No se trata de establecer un canon absoluto, ni mucho menos. Cada lector es un mundo y cada biblioteca perfecta resulta personal y relativa. Cuando a los amigos que hacemos Zenda se nos ocurrió la idea, se trataba tan sólo de confeccionar una lista útil, una buena guía de referencia para todos aquellos que piden orientación sobre títulos y autores importantes. Los libros que hay que leer, o que debería leer quien desee moverse por el territorio fascinante, lleno de experiencias y sorpresas, de la buena literatura.

El asunto surgió con la madurez de Zenda, reciente premio Liber del gremio de editores al Fomento de la Lectura, que en cuatro años, con un millón de lectores y miles de artículos publicados (y también con una pequeña editorial propia, Zenda Aventuras, destinada a rescatar novelas clásicas de ese género), se ha convertido en la revista literaria digital más influyente en lengua castellana, o española. Esa especie de legión extranjera de autores y libros (nacida casi en régimen de cooperativa de escritores, transversal y sin complejos, dispuesta a no marginar a nadie ni trazar líneas divisorias entre pequeños y grandes, entre principiantes y veteranos, entre alta y baja literatura), espacio digital independiente donde cada lector puede encontrar lo que se acomoda a sus gustos, necesidades e intenciones, es hoy una espléndida realidad a ambas orillas del Atlántico. Por eso parece buen momento para esta nueva experiencia compartida con XLSemanal, la revista dominical más leída y que distribuyen 22 diarios. Y se trata de confeccionar, no una lista de las cien mejores obras más una (consideramos que el Quijote es indiscutible y queda fuera de cualquier debate) de la literatura mundial, reducción del todo imposible, sino una que sugiera un número razonable de ellas. Para acercar al lector lo que escritores, críticos, periodistas, agentes o editores, y también otros personajes destacados de la cultura o la vida pública, consideran entre lo más destacable. La biblioteca, en fin, que quien se considere lector debería, más o menos, tener en casa, conservada en la memoria, prevista como objetivo futuro. Porque, al fin y al cabo, una biblioteca es también, o sobre todo, un proyecto de vida.

El método fue discutido a fondo en sus pros y sus contras, y al cabo decidimos consultar con nuestros asociados y amigos (133 electores en total, de los que sólo la mitad son escritores) pidiendo diez títulos a cada uno para establecer una lista previa. una primera y extensa relación de obras universalmente fundamentales, de cualquier género, idioma y época, que cada uno de los consultados considerase idónea. Dudamos mucho sobre incluir autores vivos o no, pero al final decidimos dejar abierta esa posibilidad.

Y al fin, algunos meses después (todo se complicó y retrasó a causa de la pandemia), nos encontramos con una importante selección de títulos, exactamente 196, que podrían formar parte de esa utópica y deseable Biblioteca Perfecta. Todos ellos proceden de una selección previa de más de quinientos títulos, de los que se descartan los que sólo contaron con un voto (y entre los que, reducción inevitable en esta clase de encuestas, quedan fuera algunos títulos y autores importantes). De los seleccionados por obtener entre 34 y 2 votos, la mayoría, un centenar, son obras de narrativa; y en orden decreciente, los géneros más mencionados son los clásicos, el ensayo y la historia.

La nómina de escritores consultados es impresionante, y en ella figuran desde un premio Nobel hasta premios Planeta y Alfaguara, premios nacionales de narrativa y ensayo, poetas, críticos literarios, periodistas culturales, políticos, académicos, cineastas, actores, músicos, empresarios y chefs aficionados a la lectura, familiarizados todos ellos con el hábito de los libros. Incluso el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, tuvo la amabilidad de participar, de un modo espontáneo que es de justicia agradecerle.

Naturalmente, cada una de estas selecciones individuales es personal y forzosamente reduccionista, de modo que algunos autores y obras notables, indiscutibles por otra parte, se quedan fuera. Tampoco, según confesión de los participantes, entre los que me cuento, muchos de nosotros hemos dado la relación exacta de nuestras diez obras favoritas, sino más bien la de aquéllas que consideramos adecuadas para figurar, por diversas razones, en una biblioteca que se pretende variada y útil.

No se persigue aquí, por tanto, conformar un canon estricto, lo que sería empeño injusto y además imposible, sino establecer un panorama general que de algún modo sea eficaz como orientación y referencia. A partir de ahora, serán ya los lectores quienes, con su intervención directa, seleccionarán 100 de los 196 títulos propuestos para establecer esa Biblioteca Perfecta o casi perfecta: 100+1, en realidad, al colocar sobre ella, como símbolo, bandera y sombra benéfica, la obra maestra que las estadísticas de la WorldCat (importante base de datos que controla 18.000 bibliotecas en todo el mundo) sitúa por encima de todas. El Quijote, del español Miguel de Cervantes.

Por Arturo Pérez-Reverte

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