Queríamos pensar que sí, que ver cómo se iban sin remedio tantos miles de los nuestros –treinta mil según la cifra oficial, más de cuarenta mil según los cálculos oficiosos– nos había golpeado y escarmentado de tal modo que nos lo pensaríamos mucho antes de tomarnos a la ligera la amenaza. Ha bastado que el calor, el verano y las vacaciones nos aturdan un poco para olvidar el horror o, al menos, para dejar de recordarlo con la intensidad suficiente como para evitar caer en la negligencia. Los gobernantes a los que las cifras de contagio se les disparan bajo la canícula cargan contra los ciudadanos, sobre todo los más jóvenes; pero la carta de una lectora nos pone en alerta sobre la propia diligencia de las autoridades, a la vista de cómo supervisan las residencias. Aquí, todos estamos fallando. LA CARTA DE LA SEMANA
Sin sonrisas
El otro día me di cuenta. Estaba en la peluquería con la mascarilla puesta, al igual que la persona que me estaba cortando el pelo, su conversación era agradable. Yo miraba mi cara en el espejo y, aunque estaba sonriendo, no se notaba. Tampoco sabía muy bien cómo se sentía ella. Hace cinco meses que no nos vemos parte de la cara con familiares, vecinos, amigos, dependientes, facultativos a los que he tenido que acudir, gente que es amable de forma espontánea por la calle… y siento que las palabras no son suficientes. Creo que hablamos menos porque cuesta sustituir una sonrisa; un gesto cariñoso, afable; una expresión de agrado, de complacencia... La expresión facial es la que me presenta, la que delata cómo me siento, es la ventana donde los demás se asoman a mis emociones y yo, a las de ellos. Me gusta sonreír. El tono de voz dice mucho, pero también se ve mermado. Parece que hayamos perdido todos algo de audición porque tampoco podemos estar muy cerca. Nunca una palabra amable ahogada detrás de una tela sustituirá una sonrisa, un abrazo o un beso. Seamos responsables para que volvamos a recuperar la cercanía. También es salud. Asun Porta, Cuarte de Huerva (Zaragoza)Por qué la he premiado… Por recordarnos que hay curas que podemos dispensar gratis a quienes nos rodean.
Dónde llevarse las manos
Me asomo a la piscina de la urbanización donde vivo. Es un lugar agradable cerca de Bilbao, somos uno de sus pueblos de veraneo. Es la estampa de cada año: está hasta la bandera, niños corriendo y gritando, papás dándose un chapuzón, gente tumbada en las toallas. Todos sin mascarilla ni distancia social. Que aquí en el pueblo no hace falta, somos inmunes, que para eso somos rurales... Para quienes vivimos aquí todo el año sería prudente que este verano la piscina permaneciera cerrada para evitar nuevos rebrotes, pero los veraneantes dejaron claro que la piscina era un derecho inalienable, esencial como respirar y que se abriría sí o sí. Pobrecitos, ¡cómo íbamos a infligirles tal sufrimiento! Ante el despelote diario, unos se echan las manos a los ojos para no ver lo que pasa; otros, a la cabeza, atónitos, sin poder remediar el desastre; otros, a un boli intentando hacernos oír. Los veraneantes se las echan a sus partes pudendas, que, evidentemente, tienen muy grandes. Ruego desesperadamente que la máxima autoridad mande un WhatsApp a la única neurona que parece que les queda a estas personas para que finalicen sus vacaciones y regresen al cerebro del que salieron hace tiempo, que falta nos hace a todos. Mientras esperamos un nuevo confinamiento, que agradeceremos profundamente a estos inconscientes, que cada uno vaya escogiendo a dónde quiere llevarse las manos, pero antes, por favor, láveselas. Inmaculada María López-Quintana García. Medina de Pomar (Burgos)Mentiras
Esta semana hemos conocido la noticia de que no existía el comité de expertos que el Gobierno aseguraba haber creado. Ha habido sorpresa e indignación, ya que demuestra cómo se nos trata o nos dejamos tratar. Lo que no entiendo es la sorpresa de algunos por esta mentira: la de los estudiantes que copian en los exámenes, la de las empresas que cobran en mano para ahorrarse impuestos, la de los que prometen cosas que no cumplen, la de todos los que hacen uso de la mentira. Sea a gran o pequeña escala, la mentira nunca hace bien a nadie. María García Labarga, Tudela (Navarra)Gran irresponsabilidad
Una residencia con un positivo, al que van a trasladar. Hace un rato, otra ambulancia se ha llevado a otra persona. El virus va pancho por la habitación: no hay mascarilla ni barrera que le impida pulular. El compañero de habitación, también sin protección; el virus ya lo ha infectado todo a su alrededor. Lo bajan en silla de ruedas. En el trayecto de planta, ascensor, planta... el virus ya se ha alojado. ¿Es posible que una residencia de mayores privada pueda actuar con tanta negligencia? No entiendo la poca, diría ninguna, responsabilidad. He visto que no tienen ningún control. De aquí saldrá un montón de positivos. El jueves hicimos 15 PCR. Hoy, 96. Dios nos asista, sobre todo a estas personas dejadas con toda la confianza de sus familiares en las manos de a quienes creen buenos profesionales. ¿La suerte? Que en estos momentos el virus no parece tan agresivo. Aun así, no se pueden dejar a esa suerte. ¿Es posible que cobren las cantidades que se llevan cada mes de los hijos? Pido al Gobierno una actuación rápida ante este descontrol sanitario por parte de algunas residencias. No quiero dar nombres. Las autoridades, por los informes oficiales, saben cuáles son. Pongamos fin a estos abusos. Que las familias creamos que nuestros mayores están atendidos y ni siquiera tengan un médico que los atienda un domingo es ultrajante. N.L. ZaragozaNo es por nosotros
No es por nosotros, que nos queda mucho por aprender; es por ellos, que nos enseñaron tanto y ahora lo olvidamos: a ver nuestro dolor con optimismo, a ser resilientes sin desesperanza, a querernos casi como a los otros, a trabajar sin tiempo... No es por nosotros esta nueva normalidad, es por nuestros mayores, que se juntaban para enseñarnos a vivir y ahora no sé cómo viviremos sin sus historias. Es por ellos por lo que debemos respetar las normas contra el contagio. Para recuperarlos y volver a sus talleres del centro de mayores, para saber un poquito más de la vida. Es nuestro deber devolverles el tiempo perdido. Marina Benito Cabello, Collado Villalba (Madrid)-
1 Fascistas, nazis, comunistas... El nido de espías del Vaticano y el jesuíta que los 'destapó'
-
2 Pódcast | Maurice Ravel y el fatídico golpe que acabó con el 'Bolero'
-
3 La caída de Sean ‘Diddy’ Combs, el rey del hip hop y su mafia sexual
-
4 Los suicidios masivos de alemanes al terminar la Segunda Guerra Mundial
-
5 85 kilómetros de secretos del Vaticano: cismas, complots, excomuniones, torturas...
-
1 Fascistas, nazis, comunistas... El nido de espías del Vaticano y el jesuíta que los 'destapó'
-
2 Pódcast | Maurice Ravel y el fatídico golpe que acabó con el 'Bolero'
-
3 La caída de Sean ‘Diddy’ Combs, el rey del hip hop y su mafia sexual
-
4 Los suicidios masivos de alemanes al terminar la Segunda Guerra Mundial
-
5 85 kilómetros de secretos del Vaticano: cismas, complots, excomuniones, torturas...