Inmigrantes en espera de asilo en un pueblo de los Alpes italianos se convierten en equipo de ‘curling’… y ganan. Por E. F. 

Kebba nunca había visto el hielo antes. James sí, pero en cubitos y dentro de una coca-cola. Edward, el primer día de temperaturas gélidas, creyó que no sobreviviría mucho tiempo.

Tres de los inmigrantes que practican curling, deporte olímpico desde 1998

En Gambia y Sierra Leona, donde ellos y sus compañeros Seedia, Lamin y Joseph nacieron y crecieron, la temperatura más baja es de 15 grados y venían de atravesar el desierto del Sáhara. Nada parecido a Torre Pellice, cerca de Turín, en el norte de Italia.

No pueden competir en torneos oficiales mientras no se legalice su situación

Los africanos llegaron allí dentro de un programa de asilo y, como la espera es larga, el párroco de la iglesia local y un entrenador de deportes de invierno decidieron enseñarles a practicar el deporte local: el curling. Y, contra todo pronóstico, han resultado ser buenos. Tanto que ahora quieren organizar un torneo por su cuenta en la zona. Y es que, aunque las autoridades los consideran un muy buen ejemplo de integración, no pueden participar en competiciones oficiales mientras no se regularice su situación.

 

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