El tiempo se ha vuelto loco: inundaciones, olas de calor…
Los fenómenos meteorológicos infrecuentes se están volviendo norma. Este verano estamos viviendo el que puede ser el verano más inusual de la historia con respecto al clima. Los científicos advierten: padecemos el ‘síndrome de la rana hervida’. Por Carlos M. Sánchez/ Fotos: Getty Images
Guadalajara, en México, amanece cubierta de hielo en pleno verano tras una tormenta de granizo de proporciones bíblicas. Mientras tanto, el asfalto de una carretera alemana se derrite por una ola de calor que revienta termómetros por media Europa.
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Son dos ejemplos del clima extremo que vivimos este verano, camino de ser el más inusual de la historia. Lo peor, según algunos científicos, es que los fenómenos infrecuentes se están volviendo norma. Y han acuñado una metáfora: ‘el síndrome de la rana hervida’. Si metes una rana en una olla hirviendo saltará para intentar escapar. Pero si el agua está fría y la calientas poco a poco, la rana se adapta hasta morir sin percatarse.
Los cincos veranos más calurosos se han vivido en los últimos 16 años
¿Sucederá algo similar con los humanos y el cambio climático? «Experimentamos condiciones históricamente extremas, pero quizá no las percibamos como raras», advierte Frances Moore, experta en Ciencias Ambientales. Y es que ya nos parecen rutina. Al fin y al cabo, los cincos veranos más calurosos en Europa fueron 2018, 2016, 2010, 2003 y 2002. ¡Desde el siglo XVI! Y el junio más cálido desde 1880.
En el clima, es cierto, no influye solo el hombre; y la inestabilidad es inherente a nuestra meteorología, pero la influencia humana en el clima es cada vez más evidente. David Barriopedro, del Instituto de Geociencias, pronostica. «Las olas de calor suelen ser resultado de varios factores, cuya intersección conduce al evento extremo». En la última se cruzó un anticiclón de más de 60 días sobre Groenlandia, con una intrusión de aire sahariano. Preocupan, además, dos tendencias: la creciente diferencia térmica en muchas zonas entre el día y la noche, y que el otoño y la primavera son cada vez más cortas. No es extraño que Philip Alson, relator de la ONU, advierta de que «el apartheid climático empujará a 120 millones de personas a la pobreza en 2030».
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