Desde hace cinco años soy profesional, gerente y socio de una compañía que he formado con un amigo. La empresa va muy bien, pero me siento agobiado por tanto trabajo. He pensado en renunciar y cambiar mi vida, ya que también he tenido problemas con mi esposa. Con tanto estrés estoy enfermando, no duermo, he perdido peso y mi cabello se ha vuelto canoso. Pienso que un día me da un infarto y ya se acabó todo. ¿Debo abandonarlo todo? H. S., correo electrónico.
Estás poniendo toda tu vida en cuestión. Te sientes infeliz y no parece que el éxito en tu trabajo te compense de lo que vives como fracaso en tu vida personal. Tienes derecho a escuchar tus deseos y también a reconocer lo que no te hace feliz y, por supuesto, a hacer con tu vida lo que decidas, dentro de lo que puedas. En tu carta completa señalas el hecho de no haber tenido hijos como muy importante, pero no dices cuáles fueron las dificultades para no tenerlos. Tampoco qué tipo de conflictos has tenido con tu pareja. Cuando todo parece que ha ido mal y piensas que deseas irte a otro lugar del mundo, es posible que más que elegir estés huyendo de conflictos. Quizá sea tu mundo interior el que está a punto de explotar, sobreexigido por el trabajo y con tan poca gratificación en las relaciones personales. Sería conveniente que, antes de tomar una decisión tan drástica, descubrieras, en una psicoterapia psicoanalítica, cómo has llegado a esta situación y qué es lo que ha pasado en tu mundo interno para haber desembocado en este momento. Buscar las causas y el porqué no has podido llevar a cabo algo que te hiciera sentir bien contigo mismo y con los demás es muy importante. Quieres poner otros colores en tu vida, con mucha menos frustración y con más placer. Parece que ya estás empezando a hacer algo que te apasiona, como reservar parte de tu tiempo para pintar. El planteamiento de que lo que quieres que muera es tu vida actual es una forma valiente y saludable de afrontarlo, pero te conviene darte un poco de tiempo para despejar de qué manera quieres cambiar tu vida. Cuidarte y, a la vez, descartar problemas cardiovasculares son una manera saludable de evitar la idea de un infarto. Al igual que en el caso del suicidio, ambas opciones esconden un deseo de morir, pero hay que transformarlo en el deseo de vivir de una forma más acorde a como quieres hacerlo.
Inconsciente
Freud lo definió como uno de los sistemas de nuestro aparato psíquico. Está formado por contenidos reprimidos a los que les ha sido negado el acceso a la conciencia. Pero muchos de esos contenidos se transforman para llegar a nosotros de tal forma que no nos asustemos. Una de sus formas de expresión son los sueños, cuyo lenguaje enigmático se produce para sortear la represión a la que está sometido el mundo de nuestros impulsos. Los actos fallidos y lapsus son otras formas enmascaradas que el inconsciente tiene para expresarse, junto con síntomas neuróticos como angustia, obsesiones, fobias o somatizaciones.