Extranjeros en su propio país
Los rohinyás son una minoría musulmana de Birmania, apenas el 5 por ciento de la población, asentada sobre todo en la provincia de Rajine. El Gobierno birmano les niega la nacionalidad, aunque muchas familias llevan allí desde el siglo XIX, procedentes de Bengala. Y la mayoría de la población,budista, los ve como una amenaza por su alta natalidad y el miedo al yihadismo.
Los prejuicios de los budistas
La comunidad internacional ha criticado a la premio Nobel de la Paz y líder de facto del Gobierno birmano Aung San Suu Kyi por su complacencia con los militares. Los analistas la atribuyen a su impotencia ante el Ejército, que sigue siendo el poder en la sombra, aunque otros señalan que La Señora, como se conoce a Kyi, comparte los prejuicios de la mayoría budista.
A sangre y fuego
Human Rights Watch documenta que más de 200 aldeas de los rohinyás han sido incendiadas, como la de la imagen. Y el Gobierno de Bangladés, país de destino de la oleada de refugiados, denuncia que el Ejército birmano ha plantado minas en la frontera. Unos mil rohinyás han muerto por el camino, tiroteados o víctimas de linchamientos; algunos a machetazos o quemados vivos.
El odio enquistado
La violencia entre musulmanes y budistas es una herencia del pasado colonial. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas británicas que controlaban Birmania se retiraron, armaron a los rohinyás para frenar a los japoneses, que a su vez se aliaron con los budistas. Murieron decenas de miles de personas de ambas comunidades. Y el odio se enquistó.
Casi medio millón de miembros de la etnia rohinyá huyen de Myanmar (antigua Birmania) hacia Bangladés, acosados por el Ejército. Por Carlos Manuel Sánchez / Fotos: Bernat Armangue
Es un éxodo que la ONU califica como «limpieza étnica de manual». De esta catástrofe humanitaria intentan beneficiarse los musulmanes radicales, por un lado, y los elementos más retrógrados del clero budista y el nacionalismo birmano, por el otro. En medio, el sufrimiento interminable de miles de inocentes.
Los budistas birmanos acusan a los Rohinyás (musulmanes) de tener conexiones con Isis: en realidad, su enfrentamiento viene ya desde la Segunda Guerra Mundial.