La gran catedral del arte contemporáneo, El Guggenheim de Nueva York, celebra el vigésimo aniversario de su premio bienal, el gran termómetro de las vanguardias. La última ganadora, Anicka Yi, hace arte con bacterias… Por Fernando Goitia

¿A qué huele el feminismo? Plantearse preguntas como esta -e intentar responderlas- tiene premio. En concreto, cien mil dólares. Esta es la dotación del galardón de arte contemporáneo más prestigioso -y el mejor dotado- de Estados Unidos, el Premio Hugo Boss de la Fundación Guggenheim, entregado hace unas semanas en su vigésimo aniversario a Anicka Yi.

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Anicka Yi. Premio 2016. Yi combina materiales orgánicos -bacterias, comida…- y sintéticos. Sus instalaciones no sólo se ven, también se huelen.

Surcoreana afincada en Nueva York, Yi tiene 45 años, colabora con científicos de instituciones como el MIT y es considerada una de las grandes creadoras emergentes por sus obras-reflexiones sobre el feminismo, el arte, el poder o la vida.

En una instalación, Anicka Yi usó bacterias vaginales de cien mujeres para «reflexionar sobre el miedo de los hombres ante el feminismo»

En su exposición más celebrada, el año pasado en The Kitchen, templo alternativo de la Gran Manzana, creó una impactante instalación a partir de bacterias vaginales tomadas de cien mujeres. Yi dejó que su ‘batido biológico’, metáfora de un patógeno viral femenino, impregnara de moléculas el aire de un espacio oscuro poblado de tiendas plásticas de cuarentena y estableció con ello una conexión entre la «creciente paranoia social por el contagio y la higiene (en tiempos de virus como el ébola o el zika) y el miedo ancestral de los hombres hacia el feminismo y la potencia de las mujeres».

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Bacterias: «Me fascina hacer arte con biología -dice Yi-. Nunca tienes el control de la obra»

Es decir, la mujer como un patógeno viral al que se intenta aislar y neutralizar en una experiencia donde lo que hueles es tan relevante como lo que ves.

Feminismo incrustado

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Anicka Yi es surcoreana afincada en Nueva York, ciudad donde se hizo este selfie

Con su trabajo, Yi obtuvo un gran impacto en el mundo del arte. Katherine Brinson, sin ir más lejos, comisaria del Museo Guggenheim de Nueva York y jurado del Hugo Boss Prize, se quedó fascinada con el montaje y los planteamientos de la surcoreana. «Me pareció muy poderoso el feminismo incrustado en su trabajo -rememora Brinson-. Anicka nos habla de cómo la sociedad se siente amenazada por las mujeres organizadas, por sus cuerpos… No se me ocurre un asunto más relevante en un país que ha convertido a alguien como Trump en presidente frente a una mujer. Anicka siempre pone el dedo en la llaga».

Anicka Yi: «Trabajo con bacterias, olores y procesos científicos para convertir el arte en una experiencia integral»

El entusiasmo de Brinson por la obra de Yi se ha contagiado al resto de los miembros del jurado hasta culminar con el anuncio unánime de un galardón cuyo premio gordo -100.000 dólares aparte; el doble, por cierto, que el Turner británico, que concede la Tate Modern- es la gran exposición individual que se celebrará en abril en el edificio que Frank Lloyd Wright diseñó en la Quinta Avenida como sede del prestigioso museo neoyorquino.

El dinero como mensaje

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Hans-Peter Feldman (Premio 2010) recibió el galardón con 69 años. Empapeló una sala con 100.000 billetes de un dólar

Desde hace 20 años, y de forma bianual, la muestra del premiado es una fecha clave en el calendario de la institución. Brinson recuerda, por ejemplo, la sonada instalación del alemán Hans-Peter Feldmann, ganador en 2010. Feldmann cogió su cheque, lo cambió en billetes de un dólar y empapeló con ellos una sala entera del museo para «cuestionar el valor del arte y simbolizar el exceso capitalista». Ahora, Brinson aguarda ansiosa la exposición de la última premiada: «No puedo esperar a ver la que va a armar Anicka».

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Instalación con flores fritas en tempura, resina, plexiglás, plástico, acero…

A su lado, la aludida, sus labios dibujando una sonrisa misteriosa, asiente complacida. «Estoy pensando… -musita Yi antes de soltar una carcajada-. Tengo muchas ideas… No sé… Siempre me han interesado los olores y hedores, las bacterias, las texturas, activar otros sentidos aparte de la vista. No sé por qué el arte debe reducirse a lo que vemos. Hay espacio para cambiar eso y espero hacerlo yo».

Termómetro del arte

Mientras tanto, lo único seguro es el impulso que el premio otorgado por el Guggenheim ha proporcionado a los galardonados -hoy, grandes nombres todos ellos- y el prestigio conquistado por el galardón tras 11 ediciones bienales. Es decir, el deseo de Thomas Krens, director de la institución allá por su primera edición, en 1996, de fomentar «las más innovadoras y críticamente relevantes corrientes culturales de nuestro tiempo» es hoy toda una realidad.

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Matthew Barney (premio 1996), de 49 años, explora la trascendencia de las limitaciones físicas en el arte multimediático

El premio, apunta Brinson, ha dotado al museo de «un termómetro para tomar la temperatura al arte contemporáneo; un método de investigación para acceder a las vanguardias». El Hugo Boss Prize, además, ha reforzado el llamado ‘sello Guggenheim’, una querencia por las apuestas provocadoras; por «ideas que pueden inspirar cambio en el mundo», en palabras de Nancy Spector, toda una leyenda del arte contemporáneo que fue comisaria del museo durante 30 años.

A la marca que lo patrocina, por su parte, le ha permitido asociar su nombre a la modernidad. «Para nosotros tiene mucho sentido, porque el arte contemporáneo es creatividad, es innovación… Nos ha dado reputación», afirma Hjördis Kettenbach, responsable corporativa de Hugo Boss.

«Hace 20 años, asociar tu nombre a una marca pervertía al artista y al museo. Hoy, gracias a premio como este, eso es historia»

La firma alemana fue, de hecho, de las primeras en promover en Europa una asociación como esta entre una marca y una institución. «Hace 20 años -ilustra Kettenbach-, los artistas y museos se negaban a asociar su nombre a un patrocinador; era ‘comercial’, como si pervirtieran su obra y su identidad.

La ceremonia del premio es la gran cita bianual del arte contemporáneo en Nueva York. El Guggenheim se convierte esa noche en una discoteca con estrellas, DJ y barra libre

Hoy, gracias a asociaciones como la nuestra con el Guggenheim, eso es historia, todo el mundo trabaja con empresas. La clave es establecer con claridad los marcos de colaboración. Nosotros, por ejemplo, no influimos sobre el jurado. Tienen independencia total. Esa es una de las claves de que el premio haya logrado el prestigio que tiene hoy».

Paul Chan: Premio 2014

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Sus obras hablan de, guerras, violencia, pornografía…

Danh Vo.: Premio 2012

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Vietnamita de 41 años, huyó con su familia en un bote tras ser confinados por los comunistas. Rescatados por un buque danés, sus obras reflexionan sobre colonialismo y emigración.

Tacita Dean: Premio 2006

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De formación clásica, esta inglesa de 51 años fue primero pintora antes de centrarse en el videoarte, aunque no duda en servirse también de dibujos, fotografías y sonidos.

Pierre Huyghe: Premio 2002

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Crea obras tecnológicas para hablar de cuestiones sociales.

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