Sepsis, la enfermedad silenciosa más letal

La sepsis es poco conocida y sus síntomas no son muy claros. El desencadenante no siempre es una bacteria o un hongo, también un virus como el Covid-19 puede provocar un fallo multiorgánico.  Por Carlos Manuel Sánchez

¿Cómo se cura la sepsis?

El drama de Ainhoa empezó hace tres años y está lejos de terminar. Entonces tenía 15 meses. Su madre, Rafi, de Chiclana (Cádiz), recuerda: «Una mañana fuimos a comprar los regalos de Reyes. Se recorrió el centro comercial de punta a punta».

«Tras la siesta empezó con vómitos, mocos y fiebre. La temperatura le subió a 40 grados y me asusté mucho. La llevamos al hospital de Puerta del Mar de Cádiz. La pediatra solo la auscultó, nos dijo que podía ser gripe A y nos mandó a casa. Por la noche le di el biberón y lo vomitó. A las tres y media de la madrugada vomitó otra vez y se había hecho caca. Al cambiarla, le vi un sarpullido marrón. Según íbamos al hospital, las manchas crecían. Ainhoa fue intubada y trasladada a la UCI, pero tarde. A las dos horas, un médico nos dijo que estaba muy mal y podía morir. Que tenía algo peor que una meningitis: una sepsis generalizada. Y que cada segundo era vital».

Ilustración del sistema de cardiovascilar sobre la infección del virus en el cuerpo humano (Foto: Adobe Stock)

«La sepsis es una respuesta inflamatoria del cuerpo ante una infección. El organismo reacciona y fallan uno, dos o todos los órganos y la vida del paciente entra en riesgo», explica José Cuñat, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias. Sucede así. el organismo toca zafarrancho de combate ante la presencia de patógenos en la sangre o los tejidos: una bacteria, un hongo, un virus Dolencias graves como una meningitis, una neumonía o una peritonitis pueden desencadenar una sepsis, aunque también un resfriado, una pequeña herida en la piel o una infección de las vías urinarias, como le pasó al morir al papa Juan Pablo II. Es como si ordenásemos un ataque de artillería para matar un ratón. Al final, el paciente peligra no por el germen en sí, sino por esa reacción desproporcionada ante el invasor.

En los últimos años los casos de sepsis se han duplicado. El grito de alarma ya se ha dado a nivel mundial

«Es una enfermedad poco conocida y, como tal, preocupa poco a la población y a los responsables sanitarios. Se intenta por ello alertarlos, sin crear alarma pública. Y es que la sepsis es más frecuente de lo que se cree. Y si no se actúa con rapidez puede acarrear complicaciones serias», añade Cuñat. Un paciente con sepsis tiene cinco veces más probabilidades de morir que uno que ha sufrido un ataque al corazón o un derrame cerebral. Sus síntomas no suelen ser evidentes, más bien inespecíficos: unas veces, fiebre alta y escalofríos; otras, temperatura corporal muy baja; marcadores inflamatorios altos en sangre; aumento de la frecuencia respiratoria, confusión y una intensa sensación de malestar, lo que dificulta el diagnóstico y retrasa el tratamiento.

Su mortalidad hospitalaria es más alta que la del infarto, el ictus, el sida o el cáncer de mama, colon, recto, páncreas y próstata juntos

La sepsis afecta cada año a 175.000 españoles, de los que 50.000 son casos graves y 15.000 presentan el temible choque séptico: la tensión arterial se desploma. Un 20 por ciento de los enfermos graves y casi la mitad de los diagnosticados con shock séptico mueren. En total, mueren unas 17.000 personas. Si el foco de infección está en el abdomen y el tratamiento se retrasa, la mortalidad es mayor en ancianos y en niños. Los estudios reflejan que la sepsis grave presenta una mortalidad hospitalaria más alta que el infarto agudo, el ictus, el sida o los cánceres de mama, colon, recto, páncreas y próstata juntos. De hecho, es la primera causa de muerte en cuidados intensivos.

Si se trata durante la primera hora desde la aparición de los síntomas, la tasa de supervivencia es del 80 por ciento

Hay que correr.»Si se trata durante la primera hora desde la aparición de los síntomas, la tasa de supervivencia es del 80 por ciento. Pero el tiempo medio en España es de tres horas», explica Ricard Ferrer, intensivista del Hospital Universitario Mutua Tarrasa de Barcelona. Para entonces las posibilidades de sobrevivir han bajado. A la cuarta hora ya es a cara o cruz. Tras la sexta fallecen 7 de cada 10. Si han pasado 12 horas, solo vale un milagro. Además, los supervivientes se enfrentan muchas veces a graves secuelas. neurológicas, musculares, dolor crónico, estrés postraumático, depresión, deterioro cognitivo

Ainhoa sobrevivió. «Al verla, no daba crédito -dice su madre-. Estaba llena de moratones e hinchada. Empezó entonces una tortura diaria. Las piernas se le pusieron negras; luego, las manos. A los 5 días le pusieron diálisis, sus riñones no funcionaban. Tras 9 días su coagulación empezó a funcionar. Las manos mejoraron, pero no las piernas. A los 3 días vinieron los traumatólogos. Nos dijeron: ‘Mañana intervendremos a su hija, podría perder las piernas’. Así fue. El 19 de diciembre se las amputaron por debajo de las rodillas. Estuvimos 56 días en la UCI. No sé si mi hija alguna vez podrá ponerse prótesis. También le han quedado secuelas neurológicas».

A veces, los patógenos pasan a la sangre a causa de las incisiones realizadas en una operación. Según un estudio reciente, un tercio de las infecciones que acaban en sepsis se producen en los hospitales, causadas por las bacterias multirresistentes que proliferan en ellos. También es frecuente que la infección se propague a las vías sanguíneas a través de los catéteres, respiradores, cánulas y sondas urinarias. Según Pedro Olaechea, intensivista que participa en la elaboración de los informes epidemiológicos sobre vigilancia de infecciones en las UCI españolas: «La sepsis es uno de los males más prevalentes, y en los últimos años los casos se han duplicado y, tras una cirugía, triplicado incluso». Entre otras razones, porque cada vez más personas mayores, con un sistema inmunitario más débil, pasan por el quirófano.

El hospital Son Llàtzer de Mallorca fue la primera en disponer de una unidad especializada en sepsis de Europa

No existe un medicamento específico para combatir la sepsis. Lo más efectivo. los antibióticos de amplio espectro. «El grito de alarma ya se ha dado a nivel mundial para sensibilizar sobre la escasez de antibióticos -dice Mercedes Palomar-, intensivista del hospital Valle de Hebrón de Barcelona. Los grandes laboratorios deberían invertir más en su desarrollo». Una alternativa, cuando los antibióticos no funcionan, es depurar la sangre y colocar al paciente un cartucho que absorba las toxinas liberadas por las bacterias, reduciendo así su virulencia. Pero la clave es la rapidez. Expertos alemanes recomiendan que ya en las ambulancias se realicen cultivos de sangre y se disponga de antibióticos. Ante sas de sepsis se podría confirmar el diagnóstico y comenzar ya el tratamiento rumbo al hospital.

El hospital Son Llátzer de Mallorca aplica desde 2006 un protocolo pionero de gestión integral de la sepsis. Y desde 2009 dispone a su vez de la primera unidad especializada en sepsis implantada de Europa, dirigida por Marcio Borges. «Hemos disminuido la mortalidad (del 29 al 15 por ciento en seis años), la media de estancia hospitalaria -en 2006 era 27 días; en 2011, 11- y el coste por ingreso hospitalario por paciente, que ha pasado de 29.500 a 15.100 euros». Borges impulsa incluso el proyecto Código Sepsis, que agilizaría el tratamiento de la sepsis a nivel estatal.

El objetivo es que no se repitan casos como el de Ainhoa. Sus padres pusieron una demanda contra el Servicio Andaluz de Salud en un juzgado de Cádiz. Al cierre de este reportaje se estaba celebrando el juicio. En paralelo, la Junta de Andalucía, en vía administrativa, admitió hace poco el error en el diagnóstico y fijó una indemnización de 15.000 euros pra la familia de la niña. Los cuidados que Ainhoa requiere cuestan más de 1.300 euros mensuales, difíciles de costear para sus padres, en una complicada situación económica. «Nos queda un largo y duro camino. Lleva tres operaciones de los muñones y está en lista de espera para que el doctor Cavadas intente reconstruirle las piernas con una cirugía experimental. Confío en que algún día vuelva a correr. Desde que empezó a andar, no me había puesto zapatos de tacón porque no había quien la parara».

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