Estudió Ingeniería, pero, cuando su padre enfermó, decidió volver a Nomparedes, el pequeño pueblo de Soria en el que creció, para hacerse cargo de la explotación agrícola familiar. Dice que ha sido la mejor decisión de su vida. Por Ixone Díaz Landaluce / Foto: Daniel Méndez. Contenido realizado por ‘XLSemanal’ para Reale Seguros.
XLSemanal. Seguro que le han preguntado más de una vez ‘¿qué hace una chica como tú en un tractor como ese?’.
Cristina Rodríguez. Cuando alguien me pregunta a qué me dedico, sonrío. Sé cómo van a reaccionar. Siempre noto cierto escepticismo. Y no entiendo por qué. A mí me educaron en la idea de que podía lograr todo lo que me propusiera. Y un día pensé que podía coger el tractor y lo cogí.
XL. Pero es ingeniera… ¿Cómo llegó a un pueblo de 27 habitantes como este?
C.R. Yo estudié Ingeniería en Diseño Industrial, tengo un máster en logística y siempre había trabajado en ese sector. No había cogido un tractor en mi vida. Pero mi padre enfermó y decidí echarle un cable y me vine de Zaragoza a Soria. Cuando empecé a coger el tractor, la gente se paraba en los caminos para mirarme.
XL. ¿Nunca se había planteado dedicarse a esto?
C.R. No. En mi casa vi mucho sacrificio y eso me marcó. Además, me educaron en la idea de que tenía que estudiar para tener un buen trabajo y vivir mejor. Pero ahora, con el tiempo, me doy cuenta de que ese es un concepto erróneo.
XL. ¿Por qué?
C.R. El mercado laboral ha empeorado mucho. Antes, un ingeniero podía ganarse muy bien la vida, y ahora es uno más. En cambio, este trabajo me da muchísima libertad. Lo estoy disfrutando. No pensaba que me fuera a gustar tanto. Además, he visto la oportunidad.
XL. ¿De qué tipo?
C.R. De trabajar cerca de casa, de continuar con el legado que con tanto esfuerzo había construido mi padre, de ser mucho más libre que con otros trabajos de antes… Estoy encantada.
XL. También habrá tenido sus dificultades…
C.R. Muchos impedimentos son mentales. No es todo una cuestión de fuerza física, para eso existe la maña. La gran dificultad es la burocracia. Cuando empiezas en esto, hay que hacer millones de papeles. Habría que facilitar las cosas.
XL. Antes, la mujer ‘ayudaba’ en el campo, pero no cotizaba ni tenía derechos. ¿Está en extinción ese perfil?
C.R. Sí. Ahora soy la titular de la explotación. Mi madre ayudaba a mi padre con las labores logísticas: llevaba el remolque, la cosechadora, le llevaba la comida… Pero entonces no había una figura que representara esa función. Ahora existen las titularidades compartidas, que reconocen esa labor.
XL. Es muy activa en las redes sociales. ¿Hay que visibilizar a la mujer rural?
C.R. Sí, es importante que se sepa que este no es un mundo arcaico. Hay mucha tecnología e innovación.
XL. ¿Qué deben ofrecer los pueblos para atraer a mujeres como usted?
C.R. En un pueblo puede vivir cualquiera. En una ciudad también tienes que renunciar a muchas cosas, como respirar aire puro. Para vivir aquí debes cambiar el ‘chip’. Lo que fija población son el trabajo y los colegios. Si tus hijos no pueden ir al colegio, te obligan a irte. Y el futuro de los pueblos es que haya niños y niñas. Y para eso, tiene que haber mujeres.
Big Data
El 23% las explotaciones agrícolas son gestionadas por mujeres.
DATOS: EUROSTAT 2016
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