Esta curiosa imagen es solo un ejemplo de los peligros que implica circular por las carreteras del subcontinente. Por Fernando Goitia
«Hace calor, la sombra escasea, pero la siesta no me la salto ni pa’trás». No es difícil adivinar los pensamientos de estos transportistas después de transitar durante horas por esas estresantes carreteras indias donde a camiones y autobuses les cuesta mantenerse en su carril y muchos vehículos adelantan por los arcenes; cuando los hay, claro. Por eso, tras llegar exhaustos a la ciudad sagrada -para hindúes y musulmanes- de Ajmer, en el norteño estado de Rayastán, improvisaron este parasol bajo su carga desbordada de heno.
La mayoría de los vehículos en la India rural incumple las mínimas medidas de seguridad
Un guardia civil inmovilizaría el camión de inmediato por saltarse de cabo a rabo la Sección Segunda de nuestro Código de Tráfico y Seguridad Vial, con sus cuatro artículos sobre transporte de mercancías. Esto, sin embargo, es la India rural, profunda, donde la mayoría de los vehículos incumple las mínimas medidas de seguridad, las vacas ocupan el asfalto, el claxon se desgasta tanto como los neumáticos y los arcenes se parecen a un bulevar en una tarde de domingo.
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