Explorar las cadenas de montaje, adentrarse en los hornos de una acería, manejar una superexcavadora… Las fábricas alemanas abren sus puertas para convertirse en una atracción turística. Cincuenta fábricas forman parte de «la Ruta de la Cultura Industrial». Por Olivier Touron
Cerámica con tradición: 100.000 turistas al año
Villeroy and Boch, uno de los principales fabricantes de cerámica del mundo, nació en 1748 en una abadía, que sigue siendo parte de sus instalaciones en Mettlach. Su museo recibe 100.000 visitantes al año. Unos 15.000 recorren también la fábrica, de donde salen 800.000 piezas anualmente.
Producir futuros clientes: 2 millones de turistas al año
Casi toda la fábrica de Volkswagen fue destruida por los bombardeos en 1944, pero se reconstruyó y hoy incluye un parque temático, visitado por dos millones de personas al año. Lo que, a diez euros la entrada, es un buen negocio.
Los hornos patrimonio de la humanidad: 800 turistas al día
La siderúrgica de Völklingen ha sido declarada por la Unesco Patrimonio Industrial de la Humanidad, lo que la ha protegido de su desmantelamiento. Recibe 800 visitantes diarios. Abrió en 1873, y 17 años después ya era el mayor productor de vigas de acero de Alemania. Este complejo siderúrgico de seis hectáreas cerró en 1986.
A los mandos de un gigante: 100.000 turistas al año
Las excavadoras más grandes del mundo están en Alemania. Son de Garzweiler y Hambach. Miden 96 metros de alto por 260 de largo. Extraen lignito, un carbón negro que alimenta las centrales térmicas. Los visitantes pueden entrar en la cabina de una excavadora, pero no moverla. Estas minas son unas de las más productivas de Europa.
«¡A su derecha, obreros en acción!»
Los visitantes recorren en un minitrén la fábrica de Volkswagen, en Wolfsburgo, a 125 kilómetros de Berlín, mientras los obreros trabajan en la cadena de montaje. Además de ser la instalación industrial más grande del mundo, esta empresa automovilística es pionera en el turismo industrial. su fábrica se visita desde 1948, aunque hasta 2000 no se ‘profesionalizaron’ las visitas.
