La muerte de Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la Luna, suscitó el debate sobre cómo es posible que no hayamos regresado a la Luna. Si fue posible viajar en 1969 tiene que serlo ahora. Y lo es. La cuestión es su rentabilidad. Por J. Díez
«La Luna ya ‘está hecha’. La conocemos mejor que cualquier otra cosa del espacio». Así justificaba Buzz Aldrin, astronauta del ‘Apolo 11’, el escaso interés por regresar. Sin embargo, la afirmación peca de ‘NASAcentrismo’: EE.UU. no tiene planes de volver al satélite, pero no son los únicos que juegan en el espacio.
Existen media docena de iniciativas de consideración dirigidas a volver al satélite antes de 2025. Después de la visita de seis naves Apolo con 12 astronautas y de tres sondas Luna rusas que volvieron a la Tierra -la última, en 1976- con 500 kilos de roca, el capítulo de la exploración lunar cerró durante décadas. No hubo ni una sola sonda lunar en los años 80 y solo tres -una japonesa y dos europeas- en los 90.
Las razones son evidentes. El programa lunar estadounidense, con un propósito en gran medida propagandístico en medio de la Guerra Fría, costó unos 25.000 millones de dólares de la época, cerca de 200.000 actuales. En comparación, el presupuesto de la NASA del próximo año es de 17.000 millones. Y aunque los conocimientos científicos obtenidos fueron de un valor incalculable, no tuvieron una relevancia económica inmediata.
En 2004, posiblemente también con propósitos no científicos, el presidente George W. Bush anunciaba el programa Constellation, que suponía el retorno estadounidense a la Luna para la década de 2020. Pero encontró oposición incluso dentro de la comunidad científica de su país, que pidió que el esfuerzo se realizara buscando nuevas metas, en concreto el primer viaje tripulado a Marte. Barack Obama cerró el programa para apostar por esos destinos más lejanos.
Sin embargo, en estos últimos años el interés por la Luna ha crecido. La razón básica está en que se ha ido descubriendo la presencia en su superficie de una cantidad sustancial de materias primas valiosas. La primera fue el helio-3, con potencial para ser una solución energética global en el momento, quizá no lejano, en que se descubra la fusión nuclear. La segunda se produjo en 2008, cuando la primera sonda lunar india descubrió la presencia sustancial de agua. ¿Cómo pasó inadvertida para las misiones Apolo? Por pura cuestión estadística: los seis alunizajes cubrieron un porcentaje infinitesimal de su superficie.
La presencia de materias primas de futuro gran valor coloca a la Luna en el juego a largo plazo de grandes potencias, el mismo que hoy tiene como tableros el Ártico y el Antártico donde se encuentran algunas de las mayores reservas energéticas sin explotar en la Tierra.
El hallazgo de helio-3 y materiales como el cerio y el tantalio, necesarios para los aparatos eléctricos, han activado los programas iraníes, indios y rusos
En la actualidad, el 80 por ciento de la producción mundial de las llamadas ‘tierras raras’ se obtiene en China. Son el europio, el cerio o el tantalio, que se emplean en casi todos los aparatos electrónicos y en tecnologías de tanto futuro como los coches híbridos. Firmas como Moon Express o Shackleton Energy creen que resultará más rentable enviarlas desde la Luna que pagar las tasas que demande por ellas China a medio plazo.
Es fácil entender desde aquí los repentinos deseos de rusos, chinos, indios e incluso iraníes de enviar cuanto antes gente a la Luna y tal vez instalar bases permanentes, por mucho que el vigente Tratado Internacional sobre el Espacio Exterior (1967) prohíba reclamaciones territoriales en la Luna.
Las seis misiones ‘Apolo’ exploraron un mínimo territorio lunar. Hasta 2008 no se descubrió la presencia de agua en abundancia
Por el momento, quien parece llevar la delantera es China, que cuenta con poder alunizar en 2025. El mismo año fijado por el programa espacial iraní, aunque su experiencia en el espacio es muy corta -lanzaron su primer satélite en 2009- y ya cuenta con algún importante fracaso. En cambio, los rusos ofrecen experiencia y fiabilidad. La Roscosmos se ha convertido en la principal proveedora internacional de servicios en el espacio y ha comenzado la construcción de la que será la hermana mayor de la Estación Espacial Internacional, la OPSEK, que podría estar operativa en 2020. Entre otras funciones, la OPSEK está diseñada de manera específica para ser el lugar de lanzamiento y de retorno de misiones a la Luna, Marte e incluso Júpiter. La India será uno de los países que emplearán los servicios de Roscosmos para llegar a la Luna, concretamente con el envío de un rover el próximo año. Y están, además, las empresas privadas. Space Adventures cuenta con enviar una nave turística que circunnavegue la Luna en 2015. Google lanzó en 2007 su Lunar X Prize, dotado con 20 millones de dólares para la firma privada que consiga alunizar un vehículo y envíe imágenes en alta definición. El concurso se cierra en 2015 y quedan en liza 25 empresas. Entre ellas hay una española, Barcelona Moon Team, que está buscando financiación. Malos tiempos para pedir dinero, pero inmejorables para perseguir un sueño.
Eugene Cernan: el último hombre que pisó la Luna
Subió la escalerilla del módulo y volvió la cabeza. Vio sus pisadas en el polvo, la última huella de un ser humano sobre la Luna. Y pronunció una frase para la historia. «Nos vamos como vinimos y, si Dios quiere, como volveremos, con paz y esperanza para la humanidad». Fue en diciembre de 1972, hace casi 40 años. Y Eugene Cernan, comandante del Apolo 17, reconoce cierta decepción a sus 78 años. «Yo sabía que jamás volvería, pero pensaba que a estas alturas no solo se habrían reanudado los alunizajes, sino que también habríamos puesto a un hombre en Marte». Defendió en el Congreso la continuidad del programa Constellation para crear una nueva generación de naves espaciales, cancelado por Obama. Cernan participó en tres misiones y estuvo dos veces en la Luna, donde pasó 3 días, 2 horas, 59 minutos y 40 segundos. Recogió cientos de rocas y muestras geológicas durante sus paseos por el valle de Taurus-Littrow, a pie y en un vehículo que alcanzaba los 18 kilómetros por hora. Nació en Chicago, de padre eslovaco y madre checa. Tiene tres hijos de dos matrimonios. «Yo era un niño durante la Segunda Guerra Mundial. Me fascinaban los noticiarios sobre los combates aéreos. Quise ser aviador. Y lo fui. Y, luego, astronauta. Mi padre me dio un consejo. ‘Lo que hagas, hazlo lo mejor que puedas. Y un día te sorprenderás a ti mismo’. ¿Quién me iba a decir que un día caminaría por la Luna?». Cernan asegura que la experiencia lo transformó espiritualmente. «Si todos fuéramos allí, todo sería mejor aquí». Cree en la vida extraterrestre «por pura cuestión estadística» .
Liu Yang ¿Y la primera mujer en volver?
«Es maravilloso ver la madre patria desde el espacio»
Los que más en serio se están tomando el regreso a la Luna son los chinos. Con un programa espacial, que puso su primer taikonauta (astronauta en chino) en órbita en 2003, los chinos son los únicos que han anunciado una nave no tripulada con la que afrontar el problema más importante de la exploración tripulada lunar, que no es llegar, sino volver. El Chang’e 5 es una sonda anunciada para alunizar y despegar de vuelta a la Tierra en 2015, algo no intentado desde la Luna 24 rusa de 1976. Además, China ha comenzado la construcción de los módulos de la que será su estación espacial, la Tiangong. A partir de todas estas experiencias se especula con la posibilidad de que sus taikonautas pisen la Luna hacia 2025. Entre ellos estaría Liu Yang, de 33 años, que se convirtió en junio en la primera mujer china en el espacio y la 56 del mundo. Liu pasó 13 días a bordo de la nave Shenzhou (Barco Divino) 9, que se acopló a un módulo en órbita. Liu nació en Henan. Según su familia. «No es una chica divertida, pero sí trabajadora y obediente». Sus declaraciones, desde luego, no son muy chisposas. «Gracias por la confianza que me ha dado el pueblo. Es maravilloso contemplar la madre patria desde el espacio» .Liu es piloto de combate, con rango de comandante, y demostró su sangre fría cuando chocó en vuelo con una bandada de pájaros que destrozó los motores de su avión y cubrió la cabina de sangre. Liu consiguió aterrizar. Está casada, sin hijos. Su estado civil fue un punto a favor. «Las mujeres casadas tienen más estabilidad psicológica y lidian mejor con la soledad» , según la agencia espacial china.
PARA SABER MÁS
Página oficinal de la Agencia Espacial Norteamericana
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