestiones de derechos y libertades todos fuéramos más abiertos. Pero también digo que yo soy de los pocos, o el único, que escribió en un periódico sobre la constitucionalidad del matrimonio igualitario entre parejas del mismo sexo, con carácter previo a que resolviera el Tribunal Constitucional y siempre con respeto a lo que decidiera este Tribunal. Y no vi muchas voces de la izquierda pensante hablando en esos términos.
XL. Algunos jueces dieron el salto a la política e incluso hubo quien regresó de nuevo a la carrera judicial. Pero díganos: ¿qué le provocan algunas de las decisiones propuestas por la jueza Carmena para mejorar la vida en Madrid?
F.G.M. Manuela Carmena ya estaba jubilada cuando se presentó a la Alcaldía y, si es feliz en ella, me parece muy bien.
XL. Mójese un poquito más [risas].
F.G.M. Algunas de sus decisiones me generan sonrisa. Es lo más que te puedo decir.
XL. Y de Madrid, a Cataluña. ¿Es posible que un Parlamento autonómico pueda decidir no cumplir una resolución del Tribunal Constitucional?
F.G.M. El Tribunal Constitucional ha dictado resoluciones para que Cataluña no siga por la vía de la independencia. Y ese Tribunal tiene mecanismos e instrumentos precisos y necesarios para hacer cumplir sus resoluciones. Dicho esto, no ha habido en la actualidad ninguna acción de absoluto incumplimiento. Yo creo que no tenemos ningún problema. el Tribunal Constitucional ha paralizado lo que ha entendido que debía paralizarse.
XL. ¿La Generalitat de Cataluña no ha incumplido ninguna de las resoluciones del Constitucional ni del Supremo?
F.G.M. Yo entiendo que no. Actualmente creo que se han cumplido todas, incluso las dictadas en materia de educación. Que hayan expresado su intención de seguir adelante no quiere decir que lo hayan hecho. Una cosa es que alguien diga que no va a cumplir y otra muy distinta que, de hecho, no cumpla. Tú puedes decir que no piensas pagar una multa porque no estás de acuerdo con el motivo por el que te han sancionado, pero te quitarán lo que debes pagar de tu cuenta corriente. La sociedad puede creer que no se están cumpliendo las resoluciones, pero de facto sí están cumpliéndose.
XL. ¿Cree que, mientras la Constitución no cambie, el proceso independentista no va a seguir adelante?
F.G.M. Para que siga adelante tiene que haber, previamente, una modificación constitucional. Yo creo que no van a seguir adelante. lo creo y lo espero porque, si lo hicieran, sería una fractura de las reglas del juego democrático, lo que pondría entre la espada y la pared a las instituciones democráticas que tienen la obligación de actuar. Y esto es muy grave.
XL. ¿Puede entenderse que el mandato recibido a través de las urnas es suficiente para seguir adelante con el proceso de desconexión de España?
F.G.M. Yo no discuto la validez del mandato popular, pero a lo que les tiene que llevar ese mandato es a intentar cambiar las propuestas de modificación legislativa que luego permitan, por ejemplo, un referéndum en el ámbito de la Comunidad Autónoma. Y no se trata de tener mayor o menor número de escaños para poder convocar un referéndum que es ilegal; sería inconstitucional aunque lo quisiera una mayoría. Primero hay que reformar la Constitución; por aclamación popular no se pueden romper las reglas democráticas.