Mafalda, Shin Chan, Bart Simpson… los dibujos animados conviven con nuestros hijos a diario, son parte de la familia. Muchos padres ven en algunos irreverentes personajes de ficción una influencia nociva para sus retoños. ¿Son algo más que entretenimiento? Por Isabel Navarro

En la era de Internet, la infancia ya no es lo que era, Heidi no tiene hueco en la parrilla y Bart es el nuevo Tom Sawyer. La televisión de hoy es esquizofrénica. Hace unos años se revisaron más de 1.500 dibujos animados de los estudios Hanna-Barbera para eliminar todas las escenas donde fumar fuera un acto glamuroso. Gracias a la corrección política, el gato Tom se quedó sin humo, pero al mismo tiempo Stewie, un bebé diabólico que planea matar a su madre y conquistar el mundo en Padre de familia, es un héroe mediático. Cada capítulo de Los Simpson tiene distintos niveles de lectura y puede que los niños no capten los dobles sentidos y la mayoría de las referencias culturales, pero el público infantil está enganchado a los personajes y no se escandaliza por el egoísmo de Bart o el patetismo de Homer, sólo se divierten.

En la misma línea irreverente, nos llegan series manga de Japón como Shin Chan, que nació a principios de los 90 (tres años después que Los Simpson) y que en España recibió duras críticas de educadores y grupos feministas que la tachaban de sexista y antipedagógica.

‘Charlie Brown’ fue la serie que acabó con la idea de que la infancia es un momento dorado de la vida

¿Son perjudiciales Los Simpson o Shin Chan para una audiencia infantil? Según Pablo Francescutti,  sociólogo y profesor de la Universidad Juan Carlos I, «hay toda una corriente de estudios que considera la televisión como un aparato malsano, pero estas investigaciones tienden a confundir la violencia con la representación de la violencia. Su lógica es que, cuando un niño ve que un personaje de dibujos animados que coge a la hermanita y la tira por la ventana, él va a hacer lo mismo, pero se olvidan de que en nuestras sociedades existe la conciencia de lo que es ficción y los niños también la tienen».

Muchos adultos todavía creen que todo lo que se cuenta a través de una ilustración es simple y carece de interés, pero se equivocan. El primero que desmitificó la inocencia de los niños fue el dibujante norteamericano Charles Schulz en sus tiras cómicas de los Peanuts. Como explica David Michaelis en su biografía Schulz, Carlitos y Snoopy (EsPop Ediciones): «En los años 50, la asunción generalizada en Norteamérica era que los niños eran felices y la infancia, un momento dorado; eran los adultos quienes tenían problemas. Schulz revirtió el orden natural de aquel universo mostrando que un niño experimenta el dolor con más intensidad que los adultos y que las derrotas infantiles se sienten y recuerdan con mayor vehemencia».

Los dibujos limpios y minimalistas de Charlie Brown, el humor sarcástico, la inquebrantable sinceridad emocional de los personajes y el tratamiento serio de los niños abrieron el camino a muchos otros dibujantes como Quino en Argentina, que en 1962 fue capaz de reflejar todo el espíritu de la década de los Beatles y Kennedy en sus tiras de Mafalda, una niña preocupada por la paz mundial en precario equilibrio entre la negra realidad y la esperanza de un mundo mejor.

‘Mafalda’ conquistó Europa: en España fue el primer best seller de la editorial Lumen y en Italia se publicaron las primeras tiras bajo el título Libro de los niños terribles para adultos masoquistas. Charlie Brown y Mafalda nacieron pensados para lectores adultos y dieron el salto al público infantil gracias a las series de animación posteriores y al merchandisingLos Simpson llegaron a la televisión con vocación transgresora, pero se convirtieron en mainstream cuando Bush padre reconoció que le gustaban después de haberlos criticado.

‘Los Simpson’ se hicieron muy populares cuando Bush padre reconoció que le gustaban

Y es que en política las encuestas mandan y, según un estudio de McCormick Tribune Freedom, el 22 por ciento de los estadounidenses conoce el nombre de los cinco miembros de la familia Simpson, pero sólo uno de cada mil sabe cuáles son las cinco libertades de la Primera Enmienda. Algunos fans se quejan de que, con los años, la carga subversiva de la serie se ha debilitado y que después de años en antena la irreverencia ya no molesta a nadie. ¿Han cambiado Los Simpson o hemos cambiado nosotros?

‘Los Simpson’: la irreverencia

Los Simpson dibujos animados

Libro de familia. Los Simpson son una familia típica estadounidense que vive en Springfield, una ciudad ficticia de la América profunda. Homer, el padre, trabaja como inspector de seguridad en una planta de energía nuclear y está casado con Marge, un ama de casa cabal y responsable con la que tiene tres hijos: Bart, un problemático chico de diez años; Lisa, de ocho, una niña intelectual, sensible y competitiva; y Maggie, un bebé que se comunica succionando su chupete.

A favor y en contra. Como explica el libro Los Simpson y la filosofía (Editorial Blackie Books), esta serie ha inventado un nuevo género televisivo «con alusiones a la alta cultura y la cultura popular, gags visuales, parodia y humor referencial». Todo un decálogo de la posmodernidad que no deja títere con cabeza y donde caben referencias a Javier Bardem, Shakespeare, Britney Spears o Abraham Lincoln. Cuando comenzó sus emisiones, en 1989, fue considerada transgresora, pero hoy en día muchos de sus fans se quejan de que ha perdido capacidad subversiva.

Su mundo. Los Simpson viven en una casa de dos plantas unifamiliar a las afueras de la ciudad. Lisa y Bart son fanáticos absolutos de una serie de dibujos animados extremadamente violenta llamada Rasca y Pica y de Krusty, un payaso completamente amoral.

El autor. Matt Groening estudió Filosofía y trabajó como periodista y caricaturista. Es autor de la tira semanal cómica Life in hell y de Futurama. Los Simpson llevan el nombre de los miembros de su familia.

‘Mafalda’: el idealismo

Mafalda dibujos animados

Libro de familia. Sus padres son el típico matrimonio de los años 60. El papá es oficinista en una compañía de seguros, conduce un Citroën Dos Caballos y le gustan las plantas. La madre es un ama de casa de clase media que fue a la universidad, pero dejó la carrera y un futuro como pianista para casarse. Su hija Mafalda, una niña de seis años preocupada por la injusticia, tiene una tortuga llamada Burocracia, odia la sopa y adora a los Beatles, la paz, los derechos humanos y la democracia. A su hermano pequeño, Guille, sí le gusta la sopa.

A favor y en contra. Las ocurrencias de Mafalda son el reflejo de las inquietudes sociales y políticas de su época, desde la guerra de Vietnam hasta las dictaduras, las armas nucleares o el comunismo.

‘Shin Chan’: la incorrección

Shin chan dibujos animados

Libro de familia. El padre de Shin Chan es un salaryman japonés que tarda horas en llegar al trabajo, le obsesiona ascender y acompaña a sus clientes a bares de alterne. La madre es un ama de casa consumista y desquiciada por su hijo de cinco años la llama «monstruo del culo gordo» a quien castiga con capones y azotes en el culo.

A favor y en contra. Asociaciones de padres y feministas tachan la serie de machista, violenta y de mal ejemplo para los niños. Sus fans defienden la serie como unos Simpson a la japonesa que contrapone la escatología y espontaneidad de los niños con la rigidez nipona.

El autor. Su creador, Yoshito Usui, de 51 años, falleció al caerse por un precipicio mientras hacía senderismo.

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