Coronavirus: alarma por la recesión

El miedo a la pandemia se ha contagiado a los mercados. Los especialistas empiezan a ser conscientes de que la crisis, y la temida recesión, puede estar llamando a la puerta de Europa y del mundo. Te lo contamos. Por E.F./ Foto: Getty Images

Coronavirus: jaque al mundo globalizado

«Esta crisis afectará a China y al resto del mundo de una forma mucho más profunda de lo que los inversores venían pensando», afirma el economista estadounidense Nouriel Roubini. Y con consecuencias dramáticas para los mercados financieros: cree que las bolsas mundiales «caerán entre un 30 y un 40 por ciento a lo largo de este año».

De todos modos, las caídas se mueven de momento dentro del rango de la normalidad, aunque con fuertes correcciones, como suele suceder de vez en cuando. Aún es pronto para hablar de un crack, pero la creciente inseguridad es peligrosa.

En las bolsas, el miedo se transforma rápidamente en pánico y los índices caen sin tregua, como ya ocurrió en septiembre de 2008, cuando la quiebra del banco estadounidense de inversiones Lehman Brothers desencadenó un crack bursátil al que siguieron, primero, una galopante crisis financiera y, a continuación, una gravísima crisis económica. ¿Estamos ante otro de estos ‘momentos Lehmnan’? ¿El coronavirus será el temido ‘cisne negro’ que ponga fin a un boom de los mercados que se ha prolongado durante varios años?

El cisne negro es el título de un libro aparecido poco antes de la crisis financiera y que usaba este término para referirse a un suceso totalmente inesperado que tiene consecuencias extremas. Al poco de su publicación, tuvo lugar la quiebra de Lehman Brothers. Los mercados financieros se vieron de golpe ante un precipicio.

En aquella ocasión, los bancos tuvieron que ser rescatados con el dinero de los contribuyentes y la gente vio peligrar sus ahorros, lo que a su vez provocó un hundimiento de la demanda y, con ella, de la economía en su conjunto. Como consecuencia, no solo los mercados financieros, sino todo el sistema económico se enfrentaron al colapso.

Cuantos más son los países afectados, cuantas más son las personas contagiadas, mayor es el peligro de que la economía mundial entre en una profunda recesión

 Esta vez es diferente. El peligro no parte de los bancos, sino de la economía real. Si el estancamiento se acentúa por culpa del virus, las bolsas se verán arrastradas a la baja, lo que a su vez podría provocar una crisis financiera, dado que muchas empresas se encuentran en una situación de sobreendeudamiento. Nos veríamos de nuevo ante una espiral de crisis cada vez más grave. Una crisis como la de Lehman Brothers, pero a la inversa. La amenaza es real. La economía mundial se tambalea, el hasta ahora motor del crecimiento –la globalización– se ralentiza y el estimulante habitual –la bajada de los tipos de interés– ya no funciona. Y por si fuera poco, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleva tiempo embarcado en una guerra comercial contra medio mundo.

Todos los ciclos de crecimiento acaban llegando a su fin más tarde o más temprano. Este podría hacerlo de una forma especialmente abrupta.

Cuantos más son los países afectados, cuantas más son las personas contagiadas, mayor es el peligro de que la economía mundial entre en una profunda recesión. Y «si acabamos cayendo en una, tendremos también una crisis financiera», profetiza Nouriel Roubini en Der Spiegel. El endeudamiento ha crecido durante los últimos años, el mercado inmobiliario estadounidense se asemeja a una burbuja, como ya pasó en 2007. «Hasta ahora no era una bomba de relojería porque había crecimiento –dice el economista–. Pero ese escenario ya ha quedado atrás».

En las sedes de los ministerios implicados, los expertos creen que los efectos psicológicos, especialmente en el caso de la economía, son mucho más peligrosos que el virus mismo, y por eso no quieren alimentar el miedo.

Los economistas hablan de un shock de oferta cuando las empresas no pueden suministrar sus productos debido, por ejemplo, a que sus empleados se ven obligados a quedarse en casa. Contra ese escenario no ayuda ningún plan de incentivos ni tampoco que los bancos centrales ofrezcan dinero barato.

Además, los bancos centrales ya han gastado casi toda su pólvora. Tras la crisis financiera insuflaron vida a la maltrecha economía mediante tipos de interés bajos, pero luego no volvieron a elevarlos. Esta situación sería peligrosa, sobre todo, si Italia, país del euro, entrara en dificultades serias. Valdis Dombrovskis, el vicepresidente de la Comisión Europea, se ha apresurado a curarse en salud y ha recordado que en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento hay cláusulas que permiten a los estados miembros ignorar las reglas de déficit en caso de una crisis sobrevenida.

Roubini defiende cerrar temporalmente las fronteras italianas, como en 2016 durante la crisis de los refugiados. «Ahora es mucho peor que cuando un millón de refugiados llegaron a Europa»

«Obviamente, el tema del coronavirus entra dentro de lo comprendido en estas cláusulas –ha dicho Dombrovskis–. Estamos abiertos a hablarlo tan pronto como un Estado miembro lo plantee». Las consecuencias del brote de coronavirus podrían provocar en Europa daños económicos de gran calado, especialmente si países miembros decidieran por su cuenta introducir controles fronterizos de forma temporal. Esto solo se permitiría «como último recurso», conforme a lo recogido en el Acuerdo de Schengen, y siempre en el caso de que la Comisión Europea comprobara que el procedimiento es proporcionado.

La no existencia de fronteras internas en el espacio Schengen es el corazón del mercado único europeo. Atascos kilométricos en las autopistas serían solo una de las consecuencias de la adopción de este tipo de controles fronterizos, y pondría en serios problemas a las cadenas de suministros de las empresas. Además, estos controles con policías y personal médico no tendrían más valor que el del mero espectáculo, a la vista de que las personas contagiadas pueden estar hasta dos semanas sin mostrar síntomas.

El economista Noriel Roubini califica estos temores de ingenuos, y exige respuestas más enérgicas. En su opinión, habría que cerrar temporalmente las fronteras italianas, como ya se hizo en 2016 durante la crisis de los refugiados. La crisis actual es más profunda, dice. «La situación es mucho peor que cuando un millón de refugiados llegaron a Europa».

¿Y qué les aconseja a los inversores intranquilos?

«Que conserven su liquidez, y que inviertan en deuda pública segura, por ejemplo en bonos alemanes», recomienda el hombre que profetizó el último crack bursátil. El hecho de que en estos momentos los bonos federales ofrezcan intereses negativos no le parece que sea un obstáculo. «Eso solo significa que los índices suben –dice–, con lo que pueden ganar un montón de dinero».

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