La fotografía de bodas ya no es lo que era. La incorporación de fotorreporteros al negocio ha revolucionado los álbumes familiares. Un premio internacional, el Fearless de fotografía social, ha reconocido este año al aragonés Víctor Lax como el mejor del género. Él mismo nos habla de su trabajo. Por Lourdes Gómez
Periodistas reconvertidos
«Yo trabajé diez años como fotógrafo de prensa en un periódico y en una agencia. Pero el trabajo se fue convirtiendo en algo muy insatisfactorio. No era que no ganase dinero, es que el trato era malo. Y me cansé. No es fácil entrar en este negocio, porque hasta ahora el fotógrafo de bodas era el que heredaba un estudio de fotografía. Al incorporarnos los fotorreporteros, hay un cambio, una evolución».
Lo mejor de este trabajo
«Lo más satisfactorio de fotografiar bodas es la reciprocidad. Yo veo cómo mi trabajo satisface al cliente. Hay algunas parejas que incluso lloran de emoción cuando ven las fotos. Eso no tiene precio. Afortunadamente, yo no he tenido clientes insatisfechos, aunque algunos me han pedido luego que retire sus fotos de mi web. Pero porque se han divorciado y no quieren ese recuerdo en la Red».
Mil estados de ánimo
«Las bodas son un montón de emociones empaquetadas en diez horas. Ni te imaginas la cantidad de estados de ánimo que puedes captar un día así. Y tienes que estar atento a ello porque en cinco minutos una boda puede cambiar totalmente y debes recogerlo como en un reportaje. Si a eso añades el alcohol, que acaba siendo un factor, puede ocurrir de todo…».
Buen gusto
«Mis referentes fotográficos son James Nachtwey, Steve McCurry, Alex Webb… pero en la fotografía de bodas los españoles Marco Rojo o Virginia Gimeno han creado escuela. A este tipo de fotografía le ha pasado como a la cocina, se ha sofisticado mucho. La gente ya sabe lo que quiere y están dispuestos a pagar por ello».
Sin fronteras
«Un reportaje así se puede encargar a partir de tres mil euros, más los gastos de desplazamiento. Trabajo en toda Europa. Y ahora ya tengo un par de encargos en EE.UU. Te ven en Internet y te llaman». Las fotos de Víctor Lax se acaban de exponer en el Photo Forum Barcelona, el mayor encuentro europeo de fotografía social.
La alegoría
«La pareja era aficionada a la montaña. Buscando localizaciones en el campo encontré este increíble lugar en Huesca. Un señor se encargaba de ‘cuidar’ a los buitres. Lo que hacía -que ahora tiene prohibido- era recoger restos de las carnicerías para alimentarlos. Por eso pudimos hacer una foto
así, única. Los buitres no se van porque acaban de comer, están pesados y no pueden ni volar. Con el tiempo, creo que la foto se ha convertido en una alegoría de la delgada línea que separa la felicidad
de la desgracia».