«Putin me matará»

El científico que aparece bajo estas líneas asegura que tiene pruebas de que Rusia ha organizado uno de los sistemas de dopaje más eficaces de la historia del deporte. Por Lukas Eberle y Christina Hebel 

Se llama Grigori Rodchenkov, está bajo la protección de Estados Unidos, y ha decidido contarlo todo en un documental.

La vida de fugitivo de Grigori Rodchenkov empezó el 17 de noviembre de 2015. Ese día aterrizó en el aeropuerto de Los Ángeles, arrastrando una maleta negra. Había llegado en el avión procedente de Moscú, obligado a salir de Rusia de la noche a la mañana. Tuvo que escapar por miedo a que lo asesinaran los hombres de los servicios secretos rusos.

Nada más pasar el control de pasaportes, Rodchenkov alzó los brazos y gritó: «¡Sigo vivo!». Luego se arrojó al cuello de Bryan Fogel, el hombre que lo había ayudado a huir. Rodchenkov rebuscó en su maleta y sacó un disco duro. «¿Qué es?», preguntó Fogel. «No quieras saberlo. Limítate a guardarlo en lugar seguro», le dijo. El disco duro contenía documentos y correos electrónicos. Las pruebas de que Rusia había organizado uno de los sistemas de dopaje más eficaces de la historia del deporte, dirigido por el Gobierno y ejecutado por el mismo Rodchenkov.

La llegada al aeropuerto es parte de un documental sobre Grigori Rodchenkov que ha rodado el director estadounidense Bryan Fogel. Lleva por título Ícaro y se puede ver en Netflix. Son 121 minutos en los que se habla de los abismos del deporte, de intrigas, huidas y persecución.

El químico dice que su cóctel se usó en los Juegos de Londres y Sochi. Las pruebas están en un disco duro que sacó de Rusia

Grigori Rodchenkov, de 58 años, es doctor en Química. Durante 10 años fue el jefe de los laboratorios de control antidopaje de Moscú, uno de los 34 centros dedicados a analizar las muestras de análisis por encargo de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Científicos internacionales estudian cada año más de 300.000 muestras procedentes de todo tipo de deportistas.

Amores y desamores: Rodchenkov fue el brazo ejecutor del dopaje ruso desde 2013. Tras el éxito de Sochi 2014, Putin le impuso la Orden de la Amistad. El presidente ruso dice ahora que Rodchenkov es «un canalla»

Todos los laboratorios comparten la misma misión: analizar la orina y la sangre de los atletas y destapar a los tramposos. Pero Rodchenkov hacía justo lo contrario. era la cabeza de un cártel dedicado al fraude, era el responsable de velar por el cumplimiento de las normas y al mismo tiempo el encargado de saltárselas.

Su historia es la prueba de que el sistema antidopaje ha fracasado. El Departamento de Justicia de Estados Unidos lo ha puesto bajo protección y lo mantiene escondido en algún lugar del país. Ni su familia tiene contacto con él.

Dopaje en primera persona

A lo largo de meses, Fogel siguió a Rodchenkov con su cámara. También lo ayudó a huir y fue su protector en todo el proceso. «Ha sido la época más loca de mi vida», confiesa. El cineasta inició su proyecto en 2014, un documental que al principio iba a tenerlo a él como protagonista: ciclista amateur, quería doparse delante de la cámara y documentar cómo mejoraba su rendimiento. Alguien le dijo que el jefe de un laboratorio de Moscú, un químico llamado Rodchenkov, podía asesorarlo. Fogel le preguntó si estaría interesado en ayudarlo en su proyecto. Rodchenkov se mostró entusiasmado y empezaron a hablar por Skype. Rodchenkov le decía qué sustancias tenía que tomar. Fogel estaba alucinado: «¿Este tipo, el responsable de la lucha contra el dopaje en Rusia, me está enseñando a doparme? Es de locos, espero que no lo echen por mi culpa».

Un amigo espía de Rodchenkov le avisó de que querían quitarlo de en medio y hacer que pareciera un suicidio

En el verano de 2015, Rodchenkov invitó al documentalista a visitar Moscú. Le enseñó su laboratorio, bebieron vodka y se hicieron amigos. Por aquellos días, la AMA ya estaba investigando a Rusia, aunque, cuenta Fogel, «Grigori pensaba que todo acabaría debajo de la alfombra, como siempre. Estaba tranquilo».

«Van a venir a por mí»

Todo cambió el 9 de noviembre de 2015. Ese día, la AMA dio una rueda de prensa en Ginebra. El problema del dopaje en Rusia era «peor de lo que se pensaba», afirmó Richard Pound, del organismo internacional. Había que suspender al laboratorio moscovita y detener a su jefe.

El documental que el gobierno ruso no quiere que veas: el documental dirigido por Bryan Fogel -disponible en Netflix- en el que Grigory Rodchenkov detalla la trama de dopaje organizada por el Gobierno ruso

Rodchenkov llamó esa misma tarde a su amigo de Los Ángeles. Fogel le preguntó. «¿Te van a meter en la cárcel? ¿Estás en peligro?». Rodchenkov respondió: «Sí, pero esto no va de ir a la cárcel. Soy el único que se puede cargar los Juegos Olímpicos, Rusia y la AMA. Van a venir a por mí». En ese momento, Fogel decidió que grabaría un documental nuevo. Con otro protagonista: Rodchenkov.

En sus años de estudiante, Rodchenkov corría con el equipo de la Universidad en Moscú. Y se dopaba. Le fascinaba cómo los fármacos mejoraban el rendimiento. Por eso empezó a compaginar los estudios con un trabajo en el laboratorio antidopaje de Moscú. En una entrevista de hace años dijo que había probado en persona «casi todas las sustancias prohibidas». Experimentar era clave para su trabajo como experto en dopaje, añadía. En 2005, cuando lo ascendieron a jefe de laboratorio, empezó a trabajar para el FSB, los servicios de inteligencia rusos. Y comenzó su doble vida.

Fuera de Rusia, Rodchenkov se presentaba como un encendido enemigo del dopaje. Participó en conferencias en Europa y Estados Unidos, publicó colaboraciones en revistas científicas de prestigio. Compañeros de otros laboratorios estaban impresionados por su competencia en la materia. Además, desarrolló un método revolucionario en la lucha contra el dopaje: un test que permitía a los técnicos comprobar la presencia de esteroides en la orina hasta pasados seis meses. Esa faceta era parte de su camuflaje.

La película, centrada en el testimonio del que fuera jefe de los laboratorios de control antidopaje de Moscú, narra también cómo Rodchenkov consiguió huir de su país al destaparse todo

Al mismo tiempo, en Moscú, Rodchenkov ejercía de traficante corrupto. Junto con su hermana, también atleta, vendía sustancias prohibidas a deportistas. Si los atletas daban positivo, Rodchenkov hacía desaparecer las muestras. Se sacaba 30.000 rublos por atleta (unos 600 euros al cambio de entonces). Los negocios fueron bien, hasta que en 2011 una autoridad antidopaje rusa descubrió sus apaños. Su hermana fue condenada a la cárcel. Sin embargo, misteriosamente retiraron las acusaciones contra él, incluso le permitieron seguir al frente del laboratorio.

En el documental, Rodchenkov dice: «En vez de mandarme a la cárcel, me ordenaron organizar el triunfo ruso en los Juegos de Invierno de 2014. Desde arriba me dijeron: ‘Eres el encargado de que ganemos, será el pago por tus delitos’».

El cóctel duquesa

Los preparativos para el programa de dopaje empezaron medio año antes de la inauguración de los Juegos. Lo primero era encontrar el método de dopaje más adecuado. Su receta final: microdosis de trembolona, oxandrolona y metasterona disueltas en alcohol. Bautizó su cóctel como Duquesa.
El sabor era importante para Rodchenkov. Para los hombres, lo combinaba con whisky; para las mujeres, con vermú. En el informe de la AMA se lee: «Los deportistas se enjuagaban con el líquido y luego lo escupían, las sustancias se absorbían por la mucosa bucal. Las investigaciones del doctor Rodchenkov habían comprobado que así el producto solo era detectable durante un máximo de cinco días».

Se cree que el cóctel de Rodchenkov lo usaron los deportistas que participaron en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, en los Campeonatos del Mundo de Atletismo de 2013 en Moscú y en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi.

En su documental, Fogel mantiene una larga entrevista con Rodchenkov. «¿Cuántos rusos hubo dopados en los Juegos de Pekín de 2008?», pregunta Fogel. «Un 30 por ciento», replica Rodchenkov. Fogel. «¿Y cuántos en los de Londres?». Rodchenkov: «La mitad, por lo menos».

A Rodchenkov le traían al fresco las reglas. Desde 2011, comunicaba por e-mail todos los positivos a Yuri Nagorny, por entonces viceministro de Deportes de Rusia, que le indicaba si el afectado debía ser suspendido o no. Este procedimiento está acreditado por los correos electrónicos intercambiados por ambos y que Rodchenkov entregó a la AMA. Los deportistas rusos dopados no tenían nada que temer. Si daban positivo, él lo registraba como negativo en las bases de datos de la Agencia. No era difícil, era a la vez delincuente, inspector y juez.

En unos Juegos, sin embargo, no basta con declarar como negativas las muestras que han dado positivo, como había hecho hasta entonces. Los expertos internacionales supervisan los análisis en los laboratorios. Ante eso, Rodchenkov decidió manipular las muestras positivas de orina antes de que pudieran ser analizadas.

Un plan ministerial

Durante los meses previos a la cita de Sochi, Rodchenkov acudió una vez por semana al Ministerio de Deportes para tratar los detalles del plan. Se decidió que los análisis se hicieran en el propio complejo olímpico. Rodchenkov se aseguró de que los laboratorios se construían conforme a sus fines. Es decir, decidió dónde iban las puertas, dónde se instalaban las cámaras de videovigilancia y dónde no.

Poco antes de medianoche, Rodchenkov entraba en un pequeño trastero adyacente al laboratorio. Un empleado le entregaba las muestras de los atletas rusos. El intercambio de envases se producía a través de un agujero practicado en la pared del laboratorio. Durante el día, el agujero permanecía cubierto por una vitrina. Al menos, así lo cuenta Rodchenkov.

Un hombre del FSB abría los envases sellados con herramientas especiales para no romper los tapones y que se pudieran volver a enroscar. Rodchenkov vaciaba la orina en un inodoro, limpiaba los envases y los llenaba con muestras de orina limpia. Durante los controles a los atletas se anotaba en un formulario la cantidad, el peso y el color de la orina. Rodchenkov añadía sal o agua a los envases para hacer que la orina recogida previamente fuera más pesada o ligera, más clara u oscura, y se ajustase así a la descripción del formulario. Luego cerraba el tapón y devolvía los envases al laboratorio. A la mañana siguiente, los técnicos del laboratorio empezaban los análisis antidopaje, pero los atletas rusos no tenían nada que temer. Resultado: Rusia lideró el medallero en Sochi con 33 metales. Los test antidopaje de los deportistas rusos dieron todos negativo.

La época dorada de Rodchenkov llegó a su fin en noviembre de 2015, cuando la AMA hizo públicos los primeros resultados de una investigación. Putin apareció en la televisión. ¿Un dopaje ordenado desde el Estado? «Mentira», afirmó el presidente. Y añadió que su Gobierno iba a iniciar una investigación propia. Si alguien había vulnerado las reglas, sería «castigado individualmente». Rodchenkov intuyó que lo decía por él.

Un chivatazo le salvó la vida

Fogel cuenta que «un amigo de Grigori, del FSB, le contó que querían quitarlo de en medio y hacer que pareciera un suicidio». Rodchenkov llamó a Fogel: «Tengo que salir de aquí, ¿me puedes ayudar?». Fogel pagó el avión a Los Ángeles. «Él no podía usar su tarjeta de crédito -dice el cineasta-. Lo habrían descubierto». Rodchenkov metió algo de ropa en una maleta, y un disco duro. Todavía contaba con un visado válido para Estados Unidos, ya que había pronunciado una conferencia allí unos meses antes. Así empezó la fuga.

Putin con el ministro ruso de Deporte, Turismo y Juventud, Vitaly Mutko (Foto: Cordon Press)

Fogel le buscó apartamento en Los Ángeles y un abogado. Un par de semanas después, la noticia de la muerte de dos funcionarios deportivos rusos dio la vuelta al mundo. Ambos habían dirigido durante años la Agencia Antidopaje de Rusia.

En el documental se ve el momento en el que Rodchenkov se entera de lo sucedido: está en su casa de Los Ángeles viendo la televisión cuando dan la noticia. Uno de ellos trabajaba en un libro en el que lo iba a contar todo, dice Rodchenkov. Y añade: «Escribir en Rusia es peligroso».

Fogel dice: «Nos dimos cuenta de que Grigori solo tenía una oportunidad de salvarse: tenía que tirar de la manta y contar lo que sabía». En otra escena del documental, Rodchenkov camina nervioso de un lado a otro de la habitación y dice: «¡Putin me matará!».

Rodchenkov y Fogel clasificaron los documentos que el ruso había traído en su maleta; listas con nombres de deportistas, e-mails con instrucciones del Ministerio, tablas con los códigos de las muestras para los análisis…

Putin tachó a Rodchenkov de «canalla», dijo que estaba «dirigido desde el extranjero» y que todo lo que contaba eran «historias inventadas». Las autoridades rusas interrogaron a la esposa de Rodchenkov, también a sus hijos; les retiraron el pasaporte y confiscaron la dacha familiar.

En julio de 2016, Rodchenkov fue incluido en un programa de protección de testigos. Al final del documental de Fogel, Rodchenkov habla por teléfono con su familia en Moscú por última vez. Su mujer llora y dice: «Aquí nos están haciendo aparecer como si fuéramos unos monstruos, es todo muy triste». Rodchenkov responde. «Lo siento».

Según la AMA, más de un millar de deportistas rusos se beneficiaron del programa de dopaje: velocistas, levantadores de peso, regatistas; incluso atletas del equipo paralímpico. Ninguno mostró reparos. «Los deportistas son como niños -dice Rodchenkov-. Se llevan a la boca todo lo que les das».

El ministro Vitali Mutkó, ascendido a vice primer ministro tras el escándalo y presidente hoy del Comité Organizador del Mundial, ha declarado a la revista Spiegel: «El Estado no tiene forma de supervisar el trabajo de un director de laboratorio». Asegura que Rodchenkov estaba subordinado a la AMA, que «gozaba de un prestigio mundial» y que fue contratado para los Juegos Olímpicos como experto. «Evidentemente, siempre pensamos que todo estaba en orden», dice Mutkó.

Este año se han producido ya varias suspensiones por dopaje contra deportistas rusos: luchadores, piragüistas, velocistas, miembros del equipo de bobsleigh o la estrella rusa del hockey sobre hielo, Danis Zaripov.

Muchos altos funcionarios deportivos occidentales quieren que Rusia sea excluida de los Juegos de Invierno, que se celebrarán en febrero en la región coreana de Pyeongchang. En el COI hay dos grupos de trabajo estudiando el tema, pero sus conclusiones están previstas para marzo…

"actualidad"