La sección de cartas de ‘XLSemanal’, con Lorenzo Silva como cartero, llega a su número mil. Detrás de cada una de ellas siempre hay una buena historia. Con motivo del aniversario recordamos algunas de las mejores y hablamos con sus autores. Un homenaje a nuestros lectores. Por Lorenzo Silva / Testimonios: Raquel Peláez / Fotografía: Antón Goiri y Carlos Carrión
Cuando hace mil semanas me propusieron llevar la sección del correo de los lectores de esta revista, le sugerí a su entonces directora, Mara Malibrán, variar un poco la orientación que esa sección solía tener en esta clase de publicaciones, centrada en el comentario a posteriori de contenidos previamente publicados. Sin excluir, cuando fuera significativa, la reacción que pudiera suscitar un artículo o reportaje, me pareció más interesante dar voz a los lectores acerca de sus propias miradas y experiencias, como observadores, testigos y cronistas de la actualidad.
La sección ‘Cartas de los lectores’ de Lorenzo Silva apareció por primera vez el 15 de septiembre de 2002
La idea era que este trozo de la revista se enriqueciera con el punto de vista de aquellos que, ajenos a los medios y sus inercias, veían la vida desde múltiples y a menudo inesperadas perspectivas. La respuesta de los lectores en estos ya casi veinte años ha sido espectacularmente generosa.
A través de las cartas se ha podido ver venir algunos fenómenos, como la acumulación de descontento que a partir de 2011 sacudió los cimientos de lo que hasta entonces había sido un férreo bipartidismo. También han servido para apreciar que los ciudadanos, en su diversidad de posturas ideológicas, comparten una preocupación intensa por cuestiones capitales, como la educación, lo que desmiente la idea de que nuestra sociedad se desentiende de ellas. Quizá lo que sucede es que quienes deciden no prestan oído suficiente a los destinatarios de sus decisiones. Razón de más para seguir haciendo este trabajo, que tanto me ha permitido aprender.
PEDRO GIL PONDAL 68 AÑOS
«En mi antigua residencia, me regañaron por mi carta a ‘XLSemanal’, pero ¿sabes? Que se fastidien»
«Siempre intento escribir cartas divertidas porque quejarse es inútil. He estado en varias residencias desde hace nueve años y el humor es la única manera de afrontar cosas que parecen imposibles, como aquello que contaba del largo protocolo que hay que seguir en una residencia para pedir una tortilla. También me hizo ilusión cuando se publicó la titulada Quieto todo el mundo, porque fue como el golpe de Tejero. Un día nos dijeron: ‘Aquí no se mueve nadie’. Y nos encerraron un año. En mi antigua residencia me regañaron cuando se publicaron las cartas, pero ¿sabes qué? Que se fastidien».
• La carta que nos escribió: ‘Zas: huevo’
Me dicen en mi residencia de ancianos, después de unos diez años de ‘intentar vivir’ aquí, que para conseguir cenar una simple tortilla francesa, no sé si con huevo huevo, huevina o sustitutivo para viejos, debo y tengo que seguir el siguiente protocolo: 1. Hablar con la enfermera. 2. La enfermera pide permiso al médico. 3. El médico igual lo firma. 4. Aprobado así, se informará por escrito al chef. 5. Se pone en el tablón de menús de la cocina. 6. Todos los cocineros de cenas, enterados. 7. Informar de tan delicada receta a la responsable asistencial (a ver si procede). 8. Poner en el libro de partes –y en el PC de mi burbuja y en el programa ‘reciplus’ de la resi– que al interno ‘X’ le darán la tortilla. Y con ese procedimiento secreto todo el personal de distintas plantas, de recepción, en fin, todo Dios, y algunos residentes te comentarán, que para una gallina, para poner un huevo, el protocolo es simple como decía Libertad, la amiga de Mafalda. Se agacha y zas: huevo.
PAULA GANDARILLAS 20 AÑOS
«Mi abuela conserva la página de ‘XLSemanal’ donde se publicó mi carta enmarcada en un portarretratos»
«Mi carta, que era un homenaje a mis abuelos, se publicó el día de Reyes de hace tres años, cuando yo tenía 17, y justo estábamos en su casa celebrándolo. ¡Imagina la ilusión que nos hizo abrir el XLSemanal y verla! Este año mi abuelo ha fallecido, pero mi abuela conserva todavía esa página enmarcada en un portarretratos. Cuando la gente dice que a los jóvenes solo nos gusta salir de fiesta, tienen que saber que hay otro grupo a los que nos gusta leer, hacer felices a los que nos rodean e incluso intentar hacer de la sociedad un lugar mejor».
• La carta que nos escribió: ‘Ojalá inmortales’
No sé cómo pero siempre terminamos hablando de lo mismo; de su infancia, de sus “batallitas” y de cómo era su día a día (que curiosamente resulta ser muy diferente al nuestro). Es por esos momentos por los que desearía que mis abuelos fuesen inmortales, o simplemente un poco más longevos. Ojalá. Me parece injusto que precisamente cuando tienes la capacidad y la madurez idóneas para pasarte horas escuchándoles, estos sean ya demasiado mayores. Yo tengo 17 años y debo decir que doy gracias cada día por tener unos abuelos tan sanos. No puedo negar lo que siento cada vez que los visito. Es un sentimiento indescriptible pero que la mayoría hemos sentido alguna vez en nuestras vidas. Y es precisamente por esto por lo que jamás rechazaré una historia de las suyas, de esas que te hacen meterte en el papel de protagonista como ninguna película o novela pueden. Ojalá. Ojalá inmortales.
ANA ASTORGA 33 AÑOS
«Mi carta ‘Yo no necesito aplausos’ tuvo mucha repercusión. Me llamaron médicos de toda España»
«Trabajo como ginecóloga en el Hospital Universitario Vírgen de la Victoria, de Málaga, y escribí la carta Yo no necesito aplausos durante el confinamiento. Fue porque al salir de una consulta tuve una situación muy violenta con una paciente. Le hice la ecografía morfologica , que es muy importante para descartar anomalías, pero ella solo quería saber cuánto pesaba y medía su bebé. Me faltó al respeto y su pareja, que no pudo entrar en la consulta por los protocolos COVID, casi agrede a la auxiliar que había en la puerta. Y yo pensé: ‘Y luego saldréis a las ocho a aplaudir al balcón’. Es verdad que los primeros días fue sobrecogedor. De repente, los médicos nos convertimos en héroes, pero yo no vivía eso en el día a día. Lo bueno es que mi carta tuvo mucha repercusión y me llamaron médicos de toda España para decirme que no lo podía haber explicado mejor».
• La carta que nos escribió: ‘Yo no necesito aplausos’
Prefiero que me trates con respeto cada vez que te atiendo en la consulta. De verdad, no necesito ese aplauso. Necesito que no pongas en duda mi criterio médico porque has leído en Internet un blog en el que se dice algo distinto. No quiero que salgas a aplaudir a las 20.00 si no cuidas de la sanidad pública cada día. Quiero que pienses un momento en todo el tiempo que he dedicado para estar preparada para cuidarte y ofrecerte la mejor solución a tu problema. Y, si no eres consciente de ello, no salgas a tu ventana a aplaudir. Quiero que cada día hagas un buen uso de la sanidad, que la trates como el bien preciado y limitado que es. Quiero que no utilices la urgencia si no tienes un problema urgente porque gastas recursos y tiempo que necesita otro paciente. No quiero que me llames «niña», «bonita», «señorita»… Soy tu médico y merezco el respeto y el lugar que me he ganado con mi esfuerzo. Y, si después de todo esto que te cuento, quieres salir a aplaudir, hazlo, pero solo si estás convencido de cuidarme mejor a partir de ahora. Cuídanos cada día como nosotros estamos dispuestos a cuidarte. Ahora y siempre.
EDUARDO FERNÁNDEZ 36 AÑOS
«Siempre me llamó la atención la sección de cartas de ‘XLSemanal’ por la calidad. Por eso me hizo tanta ilusión cuando vi publicada la mía»
«En mi casa, siempre se ha leído el XLSemanal. Todavía recuerdo esos domingos en los que me levantaba, mi padre ya había comprado el periódico y yo devoraba la revista. Siempre me llamó la atención la sección de cartas por la calidad de los escritos y porque eran constructivas, no como en otros sitios donde solo sale gente quejándose. Por eso, me hizo tanta ilusión cuando un día abrí la revista y allí estaba mi carta. He escrito varias, pero me gustó mucho que se publicara Gólgota digital, en la que hablo del rencor y la incultura porque creo que las redes sociales son un mundo cerril y de odio que no te lleva a ningún lado, sobre todo Twitter. Soy doctor en Historia Contemporánea y lector de papel, de libros y de periódicos, sobre todo los domingos. Llevo muchos años escribiendo, pero en julio publiqué mi primera novela policiaca, La dentellada, que transcurre en Zamora».
• La carta que nos escribió: ‘Gólgota digital’
Vaya por delante que hay que tener pocas luces para salir en una televisión autonómica lanzando insultos contra el resto de los habitantes del país días antes de estrenar tu última película. Pero que una turba oculta se lance a boicotear El guardián invisible porque Miren Gaztañaga, una de las actrices secundarias, no sea capaz de medir la repercusión de sus palabras me parece inaudito. Las redes sociales se han convertido ya en un Gólgota moderno en el que los inquisidores de hoy campan a sus anchas. Me parece ridículo que para criticar la actitud de una persona particular haya que boicotear a un colectivo, llegando incluso a hacer público el final de la cinta para evitar que los que no hayan leído la novela no lo hagan al ver destripada la historia. Manadas de lobos cibernéticos que no se conforman con escrachar al culpable de su enfado, sino que necesitan cobrarse una pieza, convertirlo en una victoria sin pensar en los cadáveres inocentes que dejan a su paso: compañeros de reparto, productora, director o escritora de la obra original entre otros. Yo, solo por darles en los morros a los nuevos inquisidores, iré al cine.
GEMA ABAD 62 AÑOS
«Cuando tenía 11 años, me encargaba de escribir todas las felicitaciones de Navidad de mi familia»
«Que publicaran mi carta sobre la defensa de lo epistolar es un incentivo para todos los que tenemos intención de perpetuar la escritura. Soy de un pueblo del Pirineo aragonés y desde que tenía 11 años me encargaba de escribir las felicitaciones de Navidad. Llegaba a escribir hasta sesenta cartas. Era muy emocionante. Ahora estoy jubilada, pero era profesora y también a mis alumnos les inculqué esa pasión porque veía que para ellos era un incentivo para expresarse de una manera muy diferente a la que están acostumbrados en las redes sociales».
• La carta que nos escribió: ‘Una pérdida sentimental’
Hoy me siento nostálgica. Me ha dado por pensar en una de mis actividades preferidas cuando era estudiante: escribir cartas. Esta tarea nació de un deseo de comunicación con aquellas personas que había conocido y con las que quería seguir teniendo un vínculo, aunque fuera a distancia. Me encantan estas palabras de Joan Margarit, recientemente fallecido, sobre la tremenda pérdida que la extinción de la carta ha supuesto: «Lo que hemos perdido con las cartas es el tiempo entre una carta y otra. El tiempo asimilándola, releyéndola, hasta que nos sentábamos para responderla, el tiempo de llegada de nuestra respuesta, el de su asimilación por parte de otra persona. Todo este tiempo no lo hemos ganado, sino perdido. Tan enorme como la pérdida sentimental». Son tantos los sentimientos que se han ido con estos escritos que a los nostálgicos que convertimos este quehacer en un hábito ahora nos encantaría retomarlos de nuevo. Sin querer destruir esa faceta de comodidad que suponen las redes sociales, con su inmediatez y con esa multiplicidad de formas para llegar a las personas, la carta es insustituible. Quiero pensar que se ha acabado tal como la conocimos, pero que queda camino por recorrer y quién sabe si el tiempo nos sorprende y la naturaleza humana nos tiene preparada una sorpresa, a modo de grito interior, con el que expresaremos otras sensaciones, afectos… Me parece muy oportuna esta cita de Muñoz Molina para poner el broche final: «La carta es la voz escrita, la sangre íntima de la vieja tinta».
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