Atención: narcos a la vista
Al poco de salir de Algeciras, llega un aviso: hay dos planeadoras más allá de Gibraltar. Las lanchas, con 1600 caballos, alcanzan fácil los 60 nudos, el doble que la velocidad punta de la patrullera. Aun así, la Guardia Civil pone proa hacia ellas.
El gato persigue al ratón
Una de las planeadoras huye a mar abierto. La otra se esconde tras un carguero. Sus tripulantes -rostro cubierto, neopreno e impermeable- no llevan droga. Están a la espera de cargar y alijar. La patrullera los hostiga hasta que enfilan hacia Marruecos.
La caza
La patrulla detecta otra lancha escondida tras el pantalán de una refinería. Sigilosa se acerca y…
Hostigar hasta el amanecer
Los narcos han sido sorprendidos, arrancan y de forma atropellada escapan hacia mar abierto. Allí se topan con una lancha de la Policía gibraltareña, que los fastidia hasta forzarlos a irse a otra zona a pasar la noche. Poco más se puede hacer.
'Camas de agua' para narcos
Para evitar que la Policía se incaute de las lanzaderas, los narcos duermen a bordo, en el mar. Las tripulaciones se relevan y reciben víveres y combustible.
El arma de los narcos
Las lanchas de los narcos son auténticos F-1 que pueden costar más de 120.000 euros. Abajo, un submarinista recoge dos fardos de hachís arrojados al mar por narcos acosados por la Guardia Civil.
El escritor Lorenzo Silva y el fotógrafo Carlos Carrión se suben a una patrullera de la Guardia Civil a la caza de narcos en el Estrecho. Cada noche, un grupo de guardias civiles libra aquí una batalla contra el flujo venenoso de los traficantes de drogas. Una noche de planeadoras, persecuciones y adrenalina.
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