Justin Bieber, el Papa Francisco, la familia Obama, los astronautas de la Estación Espacial Internacional, probablemente usted… Todos sucumben a la tentación del ‘selfie’, Por Carlos Manuel Sánchez

Es un fenómeno sin precedentes. Cada día se cuelgan en las redes sociales más de un millón de selfies.  La tecnología es nueva, pero la necesidad de mostrarnos a los demás viene de lejos. Hace cuatro mil años, los humanos estampaban sus manos manchadas de ceniza en las paredes de las cavernas; Velázquez se pintó a sí mismo en Las meninas; por no hablar de la obsesión de Van Gogh por su propio rostro. Ninguno de ellos, sin embargo, tuvo nunca en sus manos un iPhone 4, el teléfono que en 2010 desató la explosión del selfie con su cámara frontal, imitada después por toda la competencia, para que el usuario se haga sus retratos y los cuelgue en las redes sociales.

Porque esa es la gracia: compartir. No en vano el auge de la autofoto está vinculado al creciente narcisismo de nuestra época. Así opinan expertos como Tomas Chamorro-Premuzic, profesor de Psicología de los Negocios en el University College de Londres. «El exhibicionismo digital y la banalización de la intimidad están en el corazón de las aplicaciones más exitosas de Internet».

Pero ¿es cierto que el narcisismo de nuestra sociedad está en alza o exageramos sin una base científica? Jean M. Twenge, profesora de Psicología de la Universidad de San Diego, ha comparado las pruebas de personalidad realizadas a diferentes generaciones en las últimas décadas. Según ella, los nacidos después de 1982 tienen una ética del trabajo más débil y están más preocupados por su ocio que los nacidos entre 1965 y 1981. La conclusión de Twenge es que los más jóvenes están demasiado centrados en sí mismos y poco preparados para la vida adulta. «La gente joven está convencida de que, para tener éxito, primero deben creer en sí mismos, sentirse especiales y que los padres los alaben por todo, convirtiéndose así en narcisistas de manual. Pero la autoestima no es un prerrequisito, sino una consecuencia del éxito», opina. El selfie sería una señal más de esa inversión de los valores que corrobora otro estudio diseñado por Twenge que midió la frecuencia de los pronombres personales en libros publicados por autores en lengua inglesa. En los últimos años, ‘yo’ vence a ‘nosotros’ claramente.

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El selfie, para otros, no es más que una moda inofensiva, incluso positiva. Está revolucionando la manera en que recopilamos nuestra biografía -explica Marinn Hardey, experta en marketing de la Universidad de Durham. «Es una forma de reinventarnos y presentarnos en sociedad de la manera más favorecedora» . Los filtros facilitan esta labor.

«Lo interesante es que estos adelantos tecnológicos han coincidido con un aumento del número de personas que viven solas» -añade Michael Pritchard, director de la Royal Photographic Society-. «Cada vez hay más hogares de un solo miembro, más solteros y más divorciados». Por un lado, tú tomas tu foto porque no tienes a nadie que lo haga por ti. Por otro, la subes a la Red para demostrar que estás en el mercado. sentimental o laboral.

La cuestión es mantenerse en el flujo de la información global, según el publicista Nicholas Carr. El objetivo de la fotografía ya no sería perdurar en la memoria, sino formar parte del suministro constante de noticias.

¿Qué tienen en común Justin Bieber -reconocido adicto al selfie- con sus millones de seguidores en las redes?, se pregunta Chamorro-Premuzic. «Un ego inflado, una personalidad superficial, el autobombo sin remordimientos… ¿Qué los diferencia? Que Justin Bieber tiene éxito».

Los famosos los usan para controlar su imagen. Llenan la web de ‘selfies’ retocados para evitar el negocio de las fotos robadas.

Bieber es un ejemplo de cómo las celebridades se han percatado de que la expansión de las redes sociales les facilita tener un vivero de admiradores muy activo y al que pueden alimentar continuamente. «Si te diriges a una audiencia joven, se espera de ti que te involucres en todos los canales a tu alcance -comenta el publicista Mark Borkovski-. Cada aspecto de la vida de Rihanna está diseñado para dejar que la gente lo vea. Y debe parecer real. Un selfie solo funciona si le das a la gente un pedazo de tu realidad» .

La autofoto, paradójicamente, permite a las celebridades ejercer más control que nunca sobre su propia imagen. Se puede hacer pasar como un retrato inocente, cándido, sin trucos, porque la posproducción se oculta o porque la gente acepta un cierto grado en el uso de filtros (el 36 por ciento están retocados). Y es mejor llenar el ciberespacio de selfies antes de que lo hagan otros con fotos robadas y poco favorecedoras.

Estamos, de hecho, copiando algunos de los vicios más discutibles del voyerismo comercial, sea frívolo o de sucesos. Se han puesto de moda los selfies con un indigente en segundo plano, como el de la turista que se hizo una autofoto en el neoyorquino puente de Brooklyn mientras al fondo la Policía intentaba convencer a un hombre para que no se suicidara. ¿Y qué decir de los risueños autorretratos en mitad de un funeral? Si hasta Obama lo hizo en el de Mandela, compitiendo con David Cameron por la atención de la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt.

Los neurólogos han demostrado que en estas autofotos tendemos a mostrar nuestra mejilla izquierda.

¿Y qué dicen los neurólogos? Investigadores de la Universidad de Parma han demostrado que en los selfies tendemos a mostrar nuestra mejilla izquierda, como han hecho los pintores de todas las épocas. Al parecer, esto se debe a una asimetría en la lateralización cerebral. Según estudiosos de la Universidad Wake Forest, las imágenes del lado izquierdo de la cara son percibidas como más agradables, pues denotan una mayor intensidad de las emociones.

La adicción al selfie puede llegar al terreno de lo patológico. Danny Bowman, un británico de 19 años, dedicaba diez horas diarias a fotografiarse. «Buscaba el selfie perfecto y, e no podía conseguirlo, quise morir. Perdí a mis amigos, mi educación, mi salud y casi la vida». Bowman intentó suicidarse. Se le diagnosticó trastorno dismórfico corporal o preocupación desmedida por algún defecto físico. Ingresó en un hospital para curar su dependencia del móvil. ¿Un bicho raro? No tanto. Según el Centro de Estudios de Trastornos de Ansiedad, más de la mitad de los españoles padecen algún tipo de fobia sin un móvil en las manos.

Una mujer envió una autofoto a su médico. Al verla, el doctor sospechó que sufría una embolia. El ‘selfie’ le salvó la vida.

Pero los selfies también pueden salvar vidas. Le sucedió a Stacey Yepes, una canadiense de 49 años. Se encontraba mal y se hizo un autorretrato que envió a su médico mientras esperaba la ambulancia. Al verle la cara congestionada y el agarrotamiento de sus dedos, el doctor sospechó que estaba sufriendo una embolia. Ganó un tiempo precioso.

En último término, un selfie no es más que una prueba de que estamos vivos. Selfie, luego existo. Lo primero que hizo nada más llegar a urgencias un adolescente que sobrevivió a una matanza en un instituto de Pensilvania fue colgar en Instagram su autorretrato vestido con un pijama hospitalario. Sus 1500 ciberamigos lo celebraron con cientos de comentarios.


PARA SABER MÁS

Web de Inside out, el proyecto fotográfico a base de selfies del artista JR.

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