En las últimas semanas, millones de mujeres en todo el planeta viven aterradas. La empresa francesa PIP, el mayor fabricante de Europa y el tercero del mundo de prótesis mamarias, utilizaba una silicona nociva para la salud. Hablamos con las afectadas.
Cuando abres el pecho, hay un líquido amarillo purulento, pero no es pus. Lo extraes y debajo encuentras una especie de moho blanco. ¿Sabe cuando se pudre una naranja? Pues algo así. Es extremadamente desagradable . Jaume Serra Janer es cirujano plástico y describe así el paisaje que observa cada vez que se dispone a reparar el desastre que unos implantes de silicona de la marca francesa Poly Implant Prothèse (PIP) están provocando en miles de mujeres. Los PIP se rompen en el interior del seno operado, esparciendo un gel de uso industrial, entre otros derivados del petróleo, fabricado con aditivos para carburantes. El aspecto es terrible , sentencia.El teléfono de su consulta de Valencia no para de sonar. Serra Janer se ha convertido en un salvador a los ojos de muchas mujeres que forman parte de la asociación Afectadas Prótesis PIP, una plataforma en proceso de constitución que ya reúne en Facebook a más de 700 damnificadas. Un número susceptible de crecer si se tiene en cuenta que en España hay unas diez mil portadoras de prótesis PIP, según estimaciones, aunque no existe un registro de implantes en nuestro país.Serra Janer ha reconstruido los pechos a más de 40 mujeres que llevaban los implantes de la marca francesa. Comenzó su tarea en febrero de 2011, cuando puso en marcha el Programa Filantropía. Por un euro simbólico y otros 300 para gastos de viaje opera a las españolas afectadas por uno de los mayores escándalos sanitarios de los últimos años. El cirujano acaba de salir del quirófano donde le ha llevado más de una hora retirar solo uno de los bultos formados en la axila de una paciente a partir de la rotura de una prótesis . La mujer intervenida acudió a él tras sentirse insatisfecha con el trato recibido por los médicos que la operaron por primera vez. Una queja que se repite en boca de muchas afectadas. Eva Giménez, portavoz de las Afectadas Prótesis PIP, es una de ellas. Mi cirujano ni siquiera me hizo una ecografía. Llamé varias veces para decirle que me quemaba, pero no hizo nada . A diario, Giménez escucha reclamaciones similares de otras afectadas que la contactan a través del correo electrónico y las redes sociales. üAnte el desamparo de estas mujeres, los cirujanos plásticos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre) han abierto sus consultas para evaluar el estado de las prótesis PIP de manera totalmente altruista , afirma Jaume Masiá, presidente de la sociedad de la que forman parte unos 900 médicos. No hay que alarmarse, aunque se deben hacer las cosas bien , sostiene. El facultativo suscribe la recomendación de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, como hacen todos los países de la UE, a excepción de Francia, de que solo deben ser retiradas las prótesis PIP que presenten riesgo de rotura. El Gobierno galo, sin embargo, aconseja la retirada de los implantes PIP.Masiá, no obstante, resalta que, aunque no haya riesgos aparentes de rotura, si la paciente presenta ansiedad por llevar una PIP en su interior, la prótesis debe ser igualmente retirada. A corto plazo sabemos que no causan mayores trastornos que una reacción inflamatoria importante dice. En todo caso, la trascendencia de la mala fabricación de estos implantes, que han expuesto a las pacientes a un nivel de toxicidad que desconocemos, está en estudio .Hasta su quiebra, en abril de 2010, PIP era el mayor fabricante de prótesis mamarias de Europa y el tercero a nivel mundial. Unas 40.000 mujeres llevan implantes suyos en Gran Bretaña, 30.000 en Alemania, en Italia, Países Bajos Producíamos 150.000 unidades al año , dice un antiguo empleado, que no quiere que se cite su nombre. ü PIP era un suministrador barato. El distribuidor las llegaba a ofrecer a mitad de precio que las demás y, después, cada cirujano añadía el margen que quería. Un precio demasiado bonito para ser verdad , reflexiona Jaume Serra. La mayoría de las mujeres que recibieron prótesis PIP en España buscaban una mejoría estética, aunque también hay casos de pacientes que habían afrontado antes una mastectomia. Según Jaume Masiá, esto se debe a que los PIP tenían poca entrada en los hospitales públicos .Todas las mujeres deben salir de la clínica con su copia de la tarjeta de implantación, en la que consta el modelo, la marca y el número de serie de la prótesis que les ha sido colocada. La clínica se queda con la suya y una tercera copia es enviada al fabricante de la prótesis. Al estallar el escándalo se ha visto, sin embargo, que muchas no poseían su tarjeta de implantación. El presidente de la Secpre explica que hay médicos que operan sin estar especializados en cirugía plástica; otros que obtuvieron su especialidad en terceros países y no la han homologado en España; y un tercer grupo de cirugías realizadas en clínicas no autorizadas.El gel francés es más fluido de lo que debería, lo que lo hace inapropiado para fines médicos. Algunos dicen que se trata de la silicona utilizada en el relleno de colchones; otros, que es silicona alimentaria. Se sospecha que la empresa, fundada en 1991 por Jean-Claude Mas, un exvendedor de la farmacéutica Bristol Myers que dio el salto a fabricante de implantes mamarios, empezó a utilizar gel industrial (diez veces más barato que la silicona médica autorizada) en parte de su producción alrededor de 2005. Dos años más tarde, un centenar de mujeres en el Reino Unido demandaron al fabricante galo por las roturas de sus prótesis. Pese a que los tribunales fallaron en su contra, PIP siguió fabricando y vendiendo implantes mamarios. Así hasta marzo de 2010, cuando Francia le retiró la licencia y advirtió a los demás países de que se había detectado la presencia de gel industrial en sus implantes. La utilización de silicona no autorizada le ahorró a la empresa PIP un millón de euros al año , explica el abogado francés Philippe Courtois, que representa a los intereses de 1300 damnificados. Este letrado cree poder demostrar que PIP compraba de forma habitual el silencio de los afectados. Como indemnización había 1500 euros y unos pechos nuevos .Hoy, a los 72 años, Mas es investigado por estafa y homicidio involuntario, tras la muerte de Edwige Ligonèche. Esta francesa falleció a consecuencia de un raro linfoma. Ligonèche llevaba en su cuerpo implantes PIP y su abogada sostiene que se encontraron trazos de silicona en su esófago, vesícula biliar y pulmón. El Institut National du Cancer, sin embargo, concluyó que no hay relación directa de causa-efecto entre las prótesis PIP y la enfermedad. A los abogados de Mas, en todo caso, se les acumula el trabajo. El empresario afronta en Francia demandas de más de 2500 mujeres. Jean-Claude Mas no ha sido imputado a día de hoy por delito alguno.
Estefanía Amador, 35 años. «Tengo bultos bajo el pecho y no me atrevo ni a tocarlos
Quería hacer topless, pero no me atrevía. Me puse una talla 90. No quería senos enormes. Apenas lucir escote sin meter rellenos . Estefanía se hizo una operación de aumento de pecho diez años atrás. Hacía tiempo que sentía dolores y pinchazos. Aguanto bastante el dolor y pensaba que podía ser hormonal. Imaginaba que la clínica llamaría a las mujeres con PIP, y no estaba preocupada . Ante las noticias acudió a su médico de cabecera y este le pidió una ecografía. Advertía de una posible ruptura de las prótesis . Llamó al centro donde le confirmaron que eran de la marca francesa. Mi cirujano tuvo la poca vergüenza de decirme que lo de las PIP solo se sabía desde hacía 15 días y dudó de la ecografía de la Seguridad Social. Ahora sufro ataques de ansiedad. Estoy muy asustada .
Eva Giménez, 37 años. «Un día me desperté con un «balón de ftútbol, bajo el brazo»
Quería tener los pechos más firmes después de tres embarazos. Los problemas empezaron 15 días después de la operación. Mi médico me dio un fármaco para el rechazo y un antibiótico, me abrió un punto en la misma consulta y me apretó el pecho para sacarme líquido, que goteaba en una botellita . Y pasó a convivir con dolores y vómitos. A los tres años se despertó con un balón de fútbol , bajo el brazo. Mi médico, al que llamaba constantemente, no me comentó el escándalo de los implantes, aunque ya era de dominio público . En una segunda operación se los sustituyeron por unos de otra marca. El cirujano me informó de que la prótesis estaba rota y que, como consecuencia, una infección me había afectado a nervios y tendones del brazo y que mi musculatura estaba quemada. Me pasé un mes en casa, expulsando porquería, con un dolor horrible . Por tercera vez visitó el quirófano. Los implantes, fuera. De tantas bajas médicas perdí el trabajo . A los cinco meses, le reconstruyeron los pechos y enfocó sus fuerzas a formar una asociación de afectadas
Emy Mignone, 40 años, «La silicona se ha etendido por mi sistema linfático
Esta mujer sabía que en el posoperatorio no podría coger a su bebé en brazos. Lo que no imaginé es que ya no podría sujetarlo jamás. Ni bañarlo o hacerme cargo de él. Me encuentro muy mal . En 2006 se sometió a una cirugía estética de pechos. Habrá quien piense que las mujeres que nos pusimos los implantes PIP nos operamos en la trastienda de una peluquería. Nada más lejos. Fue en una clínica de prestigio . Pronto empezó a sentir dolores; se le calentaba el pecho, se le endurecía, tenía fiebre, y el dolor se extendió por la espalda. Pasé cuatro años con pastillas. El cirujano cambiaba la medicación, pero nada . En 2011 le apareció un bulto de siete centímetros en la axila. El médico de cabecera me mandó a oncología pensando que podría ser un cáncer. En la resonancia vieron que había explotado la prótesis, probablemente poco después de la cirugía . Ahora, retirados ya los PIP, Emy vive con el miedo. El médico me advirtió del peligro que corro. A menudo me han de extraer quirúrgicamente ganglios llenos de silicona .
El buen cirujano
Jaume Serra Janer quita las prótesis nocivas gratis
«Como nadie daba la cara por las pacientes, decidí darla yo
Año 2007. Jaume Serra, cirujano plástico, recuerda la única prótesis de PIP que implantó. Nunca dio problemas. Cuando saltó la alarma, yo ya no trabajaba en esa clínica y les dije que deberían cambiar las prótesis , recuerda. Nadie ha hecho nada hasta este mes. Y no fue por falta de aviso , asegura. Era un secreto a voces entre los cirujanos plásticos de España que esas prótesis se rompían con una frecuencia anormal . De esta indignación surgió la necesidad de hacer algo por las pacientes. Ya ha operado a más de 40 sin cobrarles la mano de obra [unos 3000 euros]. Solo pagan los gastos de clínica, anestesista y prótesis. A cambio, deben aplicar en su vida principios de solidaridad y filantropía hacia los demás .
Un escándalo mundial
Venezuela
Rita de Martino tenía 21 años cuando decidió aumentarse el pecho. El año pasado descubrió que uno de los implantes estaba destrozado. Al retirar la prótesis, tuvieron que limpiar todo el líquido del contacto de la silicona con el organismo. No solo es duro física, también emocionalmente .
Rep. Checa
Solo tenía 19 años cuando se operó en la República Checa. Dos meses después, uno de los implantes de Eda Telegdy se rompió. No tiene dinero para sustituirlo y lleva desde hace siete el implante defectuoso. Ha tenido a su tercer hijo hace poco. Mi niña prefiere mamar del pecho bueno .
Alemania
Antes de aumentarse el pecho, Jasmin Schaufelberg jamás se ponía escote. Para que no se me vieran esos pellejos . Tras la operación se sintió bien. Pero ahora está asustada. En cuanto leyó la noticia del escándalo, corrió a ver la documentación de su implante. ¡Dios mío, era el mío!
Francia
Me metieron veneno , dice Alexandra Blachere, de 48 años. Los exámenes dicen que los implantes todavía están en su lugar, necesito quitármelos. Me aterra que se rompan. Duermo sobre mi espalda y me da miedo hacer cualquier esfuerzo por si estallan. Vivo con una bomba en mi interior
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