De mayor seré profesor: «Nunca había ido a una escuela. No había en mi pueblo de Nigeria», cuenta Sani Abakar, de 12 años. «Cuando sea mayor, seré profesor», dice. En la zona del lago Chad, una de las más pobres del planeta, muchas escuelas han cerrado por la inseguridad, por enfrentamientos de guerrillas o por la persecución de Boko Haram. La escuela de Unicef en el campo se llama Espoir, 'esperanza' en francés.
Quiero ser periodista: «Quiero ser periodista para contar lo que pasa en Nigeria y aquí en el Chad. Así podremos obtener ayuda». Cuenta Hadiza Sani, de 14 años. Hasta que llegó al campo de refugiados de Dar es-Salaam, en 2015, únicamente había ido a la escuela coránica. En el Chad, solo la mitad de los menores va a la escuela. Y solo una de cada tres niñas completa el ciclo de primaria.
Ya sé contar hasta 30: «Iba a la escuela, pero me dejé la mochila en casa. Al volver, vi a gente disparando», cuenta Issa Souleymane, de 11 años. Boko Haram había llegado a su pueblo. Ahora «ya sé contar hasta 30», dice Issa. Unicef ha construido más de 200 aulas en el Chad y ha escolarizado a 80.000 niños, pero alerta de que se necesitan 7,5 millones de dólares para educación.
«Muchos niños lo pasan mal». Zakaria Jonathan tiene 12 años y quiere ser médico. «Muchos niños del campo lo pasan mal. Tienen problemas de salud mental y deben acudir al doctor». En Dar es-Salaam viven más de 5000 refugiados de Níger y Nigeria. Los profesores reciben entrenamiento psicológico para lidiar con la situación de los pequeños. violencia, familiares asesinados, exilio...
Iré a la universidad: «Lo que más me cuesta son el Francés y las Matemáticas. En la escuela coránica no aprendíamos este tipo de cosas», dice Fati Ousmane, de 17 años. Cuando Boko Haram atacó su aldea, se escondió en el agua. Pero la cogieron. escapó cinco días después. Quiere volver a Nigeria, a estudiar en la universidad. Sueña con ser profesora.
En el campamento de refugiados de Dar es-Salaam, en el Chad, conviven refugiados de Nigeria y del propio Chad. El 80 por ciento de los menores que llegan no ha recibido una educación antes. Por Daniel Méndez
Su primera escuela es la del campo, construida y supervisada por Unicef. Para ellos, la vuelta al cole es la mejor noticia del verano.
Uno de los principales problemas en Chad es que faltan profesores. Solo el 30 por ciento está debidamente cualificado. Solo en el lago Chad, Unicef ha repartido más de 50.000 mochilas y material escolar. Un ‘tesoro’ que los pequeños exhiben con orgullo.
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