Tienen el carné de conducir, pero son incapaces de ponerse al volante. Transpiran, se tensan, no piensan con claridad, no se concentran e interpretan cualquier movimiento en el tráfico como una agresión. Son amaxofóbicos, personas que sienten pánico a sentarse al mando de un vehículo.

¿Te identificas con alguno de estos tipos de miedo?

Por lo general, se trata de personas que llevan mucho tiempo sin conducir y que, por necesidades laborales o personales, tienen que volver a hacerlo. En ese momento se ven invadidos por una ansiedad que les hace pensar que no van a ser capaces de desenvolverse con solvencia en el medio circulatorio.  Aunque la amaxofobia también puede desencadenarse en personas que han sufrido accidentes de tráfico que les han dejado secuelas físicas o psíquicas o que han sufrido malas experiencias cuando han aprendido a conducir.

¿Son iguales todos los amaxofóbicos?

Estos afectados se dividen en dos grandes grupos. El primero lo componen aquellos que conducen pero que, en determinadas ocasiones, temen hacerlo. Las mujeres suelen sufrir ese bloqueo cuando su estado emocional y psicológico no es óptimo o cuando el volumen de tráfico les provoca mucho estrés. En los hombres, en cambio, suele ser el alcohol el que desencadena el miedo, pues ven disminuidas sus capacidades y habilidades físicas.
El segundo lo forman aquellos a los que el temor inmoviliza siempre. En su caso, el problema se convierte en una enfermedad que llega a causar ansiedad, angustia, malos sueños anteriores y posteriores al viaje, sudor de las manos, temblor, ideas negativas e irracionales, visualización de accidentes y un largo etcétera.

¿Por qué lo sufren más las mujeres?

El porcentaje de mujeres con amaxofobia es casi el doble que el de hombres, hecho en el que influye el que la fobia limitante de las mujeres esté ligada a que, en sus primeras experiencias como conductoras padecieran un alto grado de estrés y ansiedad que provocó que no volvieran a conducir.

¿Hay terapias para curarlo?

La amaxofobia, como cualquier aversión, se puede tratar. El primer paso es que el afectado sea consciente de que la sufre y quiera trabajar para superarla. Después conviene pedir ayuda profesional y participar en terapias de grupo que trabajen en la reducción de los síntomas y los pensamientos bloqueantes. Eso les servirá para ir sacudiéndose el miedo de encima.
Como en muchos casos la amaxofobia hace creer a quien la sufre que ya no va a ser capaz de conducir correctamente, tampoco está de más que quienes la padecen entrenen aquellos ejercicios que menos se controlan al volante. Así, cuando vean que vuelven a dominar la carretera, se sentirán menos inseguros.

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