Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte
El amor las alejó de su tierra, Japón, hace más de medio siglo. Allí, sus maridos norcoreanos eran discriminados y ellas decidieron acompañarlos de regreso a Corea del Norte, en un masivo programa de repatriación tras la guerra de Corea. Y quedaron atrapadas. Una fotógrafa japonesa recoge ahora sus historias y evita que se pierdan para siempre. Por Noriko Hayashi/Panos Pictures/Contacto
Hayashi, de 35 años, visitó Corea del Norte once veces en la última década. Estas entrevistas se realizaron en presencia de los guías e intérpretes norcoreanos que le asignaron. Ante ellos la fotógrafa dice no haberse sentido demasiado intimidada.
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1 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «Nunca imaginé que Corea seguiría dividida 60 años después»
«Perdí a mi padre con 12 años. A los 15 mi madre me llevó a una fábrica, donde viví y trabajé casi un lustro. Allí conocí a mi esposo, un coreano 14 años mayor», relata Yoshie Arai, de 89 años. «Me casé. Mi madre nos apoyó, pero muchos parientes estaban en contra. También los de mi esposo. ‘¿Por qué te casas con una japonesa pobre?’, le dijeron. En 1950 tuvimos el primero de nuestros cuatro hijos. Y decidimos ir a Corea. No queríamos que al ser coreano lo pasara mal en Japón. Cuando nos fuimos, nunca imaginamos que Corea seguiría dividida 60 años después».
2 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «En el sistema socialista, la educación era gratuita. Esa fue la razón»
«Conocí a mi esposo con 20 años. Era coreano de segunda generación. Nuestros padres se opusieron. Así que nos fuimos a vivir juntos», recuerda Akiko Ota, de 77 años. «En mayo de 1965 nació nuestra primera hija y nos casamos. Nos fuimos un par de años después. Japón era muy caro y pensé que Corea sería mejor para mis hijos porque, en el sistema socialista, la educación era gratuita. Esa fue la única razón. No sabía que al venir renunciaba a la posibilidad de visitar Japón».
3 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «Dejé Japón hace más de 60 años y nunca he vuelto»
«No te cases con alguien de otro país. Puede que algún día tengas que irte a Corea del Norte». Eso le dijeron sus padres a Tsuruko Suzuki cuando supieron que su novio era coreano. Y así fue. «Como se opusieron a nuestra boda, nos fuimos a vivir juntos. En 1960 embarcamos para Corea con nuestras dos hijas. Llevo 60 años en la misma casa. Estuve enferma muchos años, pero mantenía un pequeño huerto. Mi esposo falleció en 1979, pero me quedé aquí. Nunca he vuelto a Japón. Tengo 91 años y me gustaría visitar la tumba de mi familia antes de morir».
4 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «Cuando volví a Japón, 37 años después, mis hermanas se negaron a verme»
Entre 1910 y 1945, Corea fue parte del imperio japonés. Tras la Segunda Guerra Mundial, más de 600.000 coreanos vivían en Japón. Sufrían discriminación legal y laboral; el Gobierno los consideraba incompatibles con la cultura nipona. Por eso, cuando finalizó la guerra de Corea, el régimen norcoreano llamó a una masiva repatriación en 1959 -con un gran despliegue de propaganda sobre las oportunidades en Corea del Norte-. Miles regresaron a casa. Mitsuko Minakawa, de 81 años, es la viuda de uno de ellos. En 1960 se casó sin la aprobación de su familia y tomó un barco ruso rumbo a Corea. Tardó 37 años en poder volver. «Mi madre murió en 1990 y mis hermanas se negaron a verme por lo que la hice sufrir. Fui a su tumba y hablé con ella. ‘Tu hija ha regresado’, y me disculpé».
5 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «Antes de morir, quisiera ver las tumbas de mis padres»
«Mi esposo no era guapo, pero sí amable y humano; nos enamoramos. Mi padre me dijo. ‘No hay fronteras nacionales en el amor’. Nos casamos en 1957», rememora Aiko Nakamoto, de 89 años. «Recuerdo ver una foto de Pyongyang en una revista, con sus hermosos edificios nuevos, cuando su familia ya planeaba el regreso, y pensé que debía seguir a mi esposo. Mi madre estaba en contra. ‘Moriré si te vas’, me dijo. Y yo le respondí. ‘Volveré en tres años’. Era 1960 y nunca más vi a mis padres. Antes de morir, solo quiero visitar mi ciudad natal y ver sus tumbas».
6 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «¡Cuánto hice llorar a mi madre!»
«Conocí a mi esposo cuando tenía 15 años. Apenas había hombres en mi pueblo, se fueron todos a la guerra. Pero él no. Yo no sabía que era coreano. Me lo dijo ya enamorados y no podía imaginar dejarlo. Llevaba más de dos décadas sin ver a su familia y al comenzar el programa de repatriación no se lo pensó. En 1961, con tres hijos y 34 años, dejé mi país sin decirle nada a mi madre. Era su única hija. Imagino cuánto la hice llorar. En 2000 volví a Japón, pero ella había muerto dos años antes. Si hubiera podido ir a casa un poco antes…». Takiko Ide no pudo cumplir su sueño. Ha muerto a los 89 años.
7 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «En Corea ayudé a nacer a más de 3500 niños»
«La familia de mi marido era pobre. Él llegó a Japón con 15 años en un barco de contrabando. Luchó mucho y vivió una vida dura. Ya casados, comíamos en casa de mis padres y les pedía dinero. Por eso, nos fuimos. Antes de irnos, mi madre le dijo a mi esposo. ‘Esta es mi única hija. Si la haces vivir una vida dura, me apareceré como un fantasma ante a ti por las noches’. Todos nos reímos. En Corea fui partera durante 13 años y ayudé a nacer a más de 3500 niños». Megumi Horikoshi ha fallecido a los 83 años.
8 Despreciadas en Japón, atrapadas en Corea del Norte · «Por mucho que lucharan, los coreanos lo tenían muy difícil»
«Mi padre tenía un restaurante al que iban taiwaneses, coreanos y chinos. Por eso, no tuve problemas con mi familia cuando les dije que me casaba. Pero, por mucho que lucharan, los coreanos lo tenían muy difícil, así que decidimos comenzar una nueva vida en Corea. Al principio fue muy duro. No sabía coreano y las costumbres, la forma de cocinar el arroz… son diferentes. Mi madre murió en 1981, pero no me dejaron visitar Japón hasta 1997. Fue un viaje difícil, los periodistas me seguían». Fujiko Iwasei murió a los 77 años.