Reinventar… las empresas se vuelcan para luchar contra el coronavirus

Tenían maquinaria y personal cualificado, pero su actividad estaba parada por el estado de alarma. Y, entonces, muchas empresas se reinventaron para ayudar. ¡Todo lo que se puede hacer con un limpiaparabrisas! Por Fátima Uribarri / Foto: Pau Barrena

Un limpiaparabrisas fue la clave. La fábrica de SEAT de Martorell estaba paralizada, pero los responsables de esta compañía querían ayudar. «Disponemos de un avanzado sistema de producción en serie, era nuestra responsabilidad ponerlo a disposición de la sociedad española», explica Christian Vollmer, vicepresidente ejecutivo de Producción y Logística de SEAT.

Se pusieron en contacto con Protofy.xyz, una start-up que tenía un prototipo de respirador. Contactaron también con equipos médicos del Hospital Clínic; del Germans Trias i Pujol, con su centro de investigación; y con la Agencia Española del Medicamento. Se propusieron un reto difícil: que una fábrica de coches produjera respiradores, algo nuevo.

Primero probaron con el motor del elevalunas, pero no iba bien. Y entonces lo intentaron con el del limpiaparabrisas. ¡Eureka! ¡Ya tenían motor para el respirador!

Empezaron destripando el prototipo. «Lo despiezamos entero, miramos qué piezas de la automoción se podían adaptar a este respirador», cuenta Alicia Molina, del departamento de Ingeniería de Procesos de SEAT. Necesitaban un motor para dar energía al respirador. Probaron con uno de elevalunas, pero no iba bien. Optaron entonces por el del limpiaparabrisas del SEAT León, y entonces, sí, ¡funcionaba!

Los problemas técnicos se iban resolviendo. Participaron 150 empleados de SEAT, de casi todos los departamentos de la empresa porque esta se ha ocupado del diseño, desarrollo y producción del respirador.

Han usado la cadena de montaje del subchasis del SEAT León, muy manual, ideal para hacer los respiradores. Hasta 13 prototipos se fabricaron hasta dar con el modelo ideal: el OxyGEN. Más de 600 respiradores se han entregado al Ministerio de Sanidad. Los pedidos cesaron, pero la maquinaria está lista para ponerse en marcha en cuanto sea preciso.

Brigadas de impresión 3d

Encendidas también, día y noche, están las 9 impresoras 3D con las que trabajadores de la Fundación ONCE producen pantallas protectoras y salvaorejas (tiras para evitar las rozaduras que producen las mascarillas). «Teníamos las impresoras y el personal que sabe manejarlas -cuenta José Luis Martínez Donoso, director general de la Fundación ONCE-, así que nos pusimos a disposición de Coronavirus Makers», la comunidad virtual de más de 15.000 aficionados a la impresión 3D y seguidores de la filosofía DYY (do it yourself, ‘háztelo tú mismo’), los cuales han fabricado y entregado más de 350.000 viseras.

Ford, Renault y la Fundación ONCE han reclutado todas las impresoras 3D que tenían -a las que se han sumado las personales de algunos de sus empleados- para fabricar miles de pantallas faciales protectoras. Foto: Ford

El personal de la Fundación ONCE al que Martínez Donoso se refiere es el de la Sala EspacIA, un departamento donde se idean artilugios para mejorar la vida de las personas con discapacidad: allí inventan, por ejemplo, soportes para poder llevar la maleta desde una silla de ruedas. Luis Rodríguez, uno de esos ‘inventores’, ha montado casi un ‘puesto de mando espacial’ en la mesa del comedor de su casa y ha forrado el suelo «con un aislante que absorbe la vibración para que no me mate el vecino de abajo», cuenta. Luis es técnico de nuevas tecnologías de la fundación y, con tres impresoras 3D, él solo produce entre 20 y 24 pantallas diarias. La ONCE le proporciona material y recoge lo producido; lo empaqueta, lo desinfecta y lo entrega al personal sanitario. Unas 50 personas están involucradas en el proyecto.

El sector del motor se ha remangado para echar una mano. La experiencia de sus equipos técnicos y la motivación han sido las claves. Innovación a toque de solidaridad

Ford España ha dado un giro a su actividad y ahora, en su factoría de Almussafes (Valencia), produce en serie pantallas protectoras, a un ritmo de unas 300 al día. Las entregan a la Generalitat Valenciana, que las distribuye. «Sentimos el apoyo de los empleados y sus familias», dice Jaime Ortiz-Cañavate, gerente de Fabricación de la Planta de Motores de Ford y responsable del proyecto.

El acelerón más solidario

En Móstoles (Madrid), donde se ubica el centro de investigación Repsol Technology Lab, también se reaccionó rápido. A principios de marzo se pospusieron las competiciones de MotoGP. En este centro bullían las mentes de más de 250 expertos, químicos, tecnólogos, especialistas en carburantes y lubricantes. En solo ocho días, el centro pasó de propulsar las motos de los hermanos Márquez a reconvertirse en fabricante de gel hidroalcohólico. Según Mercedes Ayala, gerente sénior del Área de Experimentación y Soporte Tecnológico, al frente del proyecto, «las personas han sido la clave. La experiencia del equipo técnico, su ilusión y su motivación han sido vitales».

Sacyr ha transformado maquinaria de jardinería para desinfectar. Y ha dado material a la Unidad Militar de Emergencias. «Seguimos trabajando en tareas de servicio público», dice su presidente y consejero delegado, Manuel Manrique. Foto: Getty Images

Igual de orgulloso de su gente está José Vicente de los Mozos, presidente de Renault España, director general de Renault Group y presidente de ANFAC, «por el ejemplo de solidaridad que han dado». Alude, entre otras cosas, a las más de 50.000 máscaras protectoras realizadas en un mes y luego donadas por los trabajadores de Renault.

A su vez, Gestamp -fabricante de componentes para el automóvil, que ha donado 200.000 mascarillas y 50.000 guantes- aplica en España las enseñanzas aprendidas en China (tienen allí once plantas y dos centros de I+D). Y en Indra han creado Covid Monitor, una app que permite al usuario conocer su nivel de exposición al coronavirus según donde se encuentre. Las empresas españolas tiran de ingenio y plantan cara al COVID-19.

Foto apertura. Los primeros test mecánicos de los respiradores fabricados en SEAT se hicieron en muñecos; luego se probaron con animales (con una cerdita) y después se experimentó su eficacia en personas durante pruebas supervisadas en hospitales. Y se obtuvo la homologación sanitaria para OxyGEN.

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