Cambian el sexo de sus víctimas, penetran en su cerebro… estos son los parásitos más inquietantes. Por Fátima Uribarri
Se pueden colar en todos los órganos del cuerpo. Todos: trompa de Eustaquio, vejiga, branquia, tendón de Aquiles… Y, por supuesto, en el intestino. Se alimentan de lo que allí encuentran. tejido, sangre, mucosidad… Son omnipresentes. Pero, según Carl Zimmer, autor del libro Parásitos (Capitán Swing), estas criaturas son a la vez «las más peligrosas de la naturaleza y también dan forma a los ecosistemas y son el motor de la evolución». Hay muchas especies de parásitos, incluso algunas aves lo son. Causan malaria, leishmaniosis, la enfermedad de Chagas y otras dolencias que matan a más de un millón de personas al año, según la OMS. La medicina combate contra ellos, pero su expulsión del intestino puede ser contraproducente porque los parásitos muertos salen de allí a través de las heces. Si huyen a otros órganos, cuando mueren sus cadáveres se pueden convertir en alimento de hongos y provocar enfermedades.
EN CIFRAS
2000 millones de personas padecen infecciones provocadas por parásitos.
120 millones de ellas están infectadas por las filarias, los parásitos que causan la elefantiasis.
Estrategias muy perversas
Algunos parásitos dominan a sus víctimas y las convierten en sus dóciles esclavos.
Manipula el cerebro
El hongo Ophiocordyceps se mete en el cerebro de la hormiga amazónica y le ordena abandonar el suelo del bosque y trepar a un árbol, donde muere. Del cadáver brotan tallos del hongo para esparcir esporas sobre nuevas víctimas.
Cambia el sexo de sus víctimas
Sacculina es un cirrípedo (el mismo orden del percebe). Penetra al cangrejo y lo obliga a dedicarse a criar sus huevos manipulando sus hormonas. Si es macho, lo feminiza y convierte en una madre perfecta.
Vampiros en el intestino
Los anquilostomas viven en el interior de ¡1300 millones de personas! Cortan la pared intestinal con sus potentes dientes y beben la sangre que emana de la herida.
Se come la lengua y la suplanta
El crustáceo Cymothoa exigua devora la lengua del pez y la suplanta. Luego, atrapa alimentos para él a cambio de nutrirse de sus mucosas. Muchos parásitos hacen simbiosis con sus hospedadores.